Mercedes A 210 L

Con el paso de los años, la Clase A ha dejado de ser sólo un elitista modelo ciudadano. Este 210 Evolution pasa por ser un vehículo más ambicioso y electrizante.

Mercedes A 210 L
Mercedes A 210 L

En carreteras de trazados abiertos, este A 210 puede dar rienda suelta a todo su potencial, con una pisada sobre el asfalto muy rigurosa. En este sentido, esta versión larga se aprovecha de las ventajas de su crecida batalla. Aunque por sus medidas externas no lo parezca, si la versión corta tiene una batalla como la del Peugeot 206, por ejemplo, en esta larga es como la de un aplomado 307. Recordamos al último A 190 corto que pasó por nuestras manos como un vehículo con una estabilidad lineal no todo lo precisa que deseábamos. Corto de batalla, alto de carrocería, con escasos recorridos de suspensión y neumáticos anchos de bajo perfil, forman un cóctel que obliga a menudo —salvo un piso inmaculado— a rectificaciones de dirección. No sabemos a ciencia cierta cómo se comportará este nuevo 210 con carrocería corta, pero de lo que podemos dar fe en este "largo" es que la tendencia a serpentear sobre la carretera se ha reducido hasta pasar casi desapercibida. Los apoyos en curvas son sólidos y tranquilizantes en toda la trayectoria. Nada lo inquieta y aborda badenes sin descomponerse. El firme tarado de las suspensiones, con los recorridos cortos en la Clase A aumenta la sensación de aplomo, aunque como contrapartida el confort de marcha no es su fuerte. Las pequeñas irregularidades las filtra muy bien, teniendo además en cuenta el perfil de las ruedas, pero ante movimientos largos de suspensión el tacto es de coche "R". Mientras los trazados sean abiertos y el asfalto se mantenga en buenas condiciones, este A 210 se muestra como un pequeño pero matón rodador de altos vuelos. Peor lleva las zonas más sinuosas, donde puede obligarnos a renunciar a su condición de deportivo. Cuando anteriormente hablábamos de secretos o limitaciones en su bastidor, nos referíamos a la excesiva dependencia del control de estabilidad ESP —que además no es desconectable—, en ayuda de un tren delantero que pudiera tener, intencionadamente, serias limitaciones de subviraje y motricidad. Mientras los giros de volante que efectuemos no supongan superar un cuarto de vuelta aproximadamente, el A 210 hila muy fino entre curvas, es ágil y sólido, y su motor lo convierte en una eficaz catapulta entre curva y curva, aunque su dirección no está exenta de pequeñas inercias.

Si el trazado o la velocidad a la que circulamos nos exige giros de volante superiores, la pérdida de eficacia es enorme. No sabemos si por un exceso de celo por parte de Mercedes o porque verdaderamente se confirman las limitaciones de este concepto de bastidor —alto, aunque ya no tan corto— para una conducción deportiva, el caso es que, a poco que agilicemos la marcha, el ESP anula nuestras órdenes sobre el acelerador y deja el coche "clavado". Esto evita con una anticipación exagerada cualquier atisbo de derrape, y como deportivo su conducta y eficacia es muy discutible.

Los frenos sí cumplen con su cometido más radical. Con discos delanteros autoventilados y perforados, la mordiente y resistencia a la fatiga es muy notable, aunque el pedal llega a perder tacto en un uso intensivo.

Al margen de las posibilidades dinámicas de esta versión, el envoltorio adornado por AMG refina un modelo ya de por sí con una calidad de fabricación muy por encima de los coches de su tamaño. El puesto de conducción nos lleva a otra dimensión, con aluminio y piel en salpicadero, pedalier, volante y asientos. La presentación es impecable. Una vez en marcha no es todo lo refinado que esperábamos. A la rumorosidad mecánica se suma la aerodinámica, muy acusada a la altura de los retrovisores. Y la firmeza de las suspensiones provoca vibraciones en los asientos traseros cuando van sin pasajeros. El equipamiento incluye todo un arsenal en materia de confort y seguridad, pero su precio es un tanto elevado. La combinación de su formato monovolumen con un carácter deportivo le da un toque de exclusividad —realzada con la estrella de parrilla—, pero no de especialización, lo que le pone en el punto de mira de modelos como un Audi A3 1.8 Turbo 150 CV, más deportivo, o el nuevo Opel Zafira OPC 190 CV, más amplio y prestacional.