Si antes era complicado elegir entre gasolina o Diesel, ahora que además tenemos coches eléctricos e híbridos la decisión de compra se complica todavía más. Para una utilización completa, es decir, desde moverse por la atascada ciudad a viajar hasta donde se nos antoje, los eléctricos que hay en la actualidad no sirven. Su limpia pero justa autonomía, de unos 120 km de media, les impide de momento alejarse mucho de la urbe, por lo que para esta comparativa directamente los hemos descartado. En nuestra redacción logramos con el Renault Zoe una autonomía de 264 km, todo un récord en un eléctrico real, pero todavía no es suficiente para viajar. Nos centramos así entre gasolina, Diesel e híbrido. Para ello escogemos tres modelos, que si bien por concepto no son muy comparables entre sí, aportan cada uno una muy buena eficiencia entre los de su misma tecnología.
Supongo que estarás conmigo en que sería difícil encontrar un comprador que dudase entre BMW, Mazda y Toyota, marcas tan separadas por su categoría y precio, que no por tecnología o calidad. Un Mazda 6 podría pelear en tu mente contra un BMW Serie 3 con muy buenos argumentos, todo es cuestión de precio, motor, acabado y, sobre todo, gustos personales. Sin embargo, el Toyota Prius tiene otro tipo de cliente, tanto en precio como en imagen de marca. Olvídate de los modelos en cuestión, es una comparativa en la que llegamos un nivel similar de prestaciones o rendimiento a través de distintos caminos. Dado el precio de los carburantes, quien acude a un coche de estos lo hace en busca de un consumo bajo. Ya sea por ahorrar, por ecología o por la comodidad de pasar menos veces por la gasolinera; cualquiera cumple con su cometido a la perfección pero ahora verás que cada uno tiene su propio terreno.
El Diesel
No todo es gastar poco. BMW y su 316d han creado una muy interesante versión de acceso Diesel tanto al modelo como a la marca. Aporta todo el ADN que se espera de BMW, con calidad, muy buena imagen y presentación. Este modelo basa su bajo consumo en un motor Diesel de 2 litros con apenas 116 CV y toda la batería de eficientes medidas (recuperación de energía, periféricos desacoplables, consejos en tiempo real para una conducción eco...) para gastar nada más que lo imprescindible, detalle que logra y con nota.
La apuesta en gasolina
Al igual que el BMW, el nuevo Mazda 6 busca la eficiencia través de un motor "grande". Mientras que la mayoría de las marcas han hecho suya la apuesta por bajar cilindrada o número de cilindros y compensarlo con la sobrealimentación, Mazda pone en el mercado un motor de gasolina atmosférico con cuatro cilindros, dos litros de cubicaje y 145 caballos. Tanto si lo conduces como si analizas su rendimiento sobre el papel te das cuenta de que el famoso "downsizing" no es algo obligatorio, ya que se puede alcanzar una gran eficiencia sin aburrir al personal. No me considero detractor de bajar cilindrada y te aseguro que he probado muy buenos motores "pequeños", pero este Mazda me ha gustado tanto que estoy empezando a pensar que los fabricantes hacen motores pequeños sólo porque así los pueden meter en más modelos, desde utilitarios a berlinas, y con ello rentabilizar más... No todo es así pero estoy convencido de que tengo parte de razón en esta "elucubración".
El tercer candidato es el híbrido
Ha sido el primer modelo en popularizar esta tecnología. Nosotros incluso le hemos hecho una prueba de 200.000 km y hemos quedado gratamente sorprendidos por su fiabilidad. Combina un motor de gasolina 1.8 de 98 CV con otro eléctrico integrado de 80 caballos. Lleva baterías de hidruro de níquel que autorrecarga con la energía cinética o el propio motor térmico. Logra una potencia combinada de 136 CV y "abusa" siempre que puede del movimiento cien por cien eléctrico, algo que le lleva a consumir muy poco, especialmente a baja velocidad. Esto mismo le otorga un agrado de conducción realmente elevado, ya que el sonido mecánico desaparece la mayor parte del tiempo.
Probados por separado los tres coches son una maravilla y si quiero gastar poco cualquiera de ellos me vale pero... ¿Y ahora qué? Pues muy sencillo, sólo hay que pensar en qué buscas en tu coche y entonces tendrás tu tecnología ideal. La clave de todo está en la ciudad y los kilómetros que hagas en ella. Siguiendo nuestro protocolo habitual, en el que el 40 por ciento de los recorridos son en ciudad y el 60 por ciento en carretera, la victoria en consumo medio se la lleva el Prius con 4,4 l/100 km frente a los 4,7 litros del BMW y los 6,3 litros del Mazda. Es una medición estándar de nuestro Centro Técnico, que se aplica a todos los coches por igual para tomarlos como referencia.
Ahora bien, me olvido de ella y decido hacer otra prueba con menos kilómetros de ciudad y más de carretera. Me hago mi recorrido particular de 68,4 km, todos los días, a la misma hora y lo repito dos veces con cada uno. Hay subida, bajada, llano, curvas y, al final, 10 km en ciudad con tráfico relativamente fluido y mis consumos medios son: 3,7 l/100 km en el BMW, 4,1 l/100 km en el Prius y 4,5 l/100 km en el Mazda. Como verás, cambian los datos. El híbrido sigue gastando poco pero ya no es el consumo más bajo. Sigue siendo bueno pero, a medida que hagas menos ciudad y más carretera la diferencia aumentará con respecto al Diesel, mientras que el gasolina hace todo lo contrario. ¿Dónde está el término medio? Ya ves la respuesta, en el Diesel.
Hablando de consumos ya se ve que lo equilibrado es el Diesel, que además tiene un gasto menos sensible al tipo de conducción que hagas, pero claro, hay más aspectos aparte del consumo. Como el refinamiento, el agrado de conducción, las prestaciones, el precio o, incluso, la pasión por una tecnología u otra. Los tres han mostrado un nivel prestacional similar; el placer que supone conducir el Mazda y su motor de gasolina atmosférico no lo tienen los otros dos. El silencio de marcha del Prius en la ciudad y la sensación que te da de ser un conductor ecológico no lo tienen los otros dos. El menor gasto global y la menor dispersión en lo que a consumos se refiere del BMW no lo tienen los otros dos. Pero llega la hora de dar una tecnología ganadora y no me queda más remedio que rendirme ante la evidencia, el Diesel, por mucha pasión que me produzca un motor de gasolina como el del Mazda. Luego llega la hora de pagarlos y... el BMW se desmarca, pero es que no son coches comparables.