Opel Agila 1.2

A primera vista, el Agila aparece como un vehículo pequeño, predominantemente urbano y, en autopista, poco amigo del carril izquierdo. Sin embargo, una segunda ojeada puede revelar mucho más, ya que este automóvil de la marca alemana sorprende por su habitabilidad interior y por su comportamiento fuera de la ciudad.

Opel Agila 1.2
Opel Agila 1.2

Evidentemente, este automóvil está pensado para desenvolverse entre el tráfico sin problemas, algo que consigue gracias a su reducido tamaño y a una dirección de funcionamiento correcto. Sin embargo, las posibilidades del Agila van más allá, pues es posible adentrarse en autopistas y alcanzar con relativa facilidad una velocidad de crucero adecuada. En este terreno, la potencia del motor (75 CV) obligará al conductor a recurrir con bastante frecuencia a la transmisión, ya que los repechos de la calzada o los adelantamientos no son el fuerte de este Opel (aunque tampoco representan asignaturas pendientes). La contrapartida a este buen comportamiento -obtenido gracias a movernos casi continuamente en la zona alta del cuentavueltas- es la gran rumorosidad del motor, que llega a resultar bastante molesta.

El Agila puede alejarse de su hábitat urbano para llevarnos a destinos relativamente lejanos, aunque lo mejor será no afrontar con grandes pretensiones trazados muy revirados, donde las suspensiones de este Opel (demasiado blandas) no le permitirán salvar las curvas con el aplomo que debiera. Si unimos a esto la altura del vehículo -que refuerza la impresión de inclinación en los virajes- y el funcionamiento del equipo de frenos, que provocan que este compacto "cabecee" en exceso, entenderemos por qué el conductor no se atreverá a buscar el límite de este automóvil, a pesar de que el buen funcionamiento del cambio (rápido y preciso) y de la dirección inviten a lo contrario. A pesar de todo, el más pequeño de la marca alemana puede presumir de una gran fiabilidad, pues anunciará con un ligero subviraje cualquier situación peligrosa, dotando al conductor de tiempo suficiente para reaccionar y continuar tranquilamente con un trayecto que puede dar de sí mucho más de lo que parece.