Ford Focus 2.0 TDCi Ghia

Cada vez que un Focus pasa por nuestras manos, nos parece mejor que el anterior. Tras probar el motor Diesel menos potente, llega el turno del TDCi 2.0, una máquina que no da tregua a las sensaciones deportivas.

Ford Focus 2.0 TDCi Ghia
Ford Focus 2.0 TDCi Ghia

En Ford se han propuesto no dejar que caiga la jugosa cuota de mercado que consiguieron con el anterior Focus. Compite en el segmento más reñido y, por ello, es esencial contar con un diseño atractivo, un comportamiento intachable y poderosas mecánicas Diesel que conquisten a los potenciales compradores. La segunda generación del modelo estrella de la marca cuenta con todos estos ingredientes y nos sorprende con sus mejoras cada vez que pasa por nuestras manos.

 
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Contactos aparte, tuvimos la ocasión de probar a fondo el motor de gasóleo menos potente de la gama, el 1.6 TDCi, y ya nos dejó un buen sabor de boca. Ahora, llega el turno del 2.0, con 136 CV oficiales y un rendimiento que puede dejar lívidos a los “pesos pesados" del segmento: el Golf, el Astra o el Mégane acaban de encontrar la horma de su zapato.Con las cifras de nuestro Centro Técnico en la mano, estamos ante un propulsor cuya potencia asciende a los 152 CV, que cuenta con un par máximo de nada menos que 37 mkg a 2.290 rpm y que puede ofrecer una considerable dosis de fuerza desde las 1.500 y hasta las 4.500 vueltas. Dejando a un lado los fríos números, lo cierto es que hemos encontrado un motor que nos enganchará desde el primer momento. En una categoría donde el 70 por ciento de las ventas corresponde a los propulsores Diesel de altas prestaciones, es imprescindible contar con un motor que proporcione empuje, fuerza y sensaciones desde los primeros compases. La anterior generación del Focus ofrecía, como escalón más alto en las mecánicas de gasóleo, el 1.8 TDCi de 115 CV, que no podía hacer sombra a rivales que rondan potencias de 140-150 CV. Sin embargo, la marca del óvalo ha resuelto este apartado con la inclusión de una máquina desarrollada conjuntamente con PSA (Peugeot-Citroën). Cuenta con un turbocompresor de geometría variable, common-rail de segunda generación y la función “overtorque", que permite al motor entregar un par sutilmente más alto durante unos segundos, en condiciones de aceleración muy fuerte.Su fuerza no se advierte cuando giramos la llave de contacto. Nada de poderosos rugidos; la insonorización del habitáculo apenas dejará sentir un suave ronroneo. Pero la cosa cambia cuando empezamos a pisar el acelerador: el considerable par que exhibe a bajas revoluciones hace que la conducción en ciudad sea ágil y dinámica –sólo limitada por las dimensiones del Focus, que ahora tiene una longitud de 4,34 metros-. Promete mucho y, lo que es mejor, lo cumple con creces.Viajar por carreteras amplias resulta un ejercicio de lo más cómodo; contamos con una buena dosis de fuerza, que aparece de manera lineal cuando lo demandamos. No hay saltos bruscos y sí una agradable sensación de disponer de potencia en cualquier momento. Podemos “estirar" el cambio de marchas hasta las 3.500 vueltas, momento en el que el motor comienza a desfallecer. A este régimen y en relaciones largas, ya habremos alcanzado una velocidad de crucero muy respetable. El motor de dos litros se ha asociado a una caja de cambios de seis velocidades, la primera de estas características fabricada por Ford. Unos desarrollos muy largos en 5ª y en 6ª impiden que las cifras de recuperaciones sean mejores. En la más larga, aún se puede alcanzar la velocidad máxima del vehículo y, además, podremos rebajar unos consumos que no destacan, precisamente, por ser ajustados. El gasto medio de carburante es de 6,5 litros cada 100 kilómetros, pero superaremos esa cifra en cuanto nuestra conducción sea un poco alegre. Y lo será.