Lancia Lybra 2.0 LX

Agradable, suave y con muchos detalles. Así es el Lancia Lybra con el motor de cinco cilindros y dos litros. No es una opción para cualquiera, sino para aquellos que aprecien una serie de pequeños lujos y trato exquisito, aunque salga algo más caro.

Lancia Lybra 2.0 LX
Lancia Lybra 2.0 LX

El Lancia Lybra es un coche especial para gente especial, que aprecie por encima de otros valores ciertos detalles de lujo y confort. Para aquellos que miran mucho la calidad de los materiales del interior y buscan obtener una sensación agradable sentado a sus mandos. En ese aspecto, el Lybra responde a la perfección. Los materiales empleados son excelentes y el ajuste, de primera. Adornos de madera y plástico plateado, pero de buena calidad, buen tacto de todos los mandos y la clásica tapicería de Alcántara que tanto se emplea en Lancia y que resulta muy agradable al tacto y muy práctica de cara a su limpieza. El color de nuestra unidad era un tono claro que hace más luminoso y elegante el habitáculo, un color que aumenta esa sensación acogedora, pero que es difícil de mantener limpio. Los asientos, además de amplios para tallas anchas, son de un mullido blando muy cómodo. De la sujeción lateral se encarga el propio tejido, que ya de por sí resulta muy adherente. La postura al volante es bastante buena en general, aunque con un plano algo elevado. No le falta altura al techo, pero la parte superior del volante puede llegar a tapar parte de la instrumentación, en función de la regulación del volante y de la posición elegida. El sistema de navegación-teléfono (opcional, con un precio de 370.000 pesetas) y el equipo de sonido están en una misma unidad —situada en el centro del salpicadero— pero no tienen un manejo muy intuitivo; a cambio, el sonido es de la más alta calidad. De eso se encarga Bose y, por si fuera poco, viene de serie. La iluminación del interior sigue con ese estilo de sorprender con detalles bien pensados a los pasajeros. Así, todos los mandos están iluminados en color verde, pero también el centro del salpicadero, gracias a una pequeña luz situada en el espejo que, sin ser molesta, ilumina ligeramente toda esa zona. También tienen luz los tiradores de las puertas y las propias puertas al abrirlas, para ver donde se apoya el pie al salir.