Porsche y Maserati tienen dos formas muy diferentes de entender la deportividad. Sus coupés 2 2 que rivalizan en el mercado ofrecen una configuración mecánica completamente opuesta, pero ambos sintonizan con un público fiel y, sobre todo, amante de los deportivos puros. Porque pocas firmas pueden presumir de tanta tradición fabricando modelos de una naturaleza tan exclusiva y deportiva. Son auténticos especialistas en automóviles de altas prestaciones y líneas coupés.
En esta generación, Porsche ha lanzado la enésima versión de su incombustible 911. Nunca en la historia de la marca de Stuttgart había en el mercado tantas variantes «nueveonce». Quizás porque esta familia
Es cierto que tras probar el Turbo, ya no hay otro 911 de esta generación que me guste más. Pero este GTS reconozco que también me ha cautivado. Anuncia 408 CV que no hemos podido corroborar en nuestro banco de rodillos que estén bajo el capó, pero sus excelentes prestaciones parece que sí lo confirman. No obstante el motor es básicamente el mismo de las variantes S, con
Así que en este comparativo estamos ante un auténtico Maserati que se enfrenta a uno de los 911 más afinados de la historia. Es un duelo entre dos de los mejores coupés atmosféricos del mercado. Porque aunque el V8 italiano es menos sofisticado que el alemán, seduce tanto o más su entrega de potencia. También es cierto que cuenta con un litro más de cilindrada —el medio litro que supone cada cilindro de más que lleva frente a su rival— para compensar la tecnología de inyección directa que emplea el seis cilindros de Porsche. Si sólo nos dejamos llevar por nuestro cerebro emocional, podemos decir que el V8 es primoroso y que nos llena de placer cada vez que aceleramos; sin embargo, cuando analizamos sus consumos comprobamos que la diferencia es aplastante y que gasta mucho más. Probablemente muchos compradores de este tipo de coches no miren mucho esto, pero hay que reconocer que el trabajo que ha hecho Porsche en este apartado es espectacular. Se puede decir que este motor de
El Maserati carece de la 7ª y también de un cambio de doble embrague como el PDK que lleva el modelo de Stuttgart, pero me ha sorprendido muy gratamente el funcionamiento de su cambio automático. También lleva unas generosas levas detrás del volante y los cambios de marcha son tan rápidos que parece que estamos ante una caja de doble embrague. Si se quiere ir relajado los cambios son muy suaves y si se desea atacar a fondo tramos virados de montaña, hay que reconocer que funciona con una rapidez excelente.
En general se puede decir que en un uso diario, por la calle, el Maserati está a la misma altura, o quizás por encima, del todopoderoso 911. Pero cuando entramos en un circuito, entonces las cosas cambian. En ese terreno el Porsche no tiene rival. Se come a su adversario incontestablemente. En primer lugar por el peso: hay una diferencia de
Mientras el Porsche entra en las curvas con una facilidad pasmosa, con una zaga que ayuda a redondear la curva, bien sea a base de inercia porque nos interese descolocar el coche, o bien a base de acelerador ya que este GTS es un propulsión trasera, el Maserati se resiste a dejar entrar su tren delantero en los virajes más lentos. El motor colgado detrás ya no molesta en esta generación 997 plus, si bien el reparto de pesos es más favorable en el modelo italiano que cuenta con su V8 colocado delante longitudinalmente pero muy retrasado, con el cambio tipo Transaxle sobre el tren trasero para favorecer el reparto de masas. Aún así, tanto peso delante y una batalla muy grande —tiene medio metro más de distancia entre ejes— no permiten abordar las curvas lentas. También hay que tener cuidado con el gas porque desconectando los controles de estabilidad para hacer tiempos en el circuito, el tren trasero siempre tiende a derrapar, aunque es bastante fácil hacerse con los mandos ya que su enorme batalla nos avisa de sus intenciones sin brusquedades. El Porsche, por el contrario, es más difícil de hacerlo derrapar de la zaga a no ser que nos lo propongamos, ya que su entrega de potencia es más suave y lineal.
