Salvo por el Opel Zafira y el Honda Stream, el Picasso ofrece a priori lo mismo que la mayoría de los monovolúmenes medios del mercado. Esto se traduce en cinco plazas –no más que cualquier berlina- y un maletero bueno, aunque no especialmente grande comparado con el de un turismo medio, pero sí con mayor posibilidad en altura interior y un plano de carga bastante bajo. Además, un motor con tecnología common rail de última generación que entrega 90 CV en esta versión HDi y que consume poco y, lo que se suele buscar en este tipo de vehículos que se pretende no sean muy grandes por fuera pero aporten un plus de versatilidad en cuanto a un familiar o ranchera se refiere: un mayor volumen interior, principalmente ganando en altura para la cabeza de los ocupantes y en la gran sensación de amplitud que transmite desde las plazas delanteras porque el parabrisas está muy inclinado. Ese volumen sirve también para que, por ejemplo, cuando se manipula una silla de niños, la facilidad para introducirla y colocarla correctamente sea mayor, porque no hay que agacharse mucho y las puertas son un poco más grandes. Además, pudiendo abatir, como ya es tradición en cualquier vehículo, los asientos posteriores –pueden incluso desmontarse por completo–, se logra llegar a un volumen de carga que, ocasionalmente, puede servir mejor por tener mayor capacidad disponible hasta igualar más o menos a furgonetas de carga ligera. Las líneas maestras del monovolumen, ya sea pequeño, medio o grande, parecían descritas con el simple trazo de un cuasi círculo, como el Scénic. Sin embargo, ahora mismo hay donde elegir con un resultado muy distinto, desde el Scénic, que responde bastante a esa genérica descripción, hasta el Opel Zafira o Mitsubishi Space Star, que se corresponderían más con el de una adaptación de un familiar elevado y en un solo volumen donde integrar maletero, habitáculo y vano motor. En diseño, el Picasso ofrece un plus de distinción, que puede gustar o no, pues ya sabemos que esto es un cuestión subjetiva. La gran superficie acristalada, y ese efecto de globo hinchado, con el tercer cristal triangulado delante, le confieren un estilo muy singular, sin duda como Citroën sabe hacer cuando quiere tener una imagen propia, que no necesariamente continuista o parecida a otros modelos de la marca. El gran portón trasero –que abre a dos alturas, a 1,77 y a 1,90 metros, respectivamente– parece muy ancho y da un buen acceso al maletero, que es de los más grandes del segmento (540 litros frente a los 410 de un Renault Scénic), aunque no el que más: el Opel Zafira tiene 580... si no se ocupan los dos asientos que hacen de este modelo un 7 plazas. En lo que sí se distingue el Picasso es en que en el maletero tiene un sistema, como si de un carrito de la compra se tratara, que se pliega (sistema Modubox) y que es ideal para transportar cargas como botellas (caben hasta 12 de medio litro), bolsas del súper, etc. También hay un toma de corriente, algo también cada vez más habitual.
En el interior del Picasso se viaja cómodo por lo que a amplitud se refiere. La altura típica de este tipo de coches con respecto a la carretera y el voluminoso espacio, que como hemos dicho se gana especialmente en altura para la cabeza y lo grande que se presenta la parte superior del salpicadero, éste con todos los indicadores del cuadro –digital– en el centro-, conforman un panorama de espacio que transmite una buena sensación. La distancia entre ejes también es de las más largas (276 cm), frente a modelos como el Scénic (285). Ello se traduce en un espacio más o menos holgado para las piernas en los asientos traseros, que puede calificarse de suficiente, aunque no sobrado, tal y como pasa en la mayoría de los rivales. Tanto en el Picasso como en los otros, las personas de talla alta, por encima de 1,80 ó 1,85 m, viajarán con el espacio suficiente, aunque con la posibilidad de que el asiento trasero central, pues las tres plazas son individuales, se desplace hacia adelante hasta 14 centímetros, con lo que los hombros quedan despejados… aunque a la vez a las piernas se les reste espacio. Es mucho más evidente el espacio, en todas las cotas, de que disponen las plazas delanteras, con un importante nivel de comodidad. En el caso del conductor, además, la colocación de la palanca de cambio en el salpicadero, una tendencia bastante extendida, facilita y hace muy cómoda la maniobra del cambio.
Las posibilidades a bordo jugando con los distintos elementos, como las mesillas plegables para los asientos traseros, los apoyabrazos de las plazas delanteras también plegables, los numerosos huecos habilitados bien para dejar las latas de refrescos e incluso botellas de agua de litro, etc. son, en general, mejores que en una berlina convencional.
El salpicadero, que, como hemos comentado, ofrece la información del cuadro en el centro, una práctica que cada vez parece extenderse más en los vehículos actuales, aunque no llega a todos, tiene también sus singularidades, buenas y malas, a nuestro juicio. Por un lado, lo bueno es que tanto el conductor como el acompañante pueden ver la información claramente. Esto, principalmente, está bien si se lleva un sistema GPS que también puede ver el acompañante, así como la radio o los datos del ordenador de viaje, pero parece menos práctico para los datos que habitualmente maneja el conductor, como temperatura, velocidad, cuentarrevoluciones –que por cierto no lleva y se echa en falta–, nivel de gasolina, etc. Tal vez el efecto es más estético que práctico, pues desde este último punto de vista, incluso conduciendo, requiere para el conductor una leve distracción frente a la ubicación normal, o sea, en el lado izquierdo, tras el volante. Además, la indicación digital tiene su contrapunto en que, si hay demasiado sol, es más difícil de leer y requiere de un contraste distinto. Sin embargo, también hay una función para quitarle la iluminación al cuadro para que no pueda llegar a estorbar tanto por la noche, como el black-panel de Saab, que deja sólo a la vista el velocímetro. El problema es que el mando está junto al cuadro, o sea, un tanto lejos del brazo de conductor.