A la hora de hablar de un motor de gasolina de Honda hay que ponerse serios. La casa japonesa es una de las grandes especialistas del mundo en estas mecánicas, si no la mayor especialista. Honda tiene un tacto inigualable para hacer máquinas de gran respuesta, aguerridas, a la antigua usanza. Son motores que se estiran muy bien, elásticos y potentes, con un gran trabajo en la zona alta del cuentavueltas.El dos litros de 150 CV que lleva el FR-V sigue este esquema clásico, pero tiene que hacer frente a un coche que pesa 1.470 kg en vacío y que, además, es muy ancho... El esfuerzo se nota y el motor no brilla lo que brillaría sobre otra montura.
Aún así, en nuestro Centro Técnico el motor, que lleva distribución variable iVTEC ha dado la talla. Ha marcado una potencia máxima de 152 CV a 6.320 vueltas; y un par máximo de 20,7 mkg a 3.850 giros. El motor tiene un comportamiento muy típico de gasolina, con una curva de potencia muy picuda que se estira por encima de las 6.500 rpm. La de par es algo menos típica, pero también demuestra que el coche entrega fuerza muy arriba, con 20 mkg disponibles en el entorno de las 5.000 vueltas y pegada a partir de las 2.000. Son cifras muy buenas que, después, no se traducen en un gran desempeño en la carretera.
Probamos el FR-V con cinco pasajeros y lleno de equipaje, y vimos claramente que el peso es mucho para el motor. Al coche le falta fuelle, sobre todo si no vamos muy altos de revoluciones. Para sacar un buen partido a los 150 CV hay que mover mucho el cambio y acelerar con decisión, algo que repercute inmediatamente en el consumo: una elevada media de 9,7 litros a los 100 km y la sensación de que el depósito de combustible tiene un agujero...
La verdad es que para circular por carreteras cómodas sin apurar demasiado hay energía más que de sobra. El problema surge cuando queremos movernos con más agilidad, sea cual sea el terreno. Ahí nos encontramos con una sexta marcha larguísima que pierde comba enseguida, y una quinta también larga que está muy falta de carácter. Eso nos obliga a bajar a cuarta, e incluso a tercera, para que los caballos del motor se manifiesten. En resumen: es incómodo para el conductor y lesivo para el consumo de carburante.
Como hemos visto, a la hora de exprimir este motor es fundamental el empleo del cambio. Afortunadamente, en Honda también saben lo que se hacen al montar estos componentes y el FR-V es un buen ejemplo. Disfruta de una caja de seis relaciones y lleva la palanca en el salpicadero, a escasos cuatro dedos del volante. La posición es idónea y facilita un manejo rápido e intuitivo. Se disfruta cambiando con esta palanca de tacto exacto y movimientos tan veloces.
Lástima que, después, la elección de los desarrollos no sea tan adecuada. Las tres primeras marchas son normales, lo que tienen que ser. La cuarta es más bien corta, con temperamento, pero la quinta y la sexta son demasiado largas. Se nota que están pensadas para circular ligeros y ahorrar, pero les falta aguante y en seguida tenemos que reducir, con lo que perdemos el efecto del ahorro.
Un dato que no queremos dejar de comentar es lo exiguo de la gama de motores del Honda FR-V. Están este dos litros y un 1.7 de 125 CV, ambos de gasolina. Para que haya un turbodiesel, el motor más habitual en esta categoría del mercado, todavía habrá que esperar. Con lo que pesa el FR-V, más de una vez nos hemos acordado del chorro de par que tienen los actuales motores de gasóleo... El FR-V dispone de un esquema de chasis y suspensión bastante interesante. Lleva McPherson en el eje delantero y doble brazo oscilante con estabilizadora en el trasero. Este elaborado diagrama se combina con una generosa anchura de vías (1,55 y 1, 56 metros), y da como resultado un bastidor que vaticina la estabilidad.En carretera, el coche responde a este principio. Es muy estable y rueda firme y seguro, trazando con mucho aplomo y sin demasiadas inclinaciones de la carrocería. A esto último contribuye la poca altura del coche y también su anchura. Una dirección muy precisa hace que el coche sea todavía sea más eficaz.Sólo forzando mucho los límites, pasándonos un poco en curvas cerradas, el FR-V ha mostrado debilidades: un acusado subviraje. Si apuramos, el coche se va netamente de morro, algo que se corrige rápidamente levantando el pie, pero que resta puntos a sus maneras deportivas y le retrasa en dinamismo cuando se le compara, por ejemplo, con el Seat Altea o el Ford Focus C-Max.Por suerte, el control de estabilidad de serie está vigilante para que no pase nada en estos momentos. También están los frenos, que son realmente buenos y tienen un magnífico tacto.Como vemos, el FR-V tiene muchos puntos buenos y también muchos mejorables. Por un precio de 23.000 euros podemos disfrutar de un coche atractivo, muy interesante en cuanto a modularidad y comodidad, muy versátil... Pero animado por un motor que sufre más de lo debido para moverlo. Posiblemente interese por estética y formas a los que no quieran creerse que llevan un monovolumen, y, desde luego, dejará satisfecho al que busque un familiar agradable. Otra cosa será para el que busque deportividad...