Normalmente siempre me decantaría por un Porsche 911 como este GTS que me ha parecido el atmosférico perfecto. Pero el Maserati Gran Turismo S me ha gustado tanto en el día a día que me ha seducido completamente. Es un coupé con cuatro auténticas plazas, mucho más cómodo, tanto de suspensión como de rumorosidad, y de una estética exquisita que lo convierten en el centro de todas las miradas. Sólo si vas a utilizar el coche para rodar en circuito y realmente rápido por carreteras de montaña necesitas el 911 GTS, pero hay que reconocer que no es una práctica habitual de casi nadie. Es peor deportivo, pero aunque sólo sea por originalidad, me quedo con el Maserati.
Donde sí ha salido ganador el coupé del símbolo del tridente para sorpresa de todos ha sido en ¡los frenos! Parecía imposible ganar a un 911 en una prueba de frenada, pero este Maserati lo ha conseguido, y eso que no emplea un equipo con discos mucho más generosos —apenas
Queda claro pues, que en circuito, el GTS es claramente superior, pero… ¿y en la vida diaria? Pues ahí ya no tengo las cosas tan claras, o mejor dicho, mis prejuicios en los que pensaba que me iba a gustar mucho más el 911, como suele ocurrir casi siempre, se desvanecieron cuando conviví toda una semana a bordo de este Gran Turismo S. El 911 tiene un tamaño más compacto y se puede aparcar mejor, así como pasar más desapercibido por la ciudad, pero el modelo de Módena es una delicia. El sonido es tanto o más embriagador que el de su rival, pero la rumorosidad en viajes es mucho más contenida haciendo los viajes más placenteros. Por no hablar de su habitáculo, mucho más amplio y confortable —sobre todo para los pasajeros de las plazas traseras—, con un nivel de equipamiento digno de la mejor de las berlinas. Por eso, aunque el Maserati es mucho más caro, también hay que decir que está mucho mejor equipado y, por tanto, compensa el precio final.
Porsche y Maserati tienen dos formas muy diferentes de entender la deportividad. Sus coupés 2 2 que rivalizan en el mercado ofrecen una configuración mecánica completamente opuesta, pero ambos sintonizan con un público fiel y, sobre todo, amante de los deportivos puros. Porque pocas firmas pueden presumir de tanta tradición fabricando modelos de una naturaleza tan exclusiva y deportiva. Son auténticos especialistas en automóviles de altas prestaciones y líneas coupés.
En esta generación, Porsche ha lanzado la enésima versión de su incombustible 911. Nunca en la historia de la marca de Stuttgart había en el mercado tantas variantes «nueveonce». Quizás porque esta familia
Es cierto que tras probar el Turbo, ya no hay otro 911 de esta generación que me guste más. Pero este GTS reconozco que también me ha cautivado. Anuncia 408 CV que no hemos podido corroborar en nuestro banco de rodillos que estén bajo el capó, pero sus excelentes prestaciones parece que sí lo confirman. No obstante el motor es básicamente el mismo de las variantes S, con
Así que en este comparativo estamos ante un auténtico Maserati que se enfrenta a uno de los 911 más afinados de la historia. Es un duelo entre dos de los mejores coupés atmosféricos del mercado. Porque aunque el V8 italiano es menos sofisticado que el alemán, seduce tanto o más su entrega de potencia. También es cierto que cuenta con un litro más de cilindrada —el medio litro que supone cada cilindro de más que lleva frente a su rival— para compensar la tecnología de inyección directa que emplea el seis cilindros de Porsche. Si sólo nos dejamos llevar por nuestro cerebro emocional, podemos decir que el V8 es primoroso y que nos llena de placer cada vez que aceleramos; sin embargo, cuando analizamos sus consumos comprobamos que la diferencia es aplastante y que gasta mucho más. Probablemente muchos compradores de este tipo de coches no miren mucho esto, pero hay que reconocer que el trabajo que ha hecho Porsche en este apartado es espectacular. Se puede decir que este motor de
El Maserati carece de la 7ª y también de un cambio de doble embrague como el PDK que lleva el modelo de Stuttgart, pero me ha sorprendido muy gratamente el funcionamiento de su cambio automático. También lleva unas generosas levas detrás del volante y los cambios de marcha son tan rápidos que parece que estamos ante una caja de doble embrague. Si se quiere ir relajado los cambios son muy suaves y si se desea atacar a fondo tramos virados de montaña, hay que reconocer que funciona con una rapidez excelente.
