Porsche Boxster S

Su incremento de potencia y una ligera actualización estética son las principales novedades que aporta esta edición del Boxster. El carácter, prestaciones y placer al disfrutar de su conducción siguen siendo auténticamente Porsche.

Porsche Boxster S
Porsche Boxster S

Para Porsche el Boxster supuso toda una auténtica sorpresa. O al menos así lo expresan los dirigentes de la marca cuando confiesan que a la hora de su lanzamiento, hace ahora unos seis años, no esperaban el gran éxito que este modelo supuso, supone y —creemos— que supondrá en el futuro. Y es que el Boxster resulta, más o menos, el cincuenta por ciento de las ventas totales de Porsche, igualando o superando en algunos meses y mercados a todo un mito, el 911.

Su permanencia en el mercado como uno de los líderes de su segmento, a pesar de estar prácticamente invariado desde su lanzamiento, da una idea bastante aproximada de que el Boxster es una referencia y un claro objeto de deseo por parte de aquellos que se pueden permitir el lujo de desembolsar los casi cincuenta y seis mil euros —más de nueve millones de nuestras antiguas pesetas— que cuesta este modelo en su configuración básica. Eso sí, tenemos que reconocer que, a poquito que nos gusten los coches, se paga tal cantidad de dinero sólo por el puro placer de encontrárnoslo en nuestra plaza de garaje y poder conducirlo todos los días. Y, precisamente este es uno de los puntos a su favor que aporta este modelo: que se puede utilizar sin ningún problema a todas horas, ya sea en ciudad, en autopista y, por supuesto, en carreteras con muchas curvas donde se llega a experimentar una verdadera satisfacción tras rodar con él unos cuantos kilómetros.

Esta puesta al día incluye algunas modificaciones estéticas, tanto en el exterior como en el interior, y alguna mejora mecánica. Estéticamente el Boxster recibe unas nuevas llantas, tomas de aire laterales, se modifican los paragolpes y faros y la capota recibe un nuevo arco tensor —ahora tiene 4— y se sustituye la luneta trasera de material plástico por una de cristal con lo que se gana bastante en visibilidad a través de ese elemento. Para apreciar todas estas mejoras casi hay que poner un Boxster nuevo junto con otro de las series precedentes para "intuir" dónde están los cambios, porque así, en un primer vistazo, es poco menos que imposible saber cuál es el modelo actual. En este sentido tiene mucho que ver la intención de la marca ya que cuando comunicaron a sus responsables de diseño que querían "tocar" la estética del Porsche, éstos no respiraron hasta que no oyeron algo así como "pero que no se note".