Jaguar X-Type 2.2D

Cuando salió el primer Jaguar Diesel, el X-Type 2.0D, muchos puristas se rasgaron las vestiduras. No se podían creer que la leyenda de los Jaguar se ensuciase con un coche de gasóleo y tracción delantera. Nos gustaría saber si ahora serán capaces de creerse lo bien que va este nuevo X-Type 2.2D, el segundo que se ha ce sobre este chasis y, posiblemente, el que mejor dinamismo presenta en toda la gama de la mítica marca británica.

Jaguar X-Type 2.2D
Jaguar X-Type 2.2D

Lo anterior, que puede sonar un poco irreflexivo e irreverente, no es más que la constatación, una vez más, de que el X-Type es un coche diferente, con una personalidad propia dentro de la familia Jaguar y, además, lleno de virtudes.
Tiene virtudes heredadas de su familia “de sangre": el lujo, la estética, los buenos acabados, la exclusividad... Y tiene virtudes heredades de su familia “política": el chasis, el dinamismo y el motor.

Está claro que, en esta ocasión, con la llegada del nuevo propulsor 2.2 Diesel de 155 CV, el aporte de la familia “política", es decir, el grupo Ford, gana presencia y casi domina al aporte genético puramente Jaguar.

 
   
 

Y es que estamos ante un motor fantástico que se adapta como un guante al magnífico bastidor del Jaguar X-Type, el mismo que lleva el Ford Mondeo. Y, claro, se adapta sin ningún problema a la tradición deportiva y elitista de los Jaguar de toda la vida.El recién llegado es un motor fabricado por Ford que ha vimos recientemente sobre el Mondeo. Es una máquina de 2.2 litros que, pasada por nuestro Centro Técnico, ha arrojado unas cifras magníficas: 157 CV de potencia (¡a sólo 3.000 vueltas!) y 42,3 mkg de par máximo, con un consumo promediado de poco más de 7 litros. Es decir, mejora los números oficiales declarados por Jaguar y lo hace sin demasiados esfuerzos.Esa misma desenvoltura, esa suficiencia, se siente constantemente cuando se va al volante. El 2.2 tiene un tacto suave, muy dulce, casi inocente. Pero no es más que una impresión y, además, parcialmente errónea. El motor es suave y noble, sí, pero tiene una fuerza descomunal. A simple punta de gas, el motor entrega un caudal de potencia amplio y poderoso, lleno de alegría y de matices.Sea sobre el terreno que sea, el 2.2 responde siempre con una solvencia impresionante. Desde muy pocas vueltas ya se nota su magnífica presencia de ánimo, un espíritu alegre y decidido que no desaparece en ningún tramo del cuentarrevoluciones. El motor se estira sin ninguna pereza, empujando airoso por encima de las 5.000 vueltas y, lo que es mejor, permitiendo que el Jaguar siga aumentando su velocidad incluso a esas alturas de régimen.
El resultado de este buen hacer en todos los tramos es un coche rapídisimo que corre sin dar impresión de hacerlo. Uno se sorprende a velocidades altísimas sin que la sensación de velocidad percibida corresponda con la realidad. En autopistas y carreteras fáciles, los cruceros que se pueden mantener son casi inconfesables…
Pero, además, con sus 157 CV y su sobrada cifra de par, el X-Type tiene también una buena pegada en las distancias cortas. Acelera con facilidad, marcando un brillante 0-100 km/h de sólo 9,7 segundos y, en consonancia con esto, hay que destacar las excelentes recuperaciones y la sorprendente capacidad para adelantar que tiene. Pero que nadie se crea que lo dicho hasta ahora describe a un coche bronco o demasiado áspero. Al contrario: las bondades del common rail de segunda generación hacen que ese chorro de fuerza que libera el propulsor lleguen a las ruedas con una exacta combinación de poder y suavidad, eso que solemos llamar nobleza.No se acaba ahí la colección de virtudes que adornan a este nuevo corazón Diesel. A su enérgico carácter se unen un consumo bastante comedido (especialmente en autovía) y un funcionamiento muy silencioso, con niveles de ruido inferiores a los que este mismo motor produce cuando va sobre un Ford.Este motor turbodiésel procede de los talleres de Ford, aunque en Jaguar aseguran que lo han retocado para que, sobre sus coches, tenga un carácter algo más sedoso.
Para construir este propulsor, los ingenieros de Ford tomaron la base del turbodiésel de dos litros Duratorq anterior. Sobre él, realizaron varias modificaciones.
Según Jochen Tüting, ingeniero responsable del proyecto, la primera fue ampliar la cilindrada, para lo que se aumentó la carrera de los cilindros. Después, mejoraron y reforzaron los pistones, el cigüeñal y las bielas. También cambiaron el sistema de inyección: ahora cuenta con inyectores de nuevo cuño, que llevan siete orificios de inyección, en lugar de cinco, y, además, son agujeros más pequeños, con lo que el combustible se pulveriza todavía mejor al entrar en los cilindros. El common rail, obra de Delphi, es de segunda generación e inyecta a 1.600 bares.
Por último, se ha mejorado el turbo, que ya es capaz de girar a 225.000 revoluciones por minuto.
Con todo, en Ford aseguran que han logrado una suavidad de marcha equivalente a la del viejo dos litros y, de paso, han dotado al motor de una fuerza inédita: 36 mkg que, gracias a la función overboost, se pueden transformar durante unos instantes en 40 mkg,(42 mkg, según nuestro Centro Técnico).
En esta ocasión, viene asociado a una caja de cambios de seis relaciones que destaca por lo bien ajustado de sus desarrollos, perfectamente escalonados. Destaca la cuarta marcha, pletórica, que mueve al X-Type desde muy pocas vueltas y parece inyectarle una dosis extra de energía. Con un motor tan interesante, las buenas maneras del X-Type sobre el asfalto no hacen más que mejorar. Ya otras veces hemos hablado de lo bien que rueda este coche y ahora no cabe decir otra cosa. El chasis del Mondeo sigue siendo de lo mejor de la categoría y eso se nota al conducir el Jaguar, pero, además, en este caso hay todavía un poco más de confort.
En carreteras cómodas, el coche saca lo mejor de su historia de lujo y distinción. Apoyado sobre una suspensión más bien cómoda, el coche traza las curvas de radio amplio igual que un tren, sin mostrar el más leve signo extraño, sin apurarse, sin más dejar que los pasajeros sepan apenas cómo está el asfalto. Y, si alguna irregularidad del suelo, algún bache o alguna junta de dilatación logra superar el filtro de la suspensiones y llegar al habitáculo, la culpa hay que echársela a los neumáticos, que, con muy poco perfil y muchísima goma sobre el asfalto, restan capacidad de amortiguación al conjunto y le quitan algo de comodidad al interior.Pero esta pequeña molestia es inevitable cuando se elige el acabado Sport, el más deportivo de la gama, que, entre otras cosas, ofrece estos espectaculares Pirelli 225/40 ZR 18 que montaba nuestro X-Type.

