Ford Mondeo TDCI 5p

La estética del nuevo Mondeo, con unas líneas más angulosas que las de su predecesor, otorgan una distinción que, para algunos, no poseía la versión anterior. Si a esto se unen las prestaciones del nuevo motor TDCI de 130 CV, obtendremos un vehículo capaz de moverse por la carretera con un porte digno de modelos de categoría superior.

Ford Mondeo TDCI 5p
Ford Mondeo TDCI 5p

Las modificaciones llevadas a cabo en el motor TDCI del Mondeo, que ahora cuenta con el sistema "common-rail" en lugar de la anterior bomba rotativa, le permiten transformar los 115 CV de la versión 2.0 en 130 CV (134 CV en nuestro banco de pruebas), consiguiendo así un propulsor "lleno", que ofrece la potencia desde la parte baja del cuentavueltas de manera progresiva.

A bajas revoluciones, cualquier insinuación sobre el acelerador hará que el vehículo gane velocidad con rapidez y suavidad, por lo que el conductor subirá una marcha tras otra sin darse cuenta, hasta instalarse cómodamente en la relación más larga. A partir de ahí, pocos cambios habrá que realizar, ya que apenas hay repechos que se le resistan y se comporta a la perfección en los adelantamientos, donde, en el caso de necesitar un "empujón" extra, bastará con recurrir a una marcha más corta y, al momento, obtendremos la potencia necesaria.

Por desgracia, toda la distinción y buen carácter demostrados en carreteras amplias y autopistas se reduce considerablemente en trazados montañosos, donde este confiado "dandy" se vuelve más bien medroso. Aunque en este terreno el Mondeo podría desenvolverse con soltura -gracias a su potencia y a un excelente tacto del cambio (en el que el único "contra" es la situación de la palanca, demasiado cerca del mando principal del radio-CD, por lo que muchas veces el conductor accionará el volumen involuntariamente)-, la suspensión y el equipo de frenos deslucen el buen trabajo del motor.

En las curvas se acentúa un problema ya observado en los recorridos por autopista: la carrocería se balancea excesivamente, restando confianza en la conducción y provocando que, en la unidad de pruebas, el deslizamiento de la zaga se insinuara continuamente (si bien un ligero movimiento del volante corregía al momento el problema). Aunque las impresionantes ruedas de 205/50 se "pegan" al asfalto, el tarado de la amortiguación, excesivamente blando para unos neumáticos de esa medida -que exigirían una firmeza mayor- provocará que no se llegue al límite del vehículo, que está mucho más arriba de lo que el conductor se atreverá a buscar.

Las llamativas cubiertas (que, como opción, pueden montarse sobre unas llantas de 17") podrían ser también la causa de los golpes que sufrirán los riñones de los pasajeros, pues el perfil bajo hace que las irregularidades del asfalto se absorban con demasiada dureza. Aunque todo podría deberse a algún defecto en el sistema de la unidad de pruebas, el impresionante agarre de los neumáticos se perfila como el "culpable" de que el ABS entre continuamente en acción (el dispositivo "salta" cuando detecta que una de las ruedas decelera con más fuerza que las otras e intuye que existe un riesgo de bloqueo), dejando al conductor muy poco margen para actuar por sí mismo.