Citroën C4 Coupé 1.6 HDI 92 CV VTR 3p

Ya teníamos ganas de “echarle el guante" al nuevo Citroën C4, el coche que toma el relevo del superventas Xsara, uno de los mayores éxitos comerciales, y tecnológicos, de la historia de Citroën. Empezamos a desgranar la familia C4 por el Diesel más básico, un cumplidor y resultón 1.6 HDI de 92 CV.

Citroën C4 Coupé 1.6 HDI 92 CV VTR 3p
Citroën C4 Coupé 1.6 HDI 92 CV VTR 3p

Hay que reconocer que no esperábamos que el bastidor del nuevo C4 fuera tan bueno. Ya el de Xsara era eficaz, pero éste se coloca a la altura de rivales de la talla del Focus, por citar un ejemplo claro en dinamismo dentro del segmento.

Con una longitud de 4,27 metros, una anchura de 1,49 y una generosa batalla de 2,60 metros, el C4 disfruta de una superficie de rodadura muy buena. Sobre ella se ha colocado una suspensión que, sin florituras, responde a las mil maravillas: esquema McPherson con barra estabilizadora en el eje delantero y, -un poco más de elaboración- brazos longitudinales unidos por barra de torsión.

A simple vista puede no parecer una suspensión demasiado evolucionada, pero funciona muy bien. El coche se mueve con un elegante equilibrio entre confort y dinamismo. Ataca las curvas con un aplomo digno de la mejor berlina, y, una vez dentro de ellas, ofrece un asombroso dominio de sí mismo, con un delicado movimiento de la carrocería. Se apoya con firmeza y suavidad, sin brusquedades ni balanceos, pero con la firmeza que precisa la conducción más enérgica. El tacto está en un punto medio entre coches más bien cómodos, como el Golf, y los más eficaces, como el Focus. Dicen en Citroën que han eliminado el acusado efecto direccional del eje trasero del Xsara, algo que necesariamente debe redundar en un comportamiento más serio. Y así es: la zaga no se insinúa nunca, ni siquiera provocándola con rápidos levantamientos del pie derecho en los apoyos. Ni el más leve movimiento responde a esta provocación.

Al buen trabajo del chasis se une un eficacísimo control de estabilidad, que es, con mucho, la opción más recomendable. Este ESP, que no se puede desconectar por encima de los 50 km/h, actúa con diligencia y sigilo cuando ya no le queda más remedio. No es nada intrusivo, permite ciertas alegrías y corrige sin apuros los desmanes que puedan producirse en trazados apurados o con el suelo roto.
Con todo, los que disfruten de la conducción alegre se encontrarán muy a gusto en un coche que gira con nobleza, sin más vicios que ligerísimos subvirajes fáciles de controlar, y que responde obediente a una dirección exacta y rápida. Después, en zonas fáciles, es muy agradable y cómodo de llevar y, en general, le importa poco el terreno que pisa, pues siempre tiene recursos para salir del paso.El que está claramente por debajo del nivel que marca el chasis es el motor. Este 1.6 HDI de 92 CV es un buen motor, pero las cualidades del bastidor invitan a probarlo a fondo con máquinas de más alma.
Sin embargo, hay que convenir en que es más que suficiente para ser la versión Diesel de acceso. Con su par máximo de 25 mkg y los 102 CV reales que ha medido nuestro Centro Técnico, el HDI se las compone para mover con soltura al C4 y no desfallecer casi nunca. No es un motor explosivo y derrochador de fuerza, sino que se apoya en la constancia y el empuje desde abajo para lograr resultados muy dignos. Así, el mejor momento de la mecánica está justo entre de las 2.000 y las 2.500 vueltas, cuando la fuerza del motor está en su punto máximo. Después, el motor se estira, pero más arriba de las 3.500 rpm ya no hay tanta respuesta.

Con una aceleración de 0 a 100 km/h de 11,2 segundos, el C4 1.6 HDI no es ningún velocista (tampoco una tortuga). Mantiene cruceros aceptables a ritmos vivos y recupera bastante bien, pero sin demasiadas alegrías. Lo bueno es que, a cambio de no correr en exceso, el coche es una máquina de ahorrar. Su consumo de combustible es mínimo: 5,9 litros a los 100 km ha medido nuestro Centro Técnico. Eso sí: hace un poco más de ruido del que nos gustaría. Este motor 1.6 HDI es fruto de la conocida alianza de Ford y el grupo PSA para construir motores Diesel y, por tanto, puede montarse en cualquiera de los modelos de las dos compañías.
El 1.6 es un motor muy moderno, con inyección directa por common rail de segunda generación. Este mecanismo es capaz de mejorar la inyección notablemente gracias a su capacidad para inyectar el combustible a una presión de 1.650 bares. Una mejor pulverización hace que se optimice la combustión y se aproveche mejor el carburante, con los consiguientes ahorros en los consumos. Además, una sucesión de inyecciones pilotadas, hasta cinco por ciclo, permite reducir emisiones, ruidos y vibraciones. El resultado es un motor brioso, lleno por abajo y de tacto dulce, lejos de los temperamentales TDI de Volkswagen. El cambio elegido para manejar este propulsor es una caja de cinco relaciones bastante básica y de manejo algo torpe y áspero. Con ella se accionan unos desarrollos bastante bien escogidos, pensados para sacar el máximo partido al motor. Son todos más bien cortos, excepto el de la quinta, que se ha pensado para correr ahorrando todo lo posible.Hay que reconocer que no esperábamos que el bastidor del nuevo C4 fuera tan bueno. Ya el de Xsara era eficaz, pero éste se coloca a la altura de rivales de la talla del Focus, por citar un ejemplo claro en dinamismo dentro del segmento.

