Las variantes sedán de los compactos no suelen ser las más atractivas de las gamas. Generalmente tienen una vocación muy comercial y se conciben para completar la oferta y para atraer a clientes que, necesitados de espacio, empiezan a mirar a las berlinas. Incluso en el caso del Focus, la anterior generación del cuatro puertas era bastante anodina y más bien poco agraciada, mero complemento de la familia compacta.
Sin embargo, en Ford han querido dejar atrás esta imagen de solución de compromiso y han apostado por hacer un coche que tenga la misma personalidad de los compactos. Así, han llevado a cabo una curiosa mezcla de sangres y ha salido un atractivo sedán que tiene los rasgos del Focus normal y mucho del Mondeo, el siguiente modelo de la familia Ford.
Pero no todo es estética, claro, sino que el movimiento es eminentemente práctico. En el tercer volumen del coche, verdadero meollo de la palabra sedán, se ha colocado un maletero con una capacidad de 575 litros, uno de los mejores de la categoría.
Probamos esta carrocería combinada con la mecánica dos litros de 145 CV oficiales, que, si bien es posible que no sea la más vendida, sirve para dejar claro que, a pesar de su nueva estampa, el Focus no pierde ni un ápice de deportividad ni de carácter.
El sedán, ya lo hemos dicho, se caracteriza por ser un coche de tres volúmenes en lugar de los dos que suelen presentar los compactos. Esta diferencia suele descabalar por completo los diseños de los modelos de referencia, pues alteran del todo la zaga, que es una zona que reúne gran parte de los rasgos definitorios del coche y, además, mucho del esfuerzo de los diseñadores.Para salvar estos problemas y mantener una coherencia estética, los dibujantes de Ford han optado por suavizar mucho las líneas, haciendo que la transición hacia el tercer volumen sea muy discreta y sencilla, sin alardes. Esto permite que el coche mantenga su imagen deportiva y juvenil sin que el añadido del maletero imponga su presencia civilizadora. Pero, además, han rematado la puerta del maletero con una leve subida, casi un pequeño spoiler, que hace que la trasera sea más atractiva de lo que suele ser en este tipo de modelos.En definitiva, que este sedán, a pesar de su tamaño y de su orientación funcional, no pierde para nada atractivo y transmite casi tanto como el Focus normal, que, por otra parte, ha visto muy tranquilizadas sus formas en su última edición, con lo que ahora hay menos diferencia de partida entre compacto y sedán.
El resultado es un coche que recuerda mucho al Mondeo, algo que le favorece, pues, además de darle empaque, remite directamente a una berlina conocida por su magnífico dinamismo.La unidad que probamos llevaba el acabado Ghia, el más alto en la gama Ford. Esto quiere decir que el coche venía a pedir de boca. A su equipamiento de serie se unía una larguísima lista de opciones que completaban un interior envidiable.
De fábrica, este Focus Sedán Ghia trae seis airbags, ABS, faros antiniebla, llantas de aleación, asientos delanteros regulables en altura, climatizador, equipo de sonido con mandos en el volante y control de velocidad de crucero entre otros elementos.
Como añadido, se puede montar el sensor de párking (430 euros), el control de tracción y estabilidad (650 euros), los faros autoadaptables (350 euros), los faros de xenón (700 euros), el techo eléctrico (300 euros), asientos delanteros eléctricos (350 euros) y el equipo de navegación, que sale por 750 euros.
Nuestra unidad llevaba, además, un magnífico sistema de órdenes por reconocimiento de voz y manos libres para el teléfono por Bluetooth. Todo el esfuerzo descrito para el apartado del diseño sirve sólo para camuflar el maletero, verdadero valor añadido del sedán. Con sus 575 litros de capacidad, sus formas regulares y su fácil acceso, el maletero de este coche está entre los mejores de la categoría. En Ford no han querido andarse con frivolidades y han aprovechado hasta el último centímetro y han configurado un compartimento de carga realmente grande. Sólo la puerta de acceso no termina de convencernos: se abre en un ángulo muy cerrado y no deja mucho hueco para meter objetos voluminosos.
Bajo el piso del maletero va oculta la rueda de repuesto, que es de emergencia, un detalle que resta valor al conjunto. Fuera del maletero, no hay grandes cambios en el resto del habitáculo. El mismo aspecto desenfadado y limpio del compacto, que ahora es algo más contenido que en la primera generación de los Focus. Los mismos buenos acabados y los mismos materiales de calidad y buena manufactura.Las dimensiones interiores son casi exactas y sólo varía de forma sustancial la cota de altura libre en el asiento trasero, que pasa de 86 centímetros en el 5 puertas a 89 en este sedán. Este mayor hueco aumenta la sensación de espacio en un habitáculo que, por otra parte, siempre ha destacado en este campo.En cuanto a los peros, hay que reseñar que la visibilidad ha perdido algo cuando se mira por el espejo retrovisor interior. El tercer volumen modifica las formas de la bandeja cubremaleteros, que “se mete" en el espejo.Las variantes sedán de los compactos no suelen ser las más atractivas de las gamas. Generalmente tienen una vocación muy comercial y se conciben para completar la oferta y para atraer a clientes que, necesitados de espacio, empiezan a mirar a las berlinas. Incluso en el caso del Focus, la anterior generación del cuatro puertas era bastante anodina y más bien poco agraciada, mero complemento de la familia compacta.
