Opel Astra 2.0 Turbo/200 Cosmo 5p

Uno de sus apellidos es “200" y esa cifra no está ahí por casualidad: anuncia los caballos que hay en el motor de este Astra. Bajo su tranquila apariencia se esconde un noble pura sangre del que no querrás bajar.

Un mundo de posibilidades se pone a nuestros pies cuando nos movemos bajo el mandato del modo “Sport" y se debe al chasis IDS Plus, siglas en inglés para Sistema de Conducción Interactiva. Este singular bastidor reúne toda clase de controles electrónicos -ABS, ESP, los reglajes de la suspensión, el sistema de control continuo de la amortiguación (CDC)…- y los adapta a las condiciones de marcha. Un ordenador determina cuál debe ser el grado de firmeza de las suspensiones para afrontar cada giro de la manera más eficaz posible y prepara los distintos dispositivos por si fuera necesaria su entrada en acción. Los amantes de la conducción más dinámica quizá se queden algo fríos ante tantas ayudas electrónicas. Su único consuelo es poder desconectar el control de estabilidad, algo que hasta ahora Opel no permitía, aunque el sistema vuelve a entrar en acción cuando lo cree necesario. Sin embargo, los menos puristas agradecerán estar al volante de un deportivo tan poco exigente. Te subes en el Astra. En principio, no parece que haya nada especial: asientos discretos, no muchos cromados, un buen tono general... La ruptura estética con la anterior generación del modelo es evidente, pero nada hace suponer que estamos al volante de la versión más potente de la gama. No hay un acabado específico, ningún detalle que revele la naturaleza dinámica de su motor (excepto el comedido logo “Turbo" en el portón del maletero), hasta que giramos la llave de contacto.En ese momento, comienza a latir el poderoso corazón del modelo y el nuestro también se acelera. El sonido delata un motor lleno, con fuerza que rebosa cada vez que pisamos el acelerador, y promete acabar con las frías sensaciones de los motores alemanes. Por algo al Astra se le ha bautizado como “el Anti-Golf".Frente a éste, el modelo de Opel opone una mecánica más puntiaguda, con una “patada" mayor que la de su contrincante y con una entrega de potencia menos disuelta. Lo mejor aparece en la zona media del cuentarrevoluciones y, aunque no llegaremos a sentir un empuje brutal, sí estaremos ante un motor más alegre que el del Volkswagen; éste es algo más efectivo, pero demasiado “serio".Con estas características, es evidente que lo primero que nos pide el Astra es que nos lancemos a hacer kilómetros, con el fin de poner a prueba las virtudes de su propulsor. No nos costará mucho lograr un ritmo endiablado mientras la mecánica, desbordante de potencia (el banco de rodillos ha revelado 216 CV a 5.390 rpm) muestra su capacidad de respuesta a nuestras demandas sobre el acelerador. El par que exhibe también es impresionante: 31,2 mkg disponibles a 2.700 rpm. Tendremos una reserva de fuerza más que suficiente hasta la zona media-alta del cuentavueltas, por lo que no nos costará mucho recuperar nuestra velocidad de crucero (inconfesable en cuanto nos dejamos llevar) sin apenas echar mano del cambio; un motor asombrosamente elástico se encargará de digerir la mayor parte de este trabajo. Cuando decidamos afrontar carreteras más enrevesadas sí tendremos que recurrir a la palanca de cambios y será entonces cuando encontremos una de las notas discordantes: el tacto, demasiado espeso, resta encanto a la deliciosa deportividad del conjunto. Es entonces cuando se impone accionar un botón que ha estado llamando nuestra atención desde que nos metimos en el coche. En la parte superior de la consola central se sitúa la tecla “Sport", de la que ya te hemos hablado en otras ocasiones. En otros modelos de la marca, pulsar y cambiar de comportamiento es todo uno. En este Astra, no podía ser menos.La transformación se advierte al instante: la suspensión se vuelve más firme, la respuesta al acelerador se hace más rápida y la dirección obedece antes y con una mayor precisión. Antes de estas modificaciones, el Astra nos parecía un coche muy ágil y aplomado, pero algo neutro, hasta “soso". El botón “Sport" tampoco logra que se suelte la melena, pero lo cierto es que se transforma en un vehículo mucho más vivo y divertido, con un carácter explosivo y con un paso por curva endiablado. Eso sí, sin perder un ápice de su serenidad: la amortiguación se encarga de sujetar firmemente la carrocería y los neumáticos (unos impresionantes 225/45, sobre una llanta de 17 pulgadas) se aferran a la carretera como si hicieran surcos. Para rematar el conjunto, un equipo de frenos con un tacto muy afinado nos permitirá dosificar la frenada a nuestro antojo. Es imposible que tanta alegría no pase factura en los consumos, aunque no esperábamos una cifra media tan alta: llega a los 10 litros/100 km y es la más elevada entre sus rivales. La desventaja no es sólo económica: su autonomía queda muy mermada ante este gasto de combustible.