Con una longitud de 4,27 metros, una anchura de 1,49 y una generosa batalla de 2,60 metros, el C4 disfruta de una superficie de rodadura muy buena. Sobre ella se ha colocado una suspensión que, sin florituras, responde a las mil maravillas: esquema McPherson con barra estabilizadora en el eje delantero y, -un poco más de elaboración- brazos longitudinales unidos por barra de torsión.

A simple vista puede no parecer una suspensión demasiado evolucionada, pero funciona muy bien. El coche se mueve con un elegante equilibrio entre confort y dinamismo. Ataca las curvas con un aplomo digno de la mejor berlina, y, una vez dentro de ellas, ofrece un asombroso dominio de sí mismo, con un delicado movimiento de la carrocería. Se apoya con firmeza y suavidad, sin brusquedades ni balanceos, pero con la firmeza que precisa la conducción más enérgica. El tacto está en un punto medio entre coches más bien cómodos, como el Golf, y los más eficaces, como el Focus. Dicen en Citroën que han eliminado el acusado efecto direccional del eje trasero del Xsara, algo que necesariamente debe redundar en un comportamiento más serio. Y así es: la zaga no se insinúa nunca, ni siquiera provocándola con rápidos levantamientos del pie derecho en los apoyos. Ni el más leve movimiento responde a esta provocación.

Al buen trabajo del chasis se une un eficacísimo control de estabilidad, que es, con mucho, la opción más recomendable. Este ESP, que no se puede desconectar por encima de los 50 km/h, actúa con diligencia y sigilo cuando ya no le queda más remedio. No es nada intrusivo, permite ciertas alegrías y corrige sin apuros los desmanes que puedan producirse en trazados apurados o con el suelo roto.
Con todo, los que disfruten de la conducción alegre se encontrarán muy a gusto en un coche que gira con nobleza, sin más vicios que ligerísimos subvirajes fáciles de controlar, y que responde obediente a una dirección exacta y rápida. Después, en zonas fáciles, es muy agradable y cómodo de llevar y, en general, le importa poco el terreno que pisa, pues siempre tiene recursos para salir del paso.El que está claramente por debajo del nivel que marca el chasis es el motor. Este 1.6 HDI de 92 CV es un buen motor, pero las cualidades del bastidor invitan a probarlo a fondo con máquinas de más alma.
Sin embargo, hay que convenir en que es más que suficiente para ser la versión Diesel de acceso. Con su par máximo de 25 mkg y los 102 CV reales que ha medido nuestro Centro Técnico, el HDI se las compone para mover con soltura al C4 y no desfallecer casi nunca. No es un motor explosivo y derrochador de fuerza, sino que se apoya en la constancia y el empuje desde abajo para lograr resultados muy dignos. Así, el mejor momento de la mecánica está justo entre de las 2.000 y las 2.500 vueltas, cuando la fuerza del motor está en su punto máximo. Después, el motor se estira, pero más arriba de las 3.500 rpm ya no hay tanta respuesta.

Con una aceleración de 0 a 100 km/h de 11,2 segundos, el C4 1.6 HDI no es ningún velocista (tampoco una tortuga). Mantiene cruceros aceptables a ritmos vivos y recupera bastante bien, pero sin demasiadas alegrías. Lo bueno es que, a cambio de no correr en exceso, el coche es una máquina de ahorrar. Su consumo de combustible es mínimo: 5,9 litros a los 100 km ha medido nuestro Centro Técnico. Eso sí: hace un poco más de ruido del que nos gustaría. Este motor 1.6 HDI es fruto de la conocida alianza de Ford y el grupo PSA para construir motores Diesel y, por tanto, puede montarse en cualquiera de los modelos de las dos compañías.
El 1.6 es un motor muy moderno, con inyección directa por common rail de segunda generación. Este mecanismo es capaz de mejorar la inyección notablemente gracias a su capacidad para inyectar el combustible a una presión de 1.650 bares. Una mejor pulverización hace que se optimice la combustión y se aproveche mejor el carburante, con los consiguientes ahorros en los consumos. Además, una sucesión de inyecciones pilotadas, hasta cinco por ciclo, permite reducir emisiones, ruidos y vibraciones. El resultado es un motor brioso, lleno por abajo y de tacto dulce, lejos de los temperamentales TDI de Volkswagen. El cambio elegido para manejar este propulsor es una caja de cinco relaciones bastante básica y de manejo algo torpe y áspero. Con ella se accionan unos desarrollos bastante bien escogidos, pensados para sacar el máximo partido al motor. Son todos más bien cortos, excepto el de la quinta, que se ha pensado para correr ahorrando todo lo posible.