Comparativa: Ford Kuga 2.0 TDCI vs Mazda CX-5 2.2D y Toyota RAV4 120D

Los SUV más vendidos son 4x2. Gastan menos, son más baratos y sobre asfalto seco sacrifican muy poco dinámicamente respecto a sus equivalentes 4x4. Además mantienen toda su practicidad interior. Es el mundo al revés.

Pablo Mallo. Twitter: @p__mallo Fotos: Alicia Ruiz

Comparativa: Ford Kuga 2.0 TDCI vs Mazda CX-5 2.2D y Toyota RAV4 120D
Comparativa: Ford Kuga 2.0 TDCI vs Mazda CX-5 2.2D y Toyota RAV4 120D

Por otro, los 4x2 son más baratos debido a su menor complejidad técnica, y no por ello renuncian a muchas de las ventajas que han hecho ganar adeptos a este tipo de automóviles, como son su estética, casi un símbolo de estatus hoy día, junto con una gran versatilidad interior y la buena visibilidad del tráfico circundante que proporciona la mayor altura de su carrocería. Y si a esto le sumas que gastan menos a causa de los menores rozamientos mecánicos, y que sus prestaciones puras respecto a los 4x4 se incrementan, empezarás a pensar excusas para darles una oportunidad como sustitutos del compacto tradicional. Y te lo dice alguien a quien no le entusiasman los SUV.

 

Quizá lo que más me ha llamado la atención es su comportamiento en carretera. Está tan afinado que se notan muy pocas diferencias respecto a sus equivalentes de tracción total. Seguro que el menor peso es en parte responsable de ello, pero también el carácter que ha infundido cada marca a su producto.

 

Toyota RAV-4

En el caso del RAV4, la versión 4x4 no destacaba precisamente por tener un eje trasero participativo, hasta el punto de que casi podría pasar por un tracción delantera, salvo en campo. Me esperaba que el 4x2 se comportase algo peor en asfalto, y sin embargo dinámicamente resulta muy similar a su apacible hermano mayor, también por mecánica, pese a la diferencia de potencia de 26 CV a favor del 4x4. Cuenta con una dirección rápida que, si bien nos deja percibir alguna leve vibración del motor en el volante, aporta sensación de agilidad, además el coche dobla mucho y se siente poco aparatoso al aparcar y maniobrar, con buena visibilidad hacia todos los ángulos.

 

Sin embargo, no aguanta igual de bien que sus rivales los ritmos elevados en tramos tortuosos, y surge relativamente pronto cierta deriva de los neumáticos que da lugar a un comportamiento más impreciso. Superado un cierto límite requiere movimientos de volante más amplios, pues, como en el 4x4, su trasera va muy sujeta y no ayuda mucho en materia de agilidad. En cualquier caso, el ESP mantiene al coche por la trazada anticipándose a cualquier complicación, sin intervenciones muy notorias —salvo que el subviraje sea muy acusado—, aunque sí bastante frecuentes. Se trata por tanto de un modelo de carácter tranquilo, algo por otro lado perfectamente entendible tratándose de un SUV, y más si tenemos en cuenta que estamos ante la variante de tracción 4x2.

 

Ford Kuga y Mazda CX-5

Con un planteamiento muy diferente al del RAV4, tanto el Ford como el Mazda pueden presumir de un comportamiento de referencia, porque ofrecen un dinamismo más de turismo que de SUV. Responden las órdenes de la dirección con suma inmediatez y precisión para tratarse de coches tan altos, y sólo muy al límite puedes ver sus limitaciones frente a un modelo compacto convencional. Incluso se permiten ciertas licencias deportivas, ya que ante una provocación por nuestra parte o una curva que se cierra inesperadamente sus trenes traseros redondean de forma controlada para hacer la trazada más incisiva, otorgando una eficacia altísima que invita en no pocas ocasiones a buscar diversión al volante —toda la que puedan permitir sus ESP no desconectables, pero de acertado tarado—.

