Una vez cruzadas las enormes puertas corredizas, entramos a un habitáculo que sorprende por lo espacioso y luminoso que es. Configurado para llevar cuatro pasajeros (¿por qué no cinco si el coche es eminentemente urbano y no necesitamos tantas comodidades?), el 1007 disfruta de un magnífico reparto del espacio.Las plazas delanteras están sobradas de espacio. Hay tanto sitio que los cinturones de seguridad quedan lejos de los ocupantes, pues están muy desplazados hacia atrás por el retrasado pilar central.
Lástima que tanto espacio libre no haya sido aprovechado para montar unas butacas un poco más cómodas: banquetas cortas y relativamente poca sujeción lateral hacen que el coche nos parezca algo menos agradable de lo que podría haber sido.
Nuestra unidad montaba el techo eléctrico panorámico, con lo que la sensación de espacio aumenta. Pero, la verdad, con lo alto que es el coche, no hacen falta estos “trucos" para que el interior resulte amplio, ya que sobra sitio hacia arriba y hacia los lados.
A la sensación de espacio abierto contribuyen también el salpicadero plano y, sobre todo, los airosos montantes delanteros que, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los monovolúmenes, no obstaculizan para nada la visión en las curvas.
Y, si miramos a las plazas traseras, encontramos las mismas sensaciones: dos butacas individuales que derrochan sitio para sus ocupantes, incluidos sendos huecos bien grandes que van ocultos en los reposabrazos laterales.
El acceso a esta parte del coche es la estrella del 1007, pues es donde las gigantescas puertas correderas dan lo mejor de si mismas. El hueco natural que queda con los asientos delanteros en su posición normal ya sería suficiente para “colarse" hacia los traseros. Pero, si no queremos tantos esfuerzos, abatiremos los anteriores con un mínimo movimiento de la mano sobre un tirador. Con ellos plegados, el hueco que liberamos no tiene nada que envidiar a la más grande de las berlinas...
Pero, claro, tanto despliegue de espacio sobre una batalla de sólo 2,31 metros tiene que acarrear algún lastre. Lo encontramos al abrir el –también éste- gigantesco portón del maletero. El compartimento reservado a la carga es a todas luces insuficiente: sólo hay 195 litros de capacidad cuando los asientos traseros están atrás del todo. Afortunadamente, estos pueden moverse longitudinalmente hasta 23 cm, con lo que se abre un espacio algo más útil, pero se recorta la comodidad de los pasajeros de las plazas traseras.A pesar de lo bien hecho que está en general, el habitáculo presenta algunos aspectos que, en un coche que cuesta un mínimo de 16.350 euros, no pueden ser calificados más que de mejorables.Nos referimos, por ejemplo, a la malísima visibilidad que ofrecen los retrovisores, especialmente los diminutos espejos laterales. También se podían haber mejorado algunos remates de los plásticos del salpicadero y la consola central que, además, son muy duros y no tienen excesiva calidad.
No nos ha gustado tampoco la escondida ubicación de algunos mandos, como los de la altura de las luces o el que gradúa la intensidad de la iluminación del tablero de mandos. Están colocados a la izquierda del volante y casi no se encuentran a simple vista. Además, en el cuadro falta, al menos, un indicador de temperatura.
Pero, descontados estos detalles, la ergonomía es buena, la posición al volante se encuentra sin problemas y tenemos huecos para objetos pequeños y botellas repartidos por todas partes, incluyendo dos que van escamoteados en el suelo de la parte trasera.
Además, si la estética no nos convence, podemos personalizarla a nuestro gusto: Peugeot ofrece los llamados kits Cameleo, 12 combinaciones de colores y texturas que permiten cambiar rápidamente elementos como las carcasas de los aireadores y algunos guarnecidos, con lo que podemos darle otro color al coche.
La versión que probamos, denominada Dolce, ofrece un equipamiento básico muy correcto, con elementos como los airbags de conductor y pasajero, los airbags laterales y de cortina, el ABS, el control de tracción y el de estabilidad y los faros antiniebla.
El apartado de confort reúne aire acondicionado, ordenador de viaje, volante regulable en altura y profundidad, equipo de audio con mandos en el volante. Además, las llantas de 15 pulgadas son de aleación ligera.
Si se quiere mejorar esta oferta, se puede montar el techo panorámico, que cuesta 650 euros, el navegador (2.000 euros) o el control de crucero (200 euros).