El confort refinado se muestra también en su impecable rodar, aunque no sabemos si por los neumáticos o por otros elementos de la suspensión, esta versión no nos ha parecido tan rotunda a la hora de circular por firme irregular como sus hermanos de gasolina o incluso el coupé CL. El propulsor, sin embargo, sólo deja oírse con nitidez en los primeros momentos, justo hasta que alcanza la temperatura de régimen. Después sólo emite un suave ronroneo. Puestos en marcha recibimos algunas agradables sorpresas. Su agilidad innata se traduce en una capacidad de circular en ciudad que únicamente se ve ensombrecida por sus generosas dimensiones. Esta agilidad se percibe cuando salimos a carretera y ésta se complica. Si los apoyos no son excesivamente marcados, nos moveremos por carretera como en un modelo de menor tamaño. Otra cosa es querer ir deprisa. En estas condiciones, el peso nos pasa factura limitando su agilidad.
Donde mejor se comporta sin ninguna duda es en curvas rápidas con buen firme. Parece como si siempre nos quedemos cortos en la velocidad a la que podemos pasar. Es tal su aplomo y estabilidad que nos sorprende. Mientras tanto, la dirección ni se inmuta. Fijamos un ángulo de giro y será raro que tengamos que corregir la trayectoria, a no ser que nos equivoquemos. Los frenos también nos ayudan a conseguir esa sensación de seguridad tan saludable, aunque en caso de utilización intensa, llegue un momento en que por muy voluntariosos que se muestren, acaben quejándose y alargando ligeramente las frenadas. Hemos dejado para el final los juicios del propulsor. Su calidad en la entrega de potencia, algo difuminada en parte por un cierto resbalamiento del convertidor y por algo de lentitud en reducir de marcha cuando apretamos a fondo el acelerador, y sobre todo por el mayor peso del vehículo - con extras supera las 1,9 toneladas -, mantiene parámetros similares que en el E 320 CDI. Sin embargo, no repite su capacidad de andar por los hándicaps antes mencionados, aunque estas cifras no sean criticables ya que baja de los 10 segundos en llegar a 100 km/h y de los 30 segundos en cubrir el kilómetro saliendo de parado. Pensando además que se trata de la versión inferior de su gama, creemos que las cifras de prestaciones en todas las mediciones son perfectamente defendibles, sobre todo si tenemos en cuenta los consumos que nos ha proporcionado, con una media de 9 litros en los tres recorridos y en el que nunca hemos superado los 10,2 litros, aunque nos hemos movido con toda la contundencia que nos permite este vehículo. Este propulsor únicamente se suministra adosado a un cambio automático que de la misma forma que el motor y en general todo el vehículo se nos muestra perfectamente compensado. Tiene una función secuencial, que en realidad es más bien un bloqueo de marchas que una parrilla Tiptronic. La única pega que le ponemos es su colocación, para nuestra estatura, demasiado atrás, y que se baja o sube de marchas mediante movimientos laterales. Nos hubiera gustado más que este movimiento fuera hacia delante y hacia detrás. En cuanto a los desarrollos entre la cuarta y la quinta existe un escaso salto, o por decirlo de otra forma, el escalón entre segunda y tercera y tercera y cuarta puede parecer excesivo. No dejamos de estar ante un vehículo cuyo precio de salida flirtea con los 10 millones, pero, en realidad y para lo que nos da - de serie lo lleva todo y más -, no creemos que este precio sea exagerado, no ya sólo comparándolo con sus hermanos de clase, sino también con el precio del E 320 CDI, cuyo precio debe inflarse incluso si deseamos el mismo equipamiento.