Deberíamos hablar antes de nada de espacio, modularidad o funcionalidad, pero estamos ante el nuevo C-Max y el primer mensaje que transmitimos a quienes nos han preguntado es el de su excelente dinámica. Este es un aspecto que desde hace ya unos años cobra una especial importancia en el pliego de condiciones de todo Ford y por la nueva plataforma C que estrena el C-Max y que dará sustentación al futuro Focus, no hay ninguna duda de que se ha convertido en una especialización de la marca. Pero esta vez no es sólo por una cuestión de eficacia bruta o sensaciones dinámicas. Este nuevo C-Max nos ha sorprendido también por su calidad de rodadura y tacto mecánico en general (dirección, cambio etc), algo por lo que nos ha llevado a sentirlo un producto especialmente refinado frente a sus rivales directos. De puertas hacia adentro, el C-Max también repunta con una mayor calidad percibida dentro de la marca. Su diseño resulta muy elaborado y los materiales utilizados también suman refinamiento al producto y al segmento. Desde la habitabilidad y modularidad que pretende un monovolumen, el C-Max no impone referencias, o sí cuando llegue la variante Grand con hasta 7 asientos y puertas correderas. Esta versión probada se basta con unas buenas cotas en todas direcciones (siempre mejor que la versión que sustituye) y, sobre todo, con un generoso maletero de 500 litros verificados con kit reparapinchazos.
El asiento trasero de serie es convencional, una banqueta corrida que se puede plegar por partes y desmontar, maniobra muy incómoda por la complejidad de los enganches y el peso de las butacas. La configuración que anula la parte central para centrar los extremos y crear dos amplias plazas traseras es opcional (200 euros). Hace suyas las bandejas reclinables en los asientos traseros y diferentes huecos y guanteras repartidas por todo el habitáculo para las pertenencias personales habituales.
El conductor no respira el espacio añadido de otros monovolúmenes al definir su puesto desde otra perspectiva. Se encontrará integrado en la tarea de conducir, con una disposición de asiento y mandos (volante, cambio, pedales) muy rigurosa que engarza con la personalidad dinámica comentada. Seguramente la silueta del nuevo Ford C-Max la veamos, porque lo es, más voluminosa, más monovolumen que su antecesor, pero dinámicamente no resulta más aparatoso en sus movimientos y de hecho es un coche que se siente muy ligero de reacciones. Es una pieza sólida pero bien amortiguada, fruto de ese buen trabajo que no cobra aspereza o firmeza por mantener la carrocería muy sujeta. El C-Max rueda muy suave, su filtración genera mucho confort de marcha, pero su preciso guiado también eficacia dinámica. Por cómo gestiona baches y badenes se desprende un trabajo geométrico de sus suspensiones y una calidad de sus amortiguadores muy bueno.
Aquí no hay «vértigo psicológico» que vencer por ir más elevado. El C-Max gira, apoya y tracciona como un muy buen compacto (todo lo mejor que lo haga el nuevo Focus será un regalo) y en carretera virada su eficacia es altísima, por serlo y parecerlo. Es un coche que invita a ir rápido, a mantener alto el paso por curva por la facilidad con que se guía. Entre las aportaciones de nueva generación está el sistema «torque vectoring control» que integrado en el ESP simula el funcionamiento de un diferencial activo al frenar la rueda interior de la curva y mandar más par y giro a la rueda exterior, dándole de esta manera una mayor direccionalidad y tracción al tren delantero. Poco más se le puede pedir al C-Max desde el punto de vista dinámico. Por su parte, el motor 1.6 TDCI 115 CV de la versión probada aporta otro tanto de buen agrado de conducción, por «presencia» y por respuesta. De esta relación kg/CV no esperemos una contundencia aplastante, pero sí una predisposición a acelerar y recuperar equilibradamente. No permite descuidar el bajo régimen con la velocidad inadecuada, pero la utilización de una caja de 6 marchas contribuye a extraer las mejores posibilidades de este motor. Otras ayudas que recibe el motor es un alternador que concentra su funcionamiento en fases de deceleración y frenada para reducir la resistencia de giro al propio motor y el indicador de marcha adecuada para conducir en los regímenes óptimos. Con todo ello, esta versión del C-Max ha homologado 119 g/km de CO2 y por tanto queda excluida del Impuesto de Matriculación.
Otros buenos aspectos funcionales vienen por un equipamiento enriquecedor, si bien es cierto con muchos de esos interesantes elementos ofrecidos en la lista de opciones. El portón de apertura y cierre eléctrico a toque de tecla, la pantalla de marcha atrás, la llave electrónica, el limitador de velocidad, el asistente de arranque en cuesta o el «active park system » que calcula el espacio de aparcamiento y acomete automáticamente los giros de volante facilitan el día a día de la conducción. En materia de seguridad da un paso al frente con el sistema BLIS que detecta la presencia de automóviles por los ángulos ciegos de los espejos retrovisores y avisa al conductor son señales luminosas, los faros de giro o los principales con tecnología bixenon.
- Comportamiento dinámico
- Equipamiento disponible
- Alta calidad percibida
- Desmontaje asientos posteriores
- Kit o rueda de emergencia
- Política de opciones