Ahora que están de moda los todo terrenos ligeros, es el momento perfecto para plantearse qué debe aportar un coche de este tipo para que se justifique su compra. En Honda tienen muy claro que esta pregunta es el eje central del segmento de los todo terrenos ligeros y, por eso, no dejan de mejorar su concepto, el CRV.Y es que parece que hay ya un consenso al señalar que un SUV de formato medio, como es este CRV, debe ser un coche que reúna la mayoría de las siguientes virtudes: buen rodar en carretera (o, al menos, mejor que un 4x4 convencional), aceptables maneras en el campo (o, al menos, mucho mejor que el más campero de los turismos), amplitud interior, capacidad de carga, y ciertos servicios de familiar. Es decir, un cruce entre el 4x4, el monovolumen y la berlina más o menos grande. A esto, los tiempos que corren obligan a añadir un requerimiento cada vez más perentorio: bajo consumo de combustible y bajísimo impacto ambiental.
Como se ve, el pliego de condiciones es exigente, por lo que muchos de los SUV medianos que ruedan por ahí acaban por ser híbridos un tanto desencasillados que no terminan de convencer a nadie.
Pero en Honda, que es una marca con justa fama de hacer las cosas bien, no querían que el CRV se empantanase en el terreno de nadie. Por eso, han dado un nuevo giro a la idea básica y le han implantado un brillante motor turbodiésel de 140 CV que, desde el principio, se convierte en un punto de partida para toda la competencia.
Una leve mejora estética acompaña la introducción del motor i-CTD-i, que así se llama el nuevo Diesel, con lo que el coche avanza un poco más en todos los órdenes.
Al final, acabada la prueba, queda el convencimiento de que el CRV es una de las opciones más interesantes del segmento, un coche bien terminado que no defrauda y que no ofrece nunca más de lo que realmente puede dar. Veamos por qué.
Honda, que se ha ganado sus galones haciendo motores de gasolina, demuestra que también sabe hacer Diesel de primer nivel con esta mecánica tan avanzada.
El 2.2 i-CTD-i es un motor turbodiésel con common rail de última generación que se estrenó en el Accord y que ahora se monta en el “todocamino" y en el FRV.
Arquitectónicamente, es un propulsor muy sofisticado. Su planta de cuatro cilindros luce una compleja culata en la que destaca la inyección por common rail de 1.600 bares, alta presión que es la responsable del funcionamiento sedoso del motor, y también de sus consumos más que razonables.
Además, el turbo cuenta con intercooler y es de geometría variable, algo fundamental, hoy por hoy, a la hora de lograr un motor lleno y fornido como este dos litros.
Gracias a esta estructura, el CRV dispone, siempre según los datos de nuestro Centro Técnico, de una potencia máxima de 144,8 CV, mientras que el par máximo se ha colocado en casi 35 mkg. Es decir, unas cifras muy buenas para mover un coche que pesa 1.676 kg.
Al volante, el motor muestra el grado de desarrollo que ha alcanzado ya Honda con estas mecánicas. Tiene la respuesta pronta y musculada de los turbodiésel europeos, pero, además, la típica agilidad de los motores de Honda para estirarse y llegar, si hace falta, al corte de inyección, situado en las 4.500 vueltas.Este buen comportamiento en todos los tramos del cuentavueltas facilita el trabajo tanto en el campo, donde hacen falta buenos bajos, como en la carretera, donde necesitamos más chispa a regímenes altos.
Además, tiene un tacto muy suave, parecido al de los HDI o TDCI: sin vibraciones, sin brusquedades, sin una pegada violenta, pero con una gran capacidad para empujar sin que se le note apenas el esfuerzo.Así, no es de extrañar que el CRV firme unas prestaciones que no parecen de un todo terreno. Una velocidad punta oficial de 180 km/h (más rápido que el gasolina), un 0-100 de menos de 10 segundos y, como guinda, un consumo medio ponderado de 7,9 litros y unos niveles de contaminación mínimos... Son datos que muchos turismos harían suyos sin pensárselo.Como batuta para dirigir esta orquesta, Honda ha montado un cambio de seis marchas. A pesar de que el tacto de la palanca es mejorable (recorridos muy largos y algo ásperos), la caja está bien elegida. La primera velocidad es muy corta, pensada para el campo, y las demás se suceden con intervalos cortos, ajustados muy bien al motor y capaces de exprimir lo mejor de la mecánica en todo momento. Sólo a la sexta se le concede la libertad de ser muy larga, algo imprescindible para ahorrar combustible.Con todo, en la carretera el CRV se muestra sorprendentemente rápido. Llama la atención que un coche tan grande corra con tanta alegría y se permita el lujo de sostener cruceros muy elevados sin manifestar ningún síntoma de apuro... Un verdadero rodador.En el campo es otro cantar, porque, sin reductora ni un sistema de tracción total “auténtico", la gestión del motor es otra y hay que acostumbrarse a ella. Pero eso lo veremos en el siguiente apartado de esta prueba.