Hay algo en Mazda que siempre deja satisfecho. Es una mezcla de buen hacer, fidelidad a un espíritu deportivo y mucho mimo en la puesta a punto. El 2 es un ejemplo claro de este “sabor Mazda".
Construido sobre el bastidor del Ford Fiesta y equipado con su mismo motor 1.6 de 100 CV, este modelo hispano-japonés debería reproducir aproximadamente el comportamiento del pequeño de Ford. Sin embargo, a nuestro juicio, es un coche más hecho, mejor rematado y más capaz en la carretera.
El trabajo más influyente se ha realizado sobre la suspensión. Muelles más firmes, anclajes más sólidos y mayor rigidez general permiten apurar más la ya de por sí gran agilidad de este bastidor. Una dirección muy rápida y precisa completa el conjunto de suspensión y chasis con un toque realmente deportivo.
El resultado es un coche de movimientos vivos, aplomado y muy solvente en cualquier terreno. El Mazda 2 ataca las curvas pidiendo más guerra de la que su apariencia podría hacernos pensar. Estable y muy rápido, pasa por los giros sin evidenciar ninguna querencia. Apenas se aprecia un subviraje cuando se va muy rápido, un problema que se corrige con sólo levantar el pie del gas. Por lo demás, el límite de adherencia está realmente arriba, la carrocería apenas oscila y, en total, el comportamiento dinámico tiene mucho de deportivo, de coche con maneras de velocista.En carreteras abiertas es un vehículo bastante cómodo, gracias al buen equilibrio entre eficacia y confort que muestran sus suspensiones. Los viajes largos se realizan sin problemas y los ritmos que permite alcanzar en autopista son inconfesables. Baste decir que se sostiene sin apuros en cruceros de 170 km/h .En estos tiempos de predominio turbodiésel y motores tranquilotes, es un gusto encontrarnos con un motor como éste de Mazda, una máquina dotada de un carácter vibrante. Para esto los japoneses no se andan con bromas: si es gasolina, tiene que ser, o parecer, deportivo y picudo. Y este motor lo es.Con los 105 CV que confiesa sobre el banco de rodillos, este modelo nipón de alma europea hace maravillas. Es un motor muy lleno, con gran presencia de ánimo en todos los tramos del cuentavueltas, en especial sobre las 4.000 rpm. Se estira con ganas casi hasta las 7.000 y hace gala de una elasticidad muy por encima de la que ofrecen otros coches de su segmento. A cambio, el consumo no es de los mejores. Sus condiciones invitan a mantener ritmos muy vivos, lo que repercute en el depósito. No es especialmente grave, pero una media de 7,8 litros a los 100 como promedio no es para presumir.El buen rendimiento del motor se apoya en el cambio, una caja de cinco relaciones aparentemente bastante abiertas, pero que van muy bien escalonadas, lo que da una impresión de desarrollo más corto de lo que es. El trabajo tiene una vez más sabor deportivo, con marchas que invitan a ser apuradas al máximo y una palanca de recorridos cortos y precisos que uno no se cansa de manipular.
Con todo, las prestaciones están a buen nivel. El 0-100 km/h de 11,2 segundos no es una maravilla, pero cumple y, en carretera, apoyado en el cambio, el Mazda 2 adelanta y recupera sin ponernos en aprietos. Al fin y al cabo, 100 CV son muchos para un coche de su tamaño y tiene que notarse su poderío.