Javier siempre quiso ser piloto de rallyes, su gran pasión desde pequeño; la vida le llevó, sin embargo a dedicarse a la agricultura, una actividad que también le resulta muy satisfactoria.
De repente, sin saber cómo, Javier se encontró que su coche para ir a trabajar era nada más y nada menos que un Seat Córdoba WRC versión Safari. El vehículo perfecto para circular por las rapidísimas pistasy caminos que circundan las marismas del Guadalquivir, donde desarrolla su trabajo como agricultor en los arrozales sevillanos.
Los enormes recorridos de suspensión permitían a Javier rodar con el WRC de Seat a un ritmo impresionante por un territorio, que poco tiene que envidiar por dureza al de la sabana keniata. No en vano, entre las tablas de arroz, la temperatura supera con facilidad los 40º, los caminos además son muy pedregosos y polvorientos, también muy rápidos.
El motor 2 litros turbo de 300 CV ofrece además un enorme poderío, mientras que el cambio secuencial de seis velocidades permite aprovecharlo al máximo. Una verdadera gozada acelerar a fondo por las rápidas pistas de la marisma que circundan los canales de riego, cambiando de marcha sin levantar el pie del gas. En ese momento y rodando ya en sexta a fondo, a Javier se le vino a la memoria una de las imágenes de la película La Isla Mínima, rodada por estos parajes; concretamente la escena en la que los policías persiguen al asesino. Seguro que si hubieran conducido el Seat Córdoba versión Safari, no se les hubiera escapado, pensó.
El Seat Córdoba WRC Safari cuenta además con una suspensiones de gran recorrido, casi 20 cm en el tren delantero y 25,4 en el trasero, lo que supone un aumento de 3,3 y 6,3 cm con respecto a la versión de asfalto, también dispone de una carrocería muy reforzada. Los bajos reciben asimismo sendas protecciones, mientras que exteriormente lo más llamativo es la adopción del sonrkel y la «mataburras» delantera, dos accesorios que vienen muy bien para circular por la marisma, donde abundan los animales sueltos, también son bastantes los cauces de agua que hay que sortear. En la parte de atrás la versión Safari recibe dos ruedas de recambio en lugar de una, un completo equipo de herramientas, un depósito auxiliar de combustible de 35 litros y varias botellas de ciclista para llevar diferentes líquidos; aceite, refrigerante, líquido de frenos, etc. Todo está cuidado al detalle con el objetivo de afrontar con las máximas garantías una prueba tan dura y extrema como era el rallye Safari.
El Seat Córdoba WRC demostró ser un arma muy eficaz en este terreno, como así lo demuestra el tercer puesto conseguido en el Safari del año 2000, uno de los mejores resultados obtenidos por el coche en los años en los que disputó el campeonato del mundo de rallyes.
A los mandos del Seat Córdoba WRC y si lo hubiera hecho toda la vida, Javier conseguía una compenetración perfecta y eso que al principio el pilotaje de resulta algo nervioso y delicado. Conviene tener en cuenta que su conducción se asemeja bastante a la de un propulsión trasera; el tren trasero es el que manda, especialmente en tierra, también hay que tener en cuenta que la dirección es muy rápida y bastante sensible. El motor 2 litros turbo requiere llevarlo por encima de 2.500 rpm para que sea operativo, mientras que el cambio de marchas secuencial permite subir marchas gas a fondo y sin pisar el embrague. También es peculiar el tacto del freno, duro como una piedra. Enlazando curvas con la maestría del mismísimo Auriol, Javier, de repente, despertaba de tan maravilloso sueño.
Todo había sido tan real… Bajo una fuerte excitación, no perdía tiempo en bajar a la nave donde además de los tractores, guarda su coche. Le quedaba la esperanza que el Seat Córdoba WRC Safari todavía siguiera allí. Al abrir la puerta descubría que efectivamente todo había sido un sueño, pero no se sintió defraudado; en el lugar donde pensaba podía estar el WRC, se encontraba el León ST X-Perience con motor diésel de 184 CV, cambio DSG y tracción total que había adquirido recientemente.
Evidentemente el Seat León ST X-Perience no tiene tanto encanto, pero es un coche perfecto para Javier. Gracias a la mayor altura sobre el suelo, la suspensión reforzada y la tracción total, este familiar permite rodar con total tranquilidad por los caminos de la marisma sevillana, incluso en los meses de invierno donde el barro arcilloso impide el paso a la mayoría de los automóviles. Es además cómodo, espacioso, ideal para los viajes de vacaciones con la familia, también perfecto para transportar la bicicleta de montaña los fines de semana. No es de extrañar que se sienta orgulloso de tener su Seat León ST X-Perience en el garaje, lo cual no quita que siga soñando con el Córdoba WRC.
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