 

Los dos dan mucha confianza, balancean menos que el Toyota y apoyan antes en los cambios de dirección, sobre todo el Mazda gracias a unas suspensiones algo más firmes que además consiguen aún mayor velocidad de paso por curva. Todo ello se adereza con reacciones nobles y progresivas, con un comportamiento que no se degrada durante el uso intensivo y que en ningún momento nos hace echar en falta la tracción total, aunque siempre sea una opción recomendable cuando las condiciones climatológicas se complican.

 

En caso de tener que frenar con decisión los tres modelos responden como es debido, tanto por distancias como por tacto y dosificación de pedal. En esta maniobra el Kuga es el más estable, sobre todo si la frenada se realiza en plena curva, pues toda la direccionalidad que su eje trasero aporta en otras circunstancias desaparece repentinamente como por arte de magia —o electrónica, pero sin dejarse notar—, por lo que prácticamente no son necesarias correcciones con el volante y se tiene en todo momento una gran sensación de seguridad y control.

 

Motores

En lo que respecta a las mecánicas, el motor del Mazda CX-5 dispone de muchísimo par desde prácticamente el ralentí gracias a su mayor cilindrada y a sus dos turbos en cascada. Su ejemplar funcionamiento es sin duda la guinda del conjunto, ya que hay empuje, suavidad y agrado de uso a raudales. Resulta impecable, siempre muy dosificable y sin retardo en su respuesta, además está respaldado por una muy buena capacidad para transmitir toda la fuerza al asfalto por parte del bastidor, que mantiene la trayectoria sin demasiado problema en caso de forzar la situación a la salida de las curvas cerradas y, en caso necesario o de abusar de la confianza que da, el control electrónico de tracción hace bien su trabajo. Al mismo tiempo consume muy poco y prácticamente empata en este apartado con el menos potente Toyota.

 

El Ford Kuga, por su parte, cuenta con una entrada de par algo más brusca y "tardía" en comparación con el Mazda, a unas tempranas pero más normales 1.400 vueltas, aunque resulta utilizable también a menor régimen. Sin embargo, es el peor parado del grupo en lo que a eficiencia se refiere porque, aun siendo bastante frugal, la ausencia de sistema Stop/Start, un peso algo superior y un peor Cx le perjudican.

 

También a unas 1.400 rpm el turbo del Toyota comienza a soplar con fuerza, pero de una manera bastante progresiva. Es en la zona baja del cuentavueltas cuando responde mejor, ya que superadas las 3.000 vueltas se muestra algo perezoso, de modo que te "pide" subir marchas bastante pronto y da la falsa sensación de ser menos rápido de lo que es en realidad. Eso sí, la demanda de aceleración se acompaña de más rumorosidad mecánica y cierta aspereza, sobre todo si el motor D-4D todavía está frío.

 

Al igual que en el Mazda, ni en el Kuga ni en el RAV4 hay problemas de tracción sobre asfalto y, en caso contrario, por ejemplo al rodar por pisos con poca adherencia, la electrónica facilita mucho las cosas sin apenas interferir en la conducción. En cuanto a refinamiento general, el Ford es el que está mejor aislado de los tres y resulta ligeramente más confortable al bachear, mientras que en el Mazda, que no esconde un enfoque con tintes más deportivos, se siente todo de manera más directa incluso en sus precisos mandos.

 

Y llegados a este punto queda comentar la practicidad interior, muy bien resuelta en los tres casos y sin puntos flacos reseñables, salvo quizá la ausencia de fila trasera deslizante presente en otros modelos, lo que permitiría repartir el espacio disponible entre el habitáculo y la zona de carga, sobre todo a quienes viajan con niños. No es una ausencia importante, pues hay buenas cotas interiores y bastante desahogo en los tres, así como una generosa capacidad de maletero. En el Kuga y el RAV4 se ajusta el ángulo de los respaldos posteriores mediante la misma palanca que permite abatirlos, a diferencia del Mazda, cuya inclinación es fija, pero la operación de plegado se puede llevar a cabo más cómodamente desde el propio maletero accionando un resorte. En definitiva, buenas soluciones organizativas que aportan un plus de versatilidad al día a día, lo que sin duda es una de las virtudes de estos cada vez más convincentes automóviles.