La familia Insignia se renueva y lo hace añadiendo un compañero de aventuras, el Opel Insignia Country Tourer, un original acabado ‘fuera pista’ que viste a la carrocería familiar Sports Tourer en su terminación más completa, denominada Sportive. No se aleja de lo que las marcas acostumbran a llamar un ‘crossover’, aunque sí es cierto que su aspecto inspira más confianza su aspecto a la hora de decidirse por un terreno no asfaltado.
Toda la gama del Opel Insignia ha revisado parte de su estética, con un frontal con una parrilla cromada y ensanchada y unas líneas que buscan sensaciones de mayor anchura y menor altura. Los faros delanteros y los grupos ópticos traseros han cambiado ligeramente su diseño e incorporan luces de tipo LED, así como barras de techo y salidas de escape cromadas –doble en el caso del biturbo-. Eso sí, sigue respetando su toque elegante y de ‘buque insignia’ de la marca.
En el caso del Country Tourer, encontramos revestimientos por toda la parte inferior del coche y los pasos de las ruedas, protegiendo la carrocería de los limitados y escasos caminos de tierra para los que está preparado este acabado. Se añade también un protector de la parte baja del motor fabricado en acero, que puede mitigar daños de importancia si entramos en un terreno que se aleje de las posibilidades de este Insignia. El control del coche en terreno sin asfaltar inspira confianza, aunque está claro que no hay que abusar de los caminos pedregosos, porque sobrepasar los límites del coche puede convertir sus protecciones en simples elementos decorativos.
Dos Diesel con toques ‘off-road’
Como su carácter mana de una esencia ‘off-road’, incorpora en todo caso la tracción total y un diferencial autoblocante electrónico en el eje trasero, asegurando un reparto del par motor del 0 al 100 por ciento incluso a una única rueda con tracción. Se oferta con dos motores Diesel 2.0 CDTI de cuatro cilindros, uno de ellos asociado a una caja de cambios manual de seis velocidades que desarrolla 163 CV y otro biturbo de 195 CV y que se acopla a una caja de cambios automática, también de seis marchas. En el primer caso, viene de serie con la tecnología Stop&Start de parada y arranque automático del motor, homologando un consumo mixto de 5,6 l/100 km –el biturbo homologa 6,6 l/100 km-. La dirección se mantiene firme incluso en las pérdidas de adherencia, lo que asume que el reparto de fuerza a las ruedas es rápido y efectivo. En marchas cortas se echa en falta una respuesta rápida del acelerador en el motor de 164 CV, lo que en el caso del automático de 195 CV se mejora notablemente. Eso sí, en marchas largas el pedal derecho fluye en su justa medida.
El equipamiento incluye climatizador –bizona opcional-, ordenador de a bordo, tapizado ‘premium’, pantalla de 4,2 pulgadas, USB, Bluetooth, asistente de arranque en cuesta, suspensión adaptativa FlexRide, además de múltiples extras como el sistema Intellilink, que permite la conexión de un smartphone con el Insignia. Sobran bastantes botones en general, aunque se ha reducido su número con respecto al anterior y se presentan tanto la posibilidad de optar por un control táctil de la pantalla, como unas ‘ruedecitas’ y hasta un original ‘touchpad’, lo que permite al usuario elegir su mejor y más cómoda opción.
Sus precios parten de los 37.960 euros en el caso del Country Tourer asociado al motor Diesel 2.0 CDTI de 163 CV y de los 42.495 euros para el biturbo de 195 CV.
Nuestra opinión
Importante opción a tener en cuenta en su segmento, ya que la competencia ofrece modelos como el Volkswagen Passat Alltrack 2.0 TDI o el Subaru Outback 2.0TD, ambos con motores menos potentes que el del Opel Insignia Country Tourer 2.0 DCTI de 195 CV y con un precio muy similar. Viajar cómodo y no jugársela en pequeños caminos de tierra está solucionado con estos acabados.