Nos pongamos como nos pongamos, este coche no es un todo terreno puro. Pero que nadie se asuste: tampoco pretende serlo. Su planteamiento estructural lo deja claro, pues no hay ni reductoras, ni bloqueos de diferencial. La tracción no es integral conectable, sino de las llamadas “totales permanentes". Es decir, un sistema que, por lo general, hace del coche un tracción delantera, pero que pasa a ser tracción total cuando se producen pérdidas de adherencia.
Habitualmente, este cambio de propulsión se logra a través de embragues más o menos sofisticados que hacen las veces de diferencial central.
En el caso de Honda, y aquí está su ventaja, se trata de un sistema más sólido, pues a los discos de embrague se une una doble bomba hidráulica que acelera el proceso de conexión del eje trasero. El mecanismo, denominado Dual Pump, ha sido mejorado con la llegada del motor Diesel y, la verdad, funciona muy bien.Así, unidos motor turbodiésel de casi 145 CV y esta tracción integral, el CRV renueva sus buenas notas como coche off-road. Es verdad que no es un todo terreno puro, y que de trialero tiene muy poco, pero también es cierto que se desenvuelve mejor que otros de su especie. Los muchos caballos, los buenos bajos del motor, la primera muy corta y la tracción integral se coordinan muy bien y el coche sorprende más de una vez. Lo hace, por ejemplo, al trepar con soltura por pendientes que no parecían accesibles a primera vista. También sorprende al correr sin empacho sobre caminos muy rotos, defendiéndose de los obstáculos gracias a su aceptable altura libre al suelo, su buen ángulo de ataque y, sobre todo, gracias a unas suspensiones de recorridos bastante amplios y tarados muy confortables.En todo esto también tienen mucho que decir las ruedas. Nuestra unidad calzaba unos neumáticos BFGoodRich de 215/65 R16, unas gomas que se han mostrado poco aptas para las exigencias todo terreno por su falta de agarre.Y son, precisamente, las ruedas la principal pega que hay que poner al comportamiento dinámico del CRV en carretera. Los neumáticos sufren cuando se les exige mucho y manifiestan una deriva que puede llegar a ser inquietante. Agudos chillidos marcan claramente lo cerca que se está de los límites de adherencia cuando se fuerza la máquina.De no ser por eso, el coche habría cumplido con mucha mejor nota. Y eso que no podemos calificarlo con menos de un notable. Para su peso, su tamaño y su configuración, se defiende en la carretera más que bien.
Es cierto que se inclina bastante, consecuencia de unas suspensiones muy cómodas, con muelles blandos y amortiguadores de mucho recorrido. Pero también es cierto que la inclinación no es más que un apoyo largo, sin dejarse llevar por ningún cabeceo ni ningún movimiento incómodo. Una vez apoyado, el coche se muestra firme y sereno, inscribiéndose sin mayores problemas en las trazadas. Una vez dentro de ellas, si se le buscan las cosquillas, responde con un nítido subviraje que es fácilmente neutralizado con sólo levantar el pie del gas. Si nos pasamos, el control de estabilidad se muestra muy atento.
Lejos de estas veleidades deportivas, el CRV se muestra como un agradable viajero. Es muy cómodo en los viajes largos por carretera, en los que su buena amortiguación aísla por completo el habitáculo y facilita mucho el confort de los pasajeros.