Cuando te decides a arrancar este «misil con ruedas» tienes dos opciones bien diferenciadas. Si te decantas por una conducción relajada, el Evo está dentro de los coches más seguros. La tracción total permanente, la electrónica que incorpora y el increíble e imperturbable paso por curva que es capaz de realizar son sorprendentes. También lo notaremos en el consumo de combustible, que, en estas condiciones, se mantiene en un nivel bastante razonable.Si, por el contrario, te decantas por la forma deportiva, hay que estar dispuesto a echar el resto, ya que te va a exigir lo máximo que tengas, tanto de forma física como mental. Su sonido, siempre y cuando no pasemos de las 3.000 rpm, es discreto, pero, a partir de ahí, el silbido del turbo te hace estremecer y, desde luego, te obliga a agarrar con fuerza el volante, porque el coche sale catapultado hacia delante como un auténtico rayo. Sin aparente esfuerzo, la cifra de los 200 km/h aparece ante nuestros ojos en el velocímetro y si seguimos oprimiendo el acelerador en menos de cuatro kilómetros el vehículo dará tope en su velocidad máxima, rondando los 250 km/h, envuelto en un estruendo aerodinámico.Con la tracción total y el nuevo diferencial electrónico, el empuje está garantizado en cualquier circunstancia. En carreteras de montaña, este «artefacto» se desenvuelve como pez en el agua; es, sencillamente, su hábitat natural. Es capaz de encadenar curvas a una velocidad escalofriante, poniendo a prueba tus dotes de pilotaje y tus nervios una y otra vez. Te hace sudar, ya que la velocidad y la tensión a la que este automóvil somete al conductor es grande. La dirección es rapidísima y muy precisa, aunque sigue haciendo ruido cuando se hacen topes con ella -ya que carece de ellos-, y el manejo del cambio es simplemente perfecto, con unos recorridos de palanca cortos, bien guiados, con la dureza justa y un tacto metálico propio de los coches de carreras. El diferencial se deja notar a la salida de las curvas; pisando a fondo el acelerador, la zaga intenta adelantarnos, y se observará un movimiento de «serpenteo» antes de salir lanzados, una muestra más de que ciertos coches hay que conducirlos.En autopista el comportamiento es igual de impresionante y obliga a mantener la cabeza fría, ya que aquí la velocidad es aún mayor y en curvas rápidas te hace dudar si levantar el pie del acelerador o no, debido a un bastidor nervioso y ligero y a la instantaneidad en los cambios de dirección. Desde luego hay que estar muy en forma y con un corazón sano si queremos sacar partido al potencial de este automóvil en cualquier tipo de terreno. Por el contrario, el sistema de frenos, que ha sido modificado e incorpora el ABS de serie, ha cambiado radicalmente su tacto de pedal. Sin que sea malo, ahora da menos confianza, debido a su tacto esponjoso, y se echa de menos el mordiente de su antecesor. A cambio, el ABS pone al alcance de cualquier usuario una buena frenada. En ningún momento desfallecen, siendo realmente difícil encontrar el típico rebote de pedal, salvo en terrenos muy bacheados o en frenadas muy al límite.Las prestaciones son muy semejantes a las del Evolución VI, al igual que los consumos -ligeramente inferiores-, que si bien son razonables mientras no abusemos del acelerador, resultan netamente elevados si nos dejamos llevar por nuestro instinto. Esto es un pequeño "defectillo" que se ve agravado por la capacidad de su depósito, que tan sólo cuenta con cincuenta litros. Con tan escasa cifra y exigiendo a la mecánica, el consumo se puede disparar bien por encima de los 20 l/100 km, lo que nos obligara a repostar cada 200 kilómetros. Ideal para darse un respiro. Los más de 7 millones que cuesta son un lastre incuestionable, pero, a cambio, se ofrece un automóvil casi de carreras, exclusivo, con unas prestaciones y un aspecto impresionantes, que, con toda seguridad, a nadie dejará indiferente a su paso.
Mitsubishi Carisma Evo VI Makinen Edition
Cuando circules por la calle con el "Evo VI y medio", como se le conoce en el mundillo, la gente siempre te mirará. Unos, muertos de envidia, otros te llamarán «macarra». Lo que no cabe duda es que ir sentado en la réplica del campeón del mundo de rallies causa sensación por donde quiera que vayas.
