Opel Zafira OPC

En estos tiempos de mestizaje que vive el mundo del automóvil, Opel propone un vehículo que traspasa las barreras de lo convencional. El Zafira OPC es una de las mejores mezclas que se han hecho hasta ahora de coche familiar, monovolumen y deportivo. Un cruce casi perfecto que, ahora, recibe un nuevo motor algo más potente: llega a los 200 CV nominales.

Opel Zafira OPC
Opel Zafira OPC

El aumento de potencia eleva hasta 200 CV (208, según nuestro Centro Técnico) los 192 que entregaba este motor antes (en nuestro banco de rodillos había llegado a 206). El salto, como se ve, no es espectacular. De hecho, las prestaciones son muy parejas y en algunas mediciones gana el modelo antiguo, especialmente en las de aceleración y adelantamiento. La mínima diferencia se debe a que la nueva versión cuenta con un desarrollo del cambio levemente más largo. Pero, aun así, el resultado sigue siendo igual de bueno.
El Zafira OPC lleva un motor de gasolina de dos litros ayudado por un turbo, que ofrece un rendimiento ejemplar y un comportamiento muy extraño en un coche de vocación familiar. Su forma de estirarse, la capacidad para subir de vueltas y, sobre todo, ese rugido deportivo que emite lo convierten en un verdadero extraño dentro de un segmento donde se lleva otro tipo de máquinas. No hay que olvidar que este motor de más de 200 CV se combina con una carrocería que puede alojar siete ocupantes y que está pensada para un entorno familiar. Sin embargo, apenas ponemos el pie sobre el acelerador, ya nos damos cuenta de que hay algo que no es usual en otros monovolúmenes. La respuesta del propulsor es inmediata, con un tirón que, sin clavarnos en el asiento, evidencia el poder de su musculatura.Bajos de calidad, gran capacidad para empujar y, sobre todo, una elasticidad de gimnasta que le permite llegar a las 6.000 vueltas como si nada. Estas son las señas de identidad de este Ecotec. Su momento más espléndido aparece en torno a las 3.000 rpm y, desde ahí, mantiene el empuje con brío. La entrega de la potencia es consistente pero muy progresiva, sin enviones fuertes ni brusquedades, muy acomodado a lo que tiene que ser un familiar que, aunque rapidísimo, permita viajar a gusto.
En las recuperaciones se muestra brillante, rápido y potente, facilitando todas las maniobras de adelantamiento. Un cambio de cinco marchas, de tacto preciso aunque un poco recio, permite aprovechar al máximo las posibilidades del propulsor. El conjunto de motor y cambio tiene un perfil realmente deportivo, tanto por configuración, con un cambio de desarrollos más bien cortos (a pesar de ser más largos que los anteriores), como por tacto de ambos elementos.Enlazando con el cambio, el consumo es quizá el punto más débil, pues tira a cotas elevadas, sobre todo si viajamos con ritmos altos. Sin embargo, con respecto al motor relevado, nos hemos encontrado con medias algo más moderadas. La explicación está, otra vez, en los desarrollos ligeramente más largos, que favorecen el ahorro de gasolina.Y, si el motor llama la atención desde el primer momento, el bastidor del Zafira nos alegra apenas enfilamos la primera curva. Esta versión cuenta con una suspensión más dura que la de serie, con lo que el comportamiento dinámico es todavía mejor. El coche gira con gran aplomo, sin apenas cabeceos de la carrocería. Vira sobre la curva casi plano del todo y no evidencia ninguna querencia. Si acaso, forzando, un cómodo subviraje que se corrige levantando el pie del acelerador.

Pero, una vez más, que nadie piense que un familiar con este trabajo de suspensión se vuelve incómodo. Para nada. El Zafira ha encontrado un más que correcto equilibrio entre dinamismo y confort, con lo que los pasajeros no sufren las durezas de una suspensión deportiva, pero tampoco se ven abandonados al vaivén de una suspensión típica de un familiar. Sólo si el terreno está en mal estado, nos encontraremos con un rebote molesto en las suspensiones. Esto se traduce en malestar para los ocupantes, pero no influye en la eficacia del coche.Pese a esto, en zonas viradas de buen firme, el comportamiento del coche es intachable. Apoyado por unos frenos correctos (aunque acaban acusando el peso del coche) y una dirección de tacto “racing", el Zafira sortea las curvas con la precisión de un esquiador. El caudal de fuerza que mantiene siempre listo el motor permite a este modelo batirse con muchos deportivos que se tienen por “puros", por muy accidentado y retorcido que sea el terreno.

El control de estabilidad (no desconectable) ha sido retocado en las versiones OPC para que sus leyes de actuación sean más permisivas. Gracias a esto, se puede jugar un poco con las reacciones del coche, que, como ya hemos visto, son neutras por naturaleza.

OPC son las siglas de Opel Performance Center, una división de Opel especializada en desarrollar “preparaciones" de carácter comercial, como este Zafira que mezcla elementos de varios segmentos.
En este caso, los ingenieros de OPC han tomado el Zafira normal y le han dado un lavado de cara para añadirle unas tomas de aire aquí, una rejilla mayor allá, un faldón lateral y unas espectaculares llantas de 17 pulgadas. Después, han modificado la suspensión para hacerla más firme y se ha variado el tarado de los muelles para que su acción sea más sólida. El control de estabilidad ha visto restringido su margen de maniobra y tarda más en actuar y, por último, los discos de freno han crecido en diámetro.
El remate final se ha dado en el interior, con asientos Recaro, volante forrado en cuero y varias inserciones metálicas en el pomo de la palanca de cambios y otros puntos. El resultado es una versión muy atractiva y con indudable sabor deportivo.