Sin embargo, en Ford han querido dejar atrás esta imagen de solución de compromiso y han apostado por hacer un coche que tenga la misma personalidad de los compactos. Así, han llevado a cabo una curiosa mezcla de sangres y ha salido un atractivo sedán que tiene los rasgos del Focus normal y mucho del Mondeo, el siguiente modelo de la familia Ford.
Pero no todo es estética, claro, sino que el movimiento es eminentemente práctico. En el tercer volumen del coche, verdadero meollo de la palabra sedán, se ha colocado un maletero con una capacidad de 575 litros, uno de los mejores de la categoría.
Probamos esta carrocería combinada con la mecánica dos litros de 145 CV oficiales, que, si bien es posible que no sea la más vendida, sirve para dejar claro que, a pesar de su nueva estampa, el Focus no pierde ni un ápice de deportividad ni de carácter.
El sedán, ya lo hemos dicho, se caracteriza por ser un coche de tres volúmenes en lugar de los dos que suelen presentar los compactos. Esta diferencia suele descabalar por completo los diseños de los modelos de referencia, pues alteran del todo la zaga, que es una zona que reúne gran parte de los rasgos definitorios del coche y, además, mucho del esfuerzo de los diseñadores.Para salvar estos problemas y mantener una coherencia estética, los dibujantes de Ford han optado por suavizar mucho las líneas, haciendo que la transición hacia el tercer volumen sea muy discreta y sencilla, sin alardes. Esto permite que el coche mantenga su imagen deportiva y juvenil sin que el añadido del maletero imponga su presencia civilizadora. Pero, además, han rematado la puerta del maletero con una leve subida, casi un pequeño spoiler, que hace que la trasera sea más atractiva de lo que suele ser en este tipo de modelos.En definitiva, que este sedán, a pesar de su tamaño y de su orientación funcional, no pierde para nada atractivo y transmite casi tanto como el Focus normal, que, por otra parte, ha visto muy tranquilizadas sus formas en su última edición, con lo que ahora hay menos diferencia de partida entre compacto y sedán.
El resultado es un coche que recuerda mucho al Mondeo, algo que le favorece, pues, además de darle empaque, remite directamente a una berlina conocida por su magnífico dinamismo.La unidad que probamos llevaba el acabado Ghia, el más alto en la gama Ford. Esto quiere decir que el coche venía a pedir de boca. A su equipamiento de serie se unía una larguísima lista de opciones que completaban un interior envidiable.
De fábrica, este Focus Sedán Ghia trae seis airbags, ABS, faros antiniebla, llantas de aleación, asientos delanteros regulables en altura, climatizador, equipo de sonido con mandos en el volante y control de velocidad de crucero entre otros elementos.
Como añadido, se puede montar el sensor de párking (430 euros), el control de tracción y estabilidad (650 euros), los faros autoadaptables (350 euros), los faros de xenón (700 euros), el techo eléctrico (300 euros), asientos delanteros eléctricos (350 euros) y el equipo de navegación, que sale por 750 euros.
Nuestra unidad llevaba, además, un magnífico sistema de órdenes por reconocimiento de voz y manos libres para el teléfono por Bluetooth. Todo el esfuerzo descrito para el apartado del diseño sirve sólo para camuflar el maletero, verdadero valor añadido del sedán. Con sus 575 litros de capacidad, sus formas regulares y su fácil acceso, el maletero de este coche está entre los mejores de la categoría. En Ford no han querido andarse con frivolidades y han aprovechado hasta el último centímetro y han configurado un compartimento de carga realmente grande. Sólo la puerta de acceso no termina de convencernos: se abre en un ángulo muy cerrado y no deja mucho hueco para meter objetos voluminosos.
Bajo el piso del maletero va oculta la rueda de repuesto, que es de emergencia, un detalle que resta valor al conjunto. Fuera del maletero, no hay grandes cambios en el resto del habitáculo. El mismo aspecto desenfadado y limpio del compacto, que ahora es algo más contenido que en la primera generación de los Focus. Los mismos buenos acabados y los mismos materiales de calidad y buena manufactura.Las dimensiones interiores son casi exactas y sólo varía de forma sustancial la cota de altura libre en el asiento trasero, que pasa de 86 centímetros en el 5 puertas a 89 en este sedán. Este mayor hueco aumenta la sensación de espacio en un habitáculo que, por otra parte, siempre ha destacado en este campo.En cuanto a los peros, hay que reseñar que la visibilidad ha perdido algo cuando se mira por el espejo retrovisor interior. El tercer volumen modifica las formas de la bandeja cubremaleteros, que “se mete" en el espejo.