Lejos quedan en el tiempo aquellos años en los que asociar berlinas de prestigio y motores Diesel era casi una ofensa. El gasóleo era cosa de pobres, parecían pensar los poseedores de los automóviles que fabricaban marcas como BMW, Mercedes, Jaguar, etc. No obstante, los tiempos han cambiado y la "dictadura" del Diesel se ha hecho patente también en un segmento que, como decíamos, le parecía vedado. Así, uno tras otro, los fabricantes de renombre han pasado por el aro y han emparentado sus creaciones con mecánicas de gasóleo. La competencia de marcas de menor rango que han apostado por equipar sus modelos grandes con motores turbodiésel, la economía de uso para sus clientes y la sofisticación de los propulsores de última generación, con mayor par a menores revoluciones y sin ruido desagradable, han provocado esta “traición" a la historia.Dicha deslealtad ha sido aún más criticada en el caso de Jaguar, pues todos sabemos el cariño que tienen los británicos a las costumbres, más si son de carácter diferenciador. Los alemanes, conocidos por su pragmatismo, podían hacer lo que quisieran y abrazarse al Diesel, pero Jaguar, no. Eso nunca. Sin embargo, la decisión final seguramente vino de más arriba, no de Jaguar, sino de los directivos del Grupo Premiere Automotive, al que pertenece la marca del felino, que vieron que había que acabar con el dogmatismo de la británica en este sentido si realmente querían que levantara el vuelo, económicamente hablando. Seguro que venderá más, pero los seguidores de la marca tendrán una "espinita" clavada.Y es en ese panorama cuando surge el X-Type Diesel, el pequeño de la marca, y, con posterioridad, la culminación de la “felonía", el S-Type, también se apuntaba a la moda. Este último modelo es el protagonista de nuestro test y hemos de decir, tras probarlo, que pocas traiciones han sido tan dulces como esta.El motor, protagonista indiscutible, nos ha encantado. Es un dechado de potencia, suavidad y ausencia de ruido y vibraciones. Todo ello unido a un desarrollo tecnológico de primer orden. Este 2.7D ha sido fabricado conjuntamente por Ford y PSA (Peugeot-Citroën) y equipará en el futuro a más modelos de ambos grupos. Por el momento, este Jaguar S-Type es el primero que lo incorpora y, al parecer, el único que lo tendrá inicialmente con doble turboalimentación.Este propulsor, un V6 a 60 grados, es una auténtica obra de ingeniería. Se ha logrado que sea uno de los motores más livianos de su categoría, con un peso de 202 kilogramos que, para que nos hagamos una idea, es sólo 15 kg más pesado que el V6 equivalente de gasolina, el 2.5 de 200 CV. En este detalle ayuda significativamente la compacidad del mismo, lograda a través de una estructura realizada en fundición compactada de hierro y grafito que no compromete, según Jaguar, la durabilidad y resistencia del mismo.Lo que esconde este bloque es aún más tecnología, pues se ha optimizado el proceso de alimentación con unos inyectores de tipo piezoeléctrico, que son cuatro veces rápidos que los electromagnéticos (más habituales en el segmento), y permiten hasta cinco inyecciones en cada ciclo de combustión. ¿Y esto qué significa en cristiano? Una combustión más gradual y efectiva con la que se consiguen menores niveles de ruido, vibraciones y emisiones. Otro de los puntos importantes de esta mecánica se sitúa en los dos turbocompresores de geometría variable que equipa y que son controlados electrónicamente con el fin de potenciar su suavidad y la progresividad.Sus cifras son más que respetables. Si oficialmente contamos con 207 CV de potencia y 44,3 mkg de par, nuestro banco de rodillos ha logrado extraer hasta 212 CV y un par de 46 mkg, aunque a un nivel de revoluciones superior (500 rpm más).