Claro que, gracias a ellos, y, cómo no, al bastidor, el Jaguar alcanza los magníficos niveles dinámicos que alcanza. Estos niveles se aprecian mejor cuando entramos en carreteras más complicadas y ponemos a prueba a fondo el conjunto de chasis y motor.
En estos terrenos, el X-Type da lo mejor de sí mismo y hace gala de un mimado equilibrio entre deportividad y confort de marcha. Este equilibrio nos permite enlazar las curvas a toda velocidad sin que se resienta demasiado la comodidad de los pasajeros y, lo que es mejor, sin que el coche experimente vicios problemáticos. ¿Cómo lo consigue? Pues, en nuestra opinión, gracias a una muy correcta combinación de muelles blandos y amortiguadores más bien firmes, una mezcla que mantiene sujeta la carrocería cuando más falta hace, cuando el coche tiende a hundirse por efecto de un salto o al entrar fuerte en una curva. Y, en cambio, una mezcla que deja que la carrocería tenga algo más de libertad cuando el empuje es hacia arriba. En conjunto, aunque la suspensión es algo más blanda de lo que los más audaces quisieran, se le pueden poner muy pocas tachas al rodar del coche: noble, aplomado, ágil y muy rápido. Su comportamiento tampoco permite hacer muchas críticas: es terriblemente estable, los límites están muy altos y sólo desconectando el ESP y forzando mucho la máquina aparece un leve subviraje que se controla simplemente levantado el pie del acelerador. El eje trasero, por su parte, muestra un suave efecto direccional que lo hace todavía más vivo en las curvas y, si se saben aprovechar las inercias, bastante divertido.

Por lo demás, los frenos son inagotables, los neumáticos se agarran muchísimo y el ESP actúa como un vigilante feroz. Un coche, por tanto, para divertirse conduciendo y extraerle al motor todo su potencial y toda la energía de sus más de 155 CV