Opel Zafira 2.0 Turbo OPC

Sin renunciar a su carácter y funcionalidad familiar, un poderoso motor turbo de gasolina de 192 CV hace de este Zafira OPC un peculiar monovolumen preparado para el vuelo rasante.

Opel Zafira 2.0 Turbo OPC
Opel Zafira 2.0 Turbo OPC

De la línea OPC que los hombres de Opel Perfomance Center han desarrollado, esta versión sobre el Zafira es la que resulta cuando menos, la más chocante. En cierto modo parece un contrasentido elevar, hasta donde lo hace este Zafira OPC, las prestaciones en un vehículo de clara vocación familiar. Y además cuando la deportividad de un bastidor con carrocería sobreelevada es susceptible de ponerse en tela de juicio. Pero este aumento de prestaciones trae consigo unos ajustes de los trenes rodantes que hacen que este Zafira conserve un equilibrio y alcance una eficacia que resulta sorprendente.

Muelles y amortiguadores han sido razonablemente endurecidos, conservando a la vez el recorrido propio de las otras versiones Zafira. Los frenos han sido sobredimensionados, al igual que las ruedas, con llantas de 17 pulgadas y neumáticos 225/45 que plantan la huella del OPC sobre el asfalto. El resultado es un conjunto que digiere sin atragantarse todo el potencial que se le viene encima. En vías rápidas sólo podemos destacar el aplomo que conserva en todo momento, tanto a cruceros cercanos a su velocidad máxima como si en pleno apoyo en curva nos encontramos un badén. La estabilización de los movimientos de la carrocería es inmediata y la generosa batalla del Zafira garantiza trazadas imperturbables, lo que se traduce en eficacia y seguridad. Esta contención también permite transiciones razonablemente rápidas, dado el peso y centro de gravedad del Zafira. Como es lógico, en trazados virados no tiene ni busca una agilidad sublime, pero su tren delantero se aguanta más de lo que imaginábamos. No es brusco ni repentino en el subviraje y mantiene una limpieza en toda la curva que lo hace apto para todos los niveles de conducción. Podemos frenar en plena curva, levantar el pie del acelerador ante una duda o corrección o cerrar la curva, que la bondad o inexistencia de reacciones, con una zaga que no se insinúa jamás, facilita enormemente las cosas, aun a costa de sacrificar agilidad desde una perspectiva deportiva.

Es lógico pensar que se ha buscado conservar la facilidad de conducción en un vehículo que en el fondo no esconde su enfoque familiar. De hecho, el confort de marcha no se ve afectado lo más mínimo, resultando ejemplar el equilibrio conseguido con las suspensiones. Por otra parte, este Zafira se cura en salud con la adopción de serie del control de estabilidad, que incluye el de tracción. Pero su implicación en la conducción es mínima, y esto es lo mejor que podemos decir sobre el comportamiento del OPC. Su tarado es claramente permisivo —nos viene a la memoria el intrusivo del Mercedes A210—, dejando deslizar cuando nos movemos en su límite, lo que explica la bondad y eficacia por méritos propios del modelo.