MG ZT CDTI

Llantas de 18 pulgadas, unos musculosos pasos de rueda, una calandra agresiva... El diseño del ZT destila deportividad y dinamismo y lo mismo ocurre cuando nos asomamos a su interior, donde los detalles “rácing" están por todas partes. Lástima que el motor Diesel que acaba de recibir, dotado de 131 CV, no acompañe del todo esta imagen de “tipo duro".

MG ZT CDTI
MG ZT CDTI

Conscientes de haber creado un modelo que “entra por los ojos", los ingenieros de la marca británica no han querido descuidar el interior del coche, en el que continúan las referencias a los vehículos de carreras.Así, lo primero que encontramos es un puesto de conducción capaz de adaptarse como un guante a cualquier automovilista, gracias a las múltiples regulaciones que ofrecen el volante y los asientos. Éstos, tapizados en cuero negro y azul, son tipo “bacquet", lo que permite una sujeción más que correcta del cuerpo. El fondo de los relojes, como corresponde a todo buen deportivo, es blanco y, además, los cromados vuelven a hacer su aparición en el pomo de la palanca de cambios y en el botón del freno de mano.El sistema de climatización y el de sonido no ocultan la herencia de BMW y, además de mostrar su calidad en el funcionamiento, ofrecen un manejo fácil y todos sus mandos están donde uno espera encontrarlos. Lo mismo ocurre con los botones que desconectan el control de tracción o los que regulan eléctricamente los retrovisores. Sin embargo, la cuidada estética del habitáculo queda empañada por los mandos de los elevalunas o los que accionan las luces interiores, cuyo plástico aparenta ser de peor calidad que el empleado en el resto de los dispositivos. En los asientos traseros, existe espacio suficiente para dos adultos –a pesar de contar con una anchura de 137 centímetros, tres viajarán algo incómodos-. Éstos podrán desplegar el reposabrazos central y colocar refrescos en los portabotes destinados a tal fin. También tendrán amplitud para las piernas, pues se ha conseguido una medida de 78 centímetros, sacrificando –eso sí- algo de espacio en el maletero, que parece más grande desde el exterior. Sin embargo, una vez nos acerquemos y abramos el portón, comprobaremos que contamos con menos volumen de carga del que sugieren las alargadas formas del ZT. Así, la imagen “rácing" se mezcla con el uso de una berlina tradicional... hasta que lleguemos a los trazados de montaña. Aquí se desvela la faceta más deportiva de este MG y despliega una batería de cualidades que ponen en consonancia su apariencia con su comportamiento.Para empezar, los apoyos en las curvas apenas se dejarán sentir, pues el trabajo realizado con el tarado de la amortiguación ha dado como resultado unas suspensiones firmes, que contienen el balanceo de la carrocería sin titubeos. Esto permite afrontar los giros con confianza y marchar a un ritmo bastante vivo, aunque mermará la comodidad de los ocupantes, pues puede llegar a resultar algo brusca en determinados momentos. Personalmente, lo prefiero así; merece la pena contar con un extra de seguridad.En las carreteras reviradas, el modelo británico se muestra mucho más ágil de lo que sus dimensiones o su peso puedan indicar, pues su buen comportamiento se complementa con una dirección precisa y rápida. El tren delantero seguirá fielmente la trazada que marquemos y el trasero lo acompañará sin problemas, aumentando la buena impresión que dejan las maneras aplomadas de este MG. Para redondear el conjunto, un equipo de frenos de funcionamiento correcto –emplea 72 metros para detenerse desde 140 km/h- nos ayudará a afrontar las curvas más complicadas.

Si este terreno muestra la mejor cara del ZT, también es cierto que deja al descubierto su carencia más grave. La ya comentada “pereza" del motor a bajas revoluciones nos obligará a utilizar el cambio con frecuencia, con el fin de mantener el propulsor entre las 2.500 y las 3.500 rpm. Sin embargo, así podremos descubrir una palanca de recorridos cortos y manejo preciso y nos daremos cuenta de que las aceleraciones y recuperaciones son mejores de lo que anuncia la marca.