En general se puede decir que en un uso diario, por la calle, el Maserati está a la misma altura, o quizás por encima, del todopoderoso 911. Pero cuando entramos en un circuito, entonces las cosas cambian. En ese terreno el Porsche no tiene rival. Se come a su adversario incontestablemente. En primer lugar por el peso: hay una diferencia de
Mientras el Porsche entra en las curvas con una facilidad pasmosa, con una zaga que ayuda a redondear la curva, bien sea a base de inercia porque nos interese descolocar el coche, o bien a base de acelerador ya que este GTS es un propulsión trasera, el Maserati se resiste a dejar entrar su tren delantero en los virajes más lentos. El motor colgado detrás ya no molesta en esta generación 997 plus, si bien el reparto de pesos es más favorable en el modelo italiano que cuenta con su V8 colocado delante longitudinalmente pero muy retrasado, con el cambio tipo Transaxle sobre el tren trasero para favorecer el reparto de masas. Aún así, tanto peso delante y una batalla muy grande —tiene medio metro más de distancia entre ejes— no permiten abordar las curvas lentas. También hay que tener cuidado con el gas porque desconectando los controles de estabilidad para hacer tiempos en el circuito, el tren trasero siempre tiende a derrapar, aunque es bastante fácil hacerse con los mandos ya que su enorme batalla nos avisa de sus intenciones sin brusquedades. El Porsche, por el contrario, es más difícil de hacerlo derrapar de la zaga a no ser que nos lo propongamos, ya que su entrega de potencia es más suave y lineal.
Normalmente siempre me decantaría por un Porsche 911 como este GTS que me ha parecido el atmosférico perfecto. Pero el Maserati Gran Turismo S me ha gustado tanto en el día a día que me ha seducido completamente. Es un coupé con cuatro auténticas plazas, mucho más cómodo, tanto de suspensión como de rumorosidad, y de una estética exquisita que lo convierten en el centro de todas las miradas. Sólo si vas a utilizar el coche para rodar en circuito y realmente rápido por carreteras de montaña necesitas el 911 GTS, pero hay que reconocer que no es una práctica habitual de casi nadie. Es peor deportivo, pero aunque sólo sea por originalidad, me quedo con el Maserati.
Donde sí ha salido ganador el coupé del símbolo del tridente para sorpresa de todos ha sido en ¡los frenos! Parecía imposible ganar a un 911 en una prueba de frenada, pero este Maserati lo ha conseguido, y eso que no emplea un equipo con discos mucho más generosos —apenas
Queda claro pues, que en circuito, el GTS es claramente superior, pero… ¿y en la vida diaria? Pues ahí ya no tengo las cosas tan claras, o mejor dicho, mis prejuicios en los que pensaba que me iba a gustar mucho más el 911, como suele ocurrir casi siempre, se desvanecieron cuando conviví toda una semana a bordo de este Gran Turismo S. El 911 tiene un tamaño más compacto y se puede aparcar mejor, así como pasar más desapercibido por la ciudad, pero el modelo de Módena es una delicia. El sonido es tanto o más embriagador que el de su rival, pero la rumorosidad en viajes es mucho más contenida haciendo los viajes más placenteros. Por no hablar de su habitáculo, mucho más amplio y confortable —sobre todo para los pasajeros de las plazas traseras—, con un nivel de equipamiento digno de la mejor de las berlinas. Por eso, aunque el Maserati es mucho más caro, también hay que decir que está mucho mejor equipado y, por tanto, compensa el precio final.