Chrysler Crossfire 3.2i V6 Coupé

Construido a medias entre Chrysler y Mercedes, el exuberante Crossfire es uno de los últimos exponentes de la vieja y admirada automoción norteamericana. Un coche cargado de emoción, de pasión y de un magnetismo único. Sin embargo, también es símbolo de los nuevos tiempos de fusiones, sinergias industriales y frío márketing. Eso sí, sigue siendo un coche bello, divertido y lleno de atractivos.

Chrysler Crossfire 3.2i V6 Coupé
Chrysler Crossfire 3.2i V6 Coupé

El chasis del Crossfire es, como ya hemos dicho, el mismo que utilizaba Mercedes para montar la generación anterior de los deportivos SLK. Es decir, disfruta de una contrastada base mecánica que ha servido a los técnicos de Chrysler para afinar un coche muy emocional y divertido.El pilar principal del chasis lo constituye la suspensión, que está construida con dobles triángulos delante y multibrazo detrás, siempre con muelles, amortiguadores y barra estabilizadora en ambos trenes rodantes.
Esa elaborada suspensión, unida a una batalla de 2,4 metros y a unas vías de 1,49 metros delante y 1,50 detrás, configura una plataforma amplia, estable y pensada para garantizar un rodar rápido y seguro. Unas colosales ruedas con neumáticos con medidas 225/40 ZR 18 y 255/40 ZR 19 se encargan de llevar al suelo la potencia del motor. Como se puede ver, los mimbres del chasis son de primera calidad. Así, no es de extrañar que el Crossfire sea un modelo ágil y divertido, lleno de emociones para el conductor.
Pero, al tiempo, es un coche seguro, estable y fácil de conducir. Un producto típicamente Mercedes a pesar de llamarse Chrysler.

En carreteras abiertas, nuestro protagonista se muestra sereno y transmite muchísima confianza. El alerón trasero se despliega y el Crossfire da lo mejor de sí mismo demostrando lo bien que combina las altas velocidades con un aceptable confort de marcha. A pesar de tener ruedas de perfil tan bajo, el habitáculo no sufre demasiado los desperfectos del suelo, así que el coche se desenvuelve con gran comodidad. Cuando llegan las curvas, la suspensión demuestra su eficacia y permite que el Crossfire negocie las curvas con gran aplomo, sin cabecear ni manifestar apenas vicios. Sólo acelerando fuerte al salir de las curvas nos encontramos con un levísimo sobreviraje que un atento control de estabilidad neutraliza sin apuros. Si desconectamos el control, el sobreviraje nos ayudará a redondear las curvas y a divertirnos jugando con las inercias y el gas.
Por último, una dirección bastante directa y rápida (a pesar de lo grande que es el volante) nos facilita los trazados y unos frenos bastante poderosos aseguran cualquier maniobra.
Sobre estos terrenos virados, especialmente si el asfalto está en mal estado, la suspensión y la amortiguación sufren más y dejan que lleguen al habitáculo muchos más impactos y golpes, con lo que el confort se ve resentido. Son los peajes que hay que pagar por acercarnos a la conducción más deportiva.Al igual que el chasis, el colosal V6 de 3,2 litros también viene de Mercedes. Este motor, preparado para entregar 218 CV, se adapta perfectamente a las exigencias de un coche tan ágil y vivo.
El V6 tiene un carácter enérgico, típicamente gasolina, con un primer tramo algo vacío, pero una enorme capacidad para empujar en cuanto supera las 2.000 revoluciones por minuto. Después, se estira poderoso y lleno por encima de los 6.000 giros, permitiendo que el coche firme unas magníficas prestaciones con un vibrante 0-100 de sólo 7,2 segundos, una marca excepcional que habla bien a las claras de la fuerza que derrocha el coche y de su excelente motricidad.

A pesar de su potencia y de este talante poderoso, el motor es bastante progresivo y noble, poco dado a la violencia propia de otros deportivos más o menos radicales. Sin embargo, esto no modera su consumo: una media ponderada de 13,8 litros es señal de lo mucho que puede consumir este corazón atmosférico. Unido al motor va un cambio de seis relaciones fabricado también por Mercedes. Es la misma caja que llevan ya varios modelos de la marca, pero no es una caja especialmente agradable. Lenta y poco precisa, la palanca no favorece para nada la gestión de un equipo que, por lo demás, lleva unos desarrollos bastante bien ajustados, con una sexta marcha larguísima y una cuarta llena de poderío y firmeza.Haciendo resumen, el Crossfire es un coche interesante. Sus tripas y su estética exterior son perfectas para el que quiera un vehículo deportivo, de imagen impactante y que diga mucho de uno. En cambio, el interior, los acabados y otros muchos detalles no están a la altura y, por tanto, desmerecen mucho el conjunto. Cuestión de prioridades, o de gustos.

LO MEJOR
LO PEOR

• Carácter deportivo.
• Agilidad.
• Motor muy capaz.

• Precio elevado.
• Mal acabado.
• Poco equipamiento.