Además, el cambio automático de cuatro marchas suaviza las reacciones del motor de forma que los excesos llegan a las ruedas muy filtrados, tanto que el control de tracción apenas entra en acción sobre firme seco. Precisamente el cambio es uno de los elementos que más condicionan el comportamiento dinámico del coche. El motor es mejor de lo que parece. Tiene ya años, parte del mismo que emplearon el MX-6 y el Ford Probe, pero también da la impresión de estar "ahogado" por un cambio automático lento y de lógica anticuada, además de contar con sólo cuatro marchas de desarrollos largos. A velocidades bajas esto se traduce en cierta pereza de reacciones, aunque, una vez que el coche se lanza y adquiere velocidad, el motor tira de él con soltura. Se puede rodar muy rápido, pero al menor repecho el cambio reduce una marcha, pasando a tercera, con la aguja próxima a los 200 km/h. Esto no se traduce en mucho más ruido -como ya hemos comentado el coche es muy silencioso y agradable en todo momento- pero sí en una falsa sensación de ir forzando la mecánica innecesariamente, además de que estos excesos se pagan en consumos elevados. Viajando casi a fondo, que vienen a ser cruceros de entre 180 y 200 km/h, el ordenador situado en la consola central puede llegar a indicar hasta 20 l/100 km. El cambio tiene otra particularidad. Se trata de un pulsador en la palanca que conecta una posición denominada "Hold". El cambio en utilización convencional tiene tres posiciones normales: L, S y D. En L funcionan sólo la 1ª y 2ª velocidad. En S hasta la 3ª y en D hasta la 4ª, siendo la electrónica la encargada de seleccionar la marcha adecuada en cada momento. Funciona como un bloqueo de un cambio automático tradicional. Si conectamos la posición "Hold", tenemos en la base del cambio unas numeraciones paralelas a L, S y D, que son 1, 2 y 3. El cambio entonces se queda bloqueado en la marcha que indica, incluso para iniciar el movimiento. Tan sólo situándolo en tercera podría reducir una marcha para arrancar si fuera necesario. Es decir, si seleccionamos la posición 2, arrancará en segunda y no cambiará de marcha en ningún momento, tanto si pisamos a fondo (no hace "kick-down"), como si lo subimos de vueltas. Seguirá subiendo, entrará en la zona roja y sólo nuestro instinto de conservación de la mecánica nos hará echar mano a la palanca y subir una marcha más. Si levantamos el pie del acelerador, tampoco pasa a una marcha superior como lo haría el cambio en el modo convencional. La utilidad de esta posición se encuentra en la posibilidad de manejar el cambio de la forma más parecida a un cambio manual, ya que permite mantener la marcha, estirarla si fuera necesario y tener después retenciones del motor. En zona montañosa puede resultar práctica y se llega a manejar de forma intuitiva y rápida. Permite acelerar, mantener la marcha, frenar, tomar una curva y salir acelerando en esa misma marcha. Únicamente hay que tener cuidado de no subirlo de vueltas, porque el motor estira tan bien que, si esperamos una pérdida de rendimiento más allá de las 7.000 rpm que nos induzca a cambiar, no la vamos a detectar con facilidad. Este modo de manejo, más personal y deportivo, está apoyado por unos frenos potentes, con buen tacto y resistentes. Las distancias de parada son cortas, pero es que además parece que no acusan el esfuerzo continuado. En definitiva, el Xedos 9 está pensado para un uso sin excesivas prisas, aunque por comportamiento y frenos acepta casi todo. Las reacciones no son explosivas y sólo si queremos ir verdaderamente rápido comienzan a aparecer algunas limitaciones. A cambio, nos ofrece un confort de primera con una rodadura silenciosa y suave. Además de una suspensión cómoda y un equipamiento que no deja apenas lagunas.
Mazda Xedos 9 2.5 V6 24V automático
Imagen distinta y exclusiva, confort de marcha, un extenso equipamiento de serie y un precio competitivo dentro de su categoría. El nuevo Xedos 9 posee buenos argumentos para gustar.
