De «rudo» y «radical». Podrían ser las acepciones de
Pero ni antes en Mallorca, donde se realizó la presentación internacional delCayman R, ni ahora en Madrid nos hemos encontrado el auténtico R que esperábamos. Un sofisticado equipo opcional de navegación, radio... e incluso los posavasos a los que renunciaba por equipo insustancial, complementan un interior de enorme calidad y funcionalidad que contrasta con los rudimentarios —y preciosos— tiradores de las puertas. Una lógica licencia incluso para quien sólo desea pilotar este Cayman. Porque este R es un coche de piloto, que desde la misma puesta en marcha, con un golpe de acelerador sobre 2.000 revoluciones y un sonido delatador, avisa de sus intenciones.
Más bajo y firme, el Cayman R es una fuente de órdenes sensoriales que parece no tener límites en carretra abiertas y nos lleva a acelerar con violencia, correspondiéndonos con vertiginosos desplazamientos. El motor boxer es plenamente poderoso desde sus primero giros, de generosa respuesta atmosférica, y a partir de 5.000 revoluciones, momento en la que su distribución VarioCam Plus cambia a leyes muy agresivas, te lleva a querer explorar continuamente su línea roja que corta a 7.500 revoluciones. Y lo hace con tal rapidez, que una y otra vez frecuentamos el corte de inyección. A esta "virulencia" se suma su cambio PDK de 7 velocidades, que estrena un software de segunda generación que agiliza las transiciones de subida y bajada de velocidades. La pegada del motor es increíble, tanto por pura respuesta, como por su presencia en el habitáculo y la huella sonora que va dejando allí por dónde circula. Terapéutica para muchos, como de animadversión para otros.
Nos acordamos de lo fácil que era romper la adherencia del Cayman R en las llovidas carreteras mallorquinas y lo fino y reactivo que era a nuestras órdenes para controlarlo en la deriva «efectiva», y ahora, con 25 grados a la sombra y sobre un asfalto de mejor calidad y «al dente», el Cayman R nos ha extasiado por un altísimo paso por curva e «irrompible» motricidad. Romper su adherencia no resulta fácil. Da tanta confianza adelantar la aceleración, que incluso antes llega a empujar al tren delantero y lo lleva a subvirar. En Mallorca nos acordamos del inquebrantable Audi RS3. Aquí en Madrid no.
El Cayman R se muestra ligerísimo, muy reactivo, pero no agresivo de reacciones, y compatibiliza una entrada en curva del tren delantero soberbia con una salida de catapulta. No deja de tener una configuración técnica «de libro», con un motor central que equilibra pesos y las reacciones provocadas por las inercias. Tiene todo para batir sin piedad al 911, básicamente por facilidad de conducción.
Los números finales del Cayman R no le sirven para ver claramente al Cayman Spor el espejo retrovisor. Diferencias ridículas, aunque esas otras diferencias, las sensoriales, lo coloquen en otra dimensión. Que haya frenado peor que el Cayman S debe ser la excepción que confirme la regla, porque como todoPorsche, no sólo ha bajado de los
Protagonista, su boxer
El Cayman R está en una dimensión «intimidadora», también para quien nos ve venir, por una feroz capacidad de aceleración —y aguerrido bramido de su boxer— que parece restar segundos al tiempo. Soberbio el PDK en este ambiente R.
De curva a curva
El Porsche de mejores y más equilibradas maneras para explotar su deportividad es el Cayman. Y ni la «radica- lidad» del R exige dosis de pericia. Su electrónica deja acercarse, no entrar, al punto de no retorno.
¿Para ir por la calle?
Qué más da cuando la sarna con gusto no pica. No hay esfuerzos en sus bajos backets, ni decibelios que ensordezcan nuestros tímpanos, ni sequedad en descarnados asfaltos... Sólo la climatización —opcional— parece necesaria.
Exclusivo
No seremos en carretera más rápidos que un Cayman S de 320 CV y 9000 euros menos, pero por sensaciones nos lo parecerá. Ese halo de versión «R», trabajada en todos sus puntos por y para la deportividad, es su valor añadido.