Lexus SC 430

Con el exquisito refinamiento al que nos tiene acostumbrado Lexus y la rotundidad que transmite su techo rígido escamoteable, el SC 430 entra por la puerta grande y sobre alfombra roja en el segmento de los más distinguidos descapotables del mercado.

Lexus SC 430
Lexus SC 430

Dinámicamente la suavidad es de nuevo la principal característica que marca la personalidad del SC, pero no siempre significa que sea bueno en un vehículo descapotable. No transmite ni la sensación de rigidez de bastidor ni la solidez de marcha del Mercedes SL, que es el auténtico baluarte de los descapotables en este sentido, aunque su conducta en carretera sea francamente notable, incluso de nota superior teniendo en cuenta su filosofía.La incursión de Lexus en el segmento de los descapotables corresponde en toda su dimensión a lo que se podría esperar de una marca que representa el mejor quehacer del lujo y representación de la industria japonesa. Además, si Lexus se vanagloria –y no le falta razón– de fabricar en muchos casos los coches más suaves y silenciosos del mercado, lo mismo valdría para este lúdico SC. Al margen de esta enorme y agradable sensación de refinada suavidad que transmite, visualmente el SC presenta un aspecto excepcional, tanto por la calidad de los materiales –con madera y piel en el habitáculo de extraordinario tacto– como la ejecución de todos los acabados. Y todo esto adornado con un equipamiento (asientos y volante eléctricos, los primeros en piel y también calefactados; radio que regula el volumen y la ecualización en función del ruido y ubicación del techo, al igual que el climatizador, etc.) y culto al detalle (trampillas eléctricas de elegante madera que cubren la radio y la pantalla táctil multifunción; volante que se desplaza eléctricamente para facilitar la entrada/salida, etc.) de primerísimo y envidiable nivel.

La utilización de un techo rígido escamoteable, que parece hoy día condición obligada, termina por confirmar una impecable realización. La metamorfosis tarda 25 segundos. Una maniobra orquestada eléctricamente que no exige ni seguros que liberar. En formato cerrado el hermetismo del techo es soberbio. No hay ruidos aerodinámicos que delaten su condición –no en vano presenta un Cx de 0,29 con el techo puesto- y la finísima mecánica no empaña una atmósfera excelentemente aislada del exterior. Guardado el techo en el maletero se confirma la intención de mantener un habitáculo muy agradable. Con los asientos en su posición más baja, la protección es muy elevada. No aparecen ruidos aerodinámicos sin turbulencias desagradables que penalicen en exceso el viaje, y sólo el lógico ruido del viento a partir de los 150 km/h aproximadamente, nos exige alzar la voz algo más de lo deseado. Pero este buen aislamiento cobra su tributo. Existe una mala relación entre una posición de conducción que resulta baja, para una cintura de la carrocería algo alta, o viceversa, que empeoran los testimoniales asientos traseros –con los arcos antivuelco disfrazados de reposacabezas- ligeramente por encima de los delanteros. Conclusión, la visibilidad es muy mala, y en maniobras y circulación urbana vamos un poco vendidos a la hora de controlar el contorno de la carrocería.

Dado el escaso espacio existente para las piernas y la exagerada verticalidad del respaldo posterior, las plazas traseras, como ya hemos comentado, no dejan de ser testimoniales. Aunque en su descargo hay que decir que hemos ido en un trayecto urbano cuatro adultos con alturas cercanas a los 1,80 metros… una cuestión de sacrificio por parte de todos. El maletero dispone en su máxima configuración de una respetable capacidad de 380 litros (150 litros con el techo recogido), pero sus formas son muy irregulares y cunden mucho menos de lo que teóricamente ofrece.