Audi A4 2.0 / Mercedes C 180

Disponer de la configuración y mecánica más modesta de sus respectivas gamas apenas resta enteros a nuestros protagonistas, cuya pertenencia a dos marcas de prestigio le permite ofrecer su distinción y capacidad de representación, eso sí, a un precio más asequible que el de sus hermanos.

El nuevo bastidor del Audi, al que se ha dotado en esta nueva entrega de suspensión trasera independiente, experimenta una significativa mejora en lo que se refiere a comportamiento, extremo que se pone especialmente de manifiesto con la suspensión deportiva que llevaba nuestra unidad de prueba y que no llega a resultar en absoluto incómoda. Han desaparecido por completo las molestas oscilaciones verticales que padecía la serie anterior y se han ganado muchos enteros en precisión de trayectoria, así como en la confianza que transmite al conductor. El Mercedes también ofrece unos excelentes resultados en este aspecto y con un perfecto equilibrio en los tarados de las suspensiones y su capacidad de filtrado. La inclusión del ESP en ambos casos termina de redondear un excelente panorama en este aspecto. Aunque el peso y potencia no favorecen un tipo de conducción deportiva en zonas viradas, ambos muestran una más que razonable agilidad a la hora de encadenar curvas. Paradójicamente es el Mercedes el que muestra una mayor tendencia al subviraje, a pesar de su propulsión posterior. El control de tracción sigue ejerciendo sus funciones incluso después de desconectar el ESP, por lo que el tren trasero es absolutamente inamovible incluso en condiciones de adherencia mínimas. El A4 muestra una dirección de respuesta más instantánea y, aunque también tiende a subvirar, al límite lo hace de manera menos acusada. Las ruedas opcionales de 215 de sección en perfil 55 y llanta de 16 pulgadas presentan unas innegables cualidades estéticas, pero resultan excesivas para las prestaciones del coche, quedándonos con las 195/65 VR 15 que monta de serie. Con todo en la balanza, el resultado final se nos antoja ligeramente superior en el Audi que en el Mercedes. El A4 presenta un equipamiento tan completo como el de su rival, un comportamiento mejor en curva y anda algo más. Por su parte, el C 180 es más refinado y más confortable, pero las ochocientas mil pesetas adicionales que hay que desembolsar resultan difícilmente justificables bajo criterios objetivosEl nuevo bastidor del Audi, al que se ha dotado en esta nueva entrega de suspensión trasera independiente, experimenta una significativa mejora en lo que se refiere a comportamiento, extremo que se pone especialmente de manifiesto con la suspensión deportiva que llevaba nuestra unidad de prueba y que no llega a resultar en absoluto incómoda. Han desaparecido por completo las molestas oscilaciones verticales que padecía la serie anterior y se han ganado muchos enteros en precisión de trayectoria, así como en la confianza que transmite al conductor. El Mercedes también ofrece unos excelentes resultados en este aspecto y con un perfecto equilibrio en los tarados de las suspensiones y su capacidad de filtrado. La inclusión del ESP en ambos casos termina de redondear un excelente panorama en este aspecto. Aunque el peso y potencia no favorecen un tipo de conducción deportiva en zonas viradas, ambos muestran una más que razonable agilidad a la hora de encadenar curvas. Paradójicamente es el Mercedes el que muestra una mayor tendencia al subviraje, a pesar de su propulsión posterior. El control de tracción sigue ejerciendo sus funciones incluso después de desconectar el ESP, por lo que el tren trasero es absolutamente inamovible incluso en condiciones de adherencia mínimas. El A4 muestra una dirección de respuesta más instantánea y, aunque también tiende a subvirar, al límite lo hace de manera menos acusada. Las ruedas opcionales de 215 de sección en perfil 55 y llanta de 16 pulgadas presentan unas innegables cualidades estéticas, pero resultan excesivas para las prestaciones del coche, quedándonos con las 195/65 VR 15 que monta de serie. Con todo en la balanza, el resultado final se nos antoja ligeramente superior en el Audi que en el Mercedes. El A4 presenta un equipamiento tan completo como el de su rival, un comportamiento mejor en curva y anda algo más. Por su parte, el C 180 es más refinado y más confortable, pero las ochocientas mil pesetas adicionales que hay que desembolsar resultan difícilmente justificables bajo criterios objetivos