Prueba: Peugeot RCZ-R, las garras del felino

Acechando de cerca, pero sin poder morder en el cuello a sus presas. Pero ha llegado la mano de Peugeot Sport para llevara al RCZ donde merece estar mediante un gran desarrollo de producto que lleva a evoluciones límite el motor, el comportamiento y, sobre todo, las sensaciones.

Raúl Roncero. Twitter: @Rron0_autopista

Prueba: Peugeot RCZ-R, las garras del felino
Prueba: Peugeot RCZ-R, las garras del felino

 

Banner PeugeotUn aluvión de trabajo es lo que ha echado Peugeot sobre su especialísimo coupé RCZ para conseguir varias cosas a la vez. De un lado, el coche de producción más rápido de cuantos ha tenido la marca hasta la fecha. De otro, el deportivo más radical y eficaz de toda la historia de la marca. Y por último, el poder ya contar con una verdadera alternativa a los OPC, RS, Cupra y R de Opel, Renault, Seat o VW equivalentes, aunque la propia Peugeot apunta todavía más alto y dispara al más pequeño de los Porsche como referencia en comportamiento... A quien, por cierto, promete igualar en pista.  

R de radical

Peugeot RCZ-RNo se trata de una vuelta de tuerca sin más sobre la versión ya existente hasta el momento, con 200 CV. 70 caballos más no se asimilan de golpe, más cuando la pretensión es hacer un coche que dinámicamente roce lo radical. Son muchos los cambios, empezando por el motor. Puestos de honor también para él porque el 1.6 litros que esconde es, tras el dos litros de Mercedes AMG con 360 CV, el de mayor potencia específica del mercado. Malhle Motorsport está detrás de este propulsor del que ahora tiene celos BMW, el fabricante original. Tratamiento térmico en el bloque para lograr mayor robustez, pistones especiales, cojinetes de biela con revestimiento de polímero y turbo de doble entrada específico con una terrorífica presión de soplado: 1,5 bares relativos que van a aportarte dosis extra de emoción desde el mismo instante que sales del garaje al escuchar cómo su válvula de descarga se abre para dejar salir reflujo aire de y excesos de presión al levantar el pie de acelerador... Cual olla a presión.

 

Pero no sólo eso, porque ese pequeño gran turbo que probablemente te achicharrará la mano el primer día que abras el aligerado capó —queda justo delante del pestillo que lo libera— hace del 1.6 THP un motor con mucho carácter, algo en lo que también tiene que ver el cambio, sus desarrollos y el peso para que, desde primera a sexta, tengas la sensación de que este RCZ empuja como un verdadero diablo. Si por ser tan "pequeño" y por su potencia específica crees que es un motor con pocos bajos estás equivocado, porque lo que menos le falta al motor es elasticidad. Ni mucho menos pegada ni una de estas estiradas finales hasta algo más allá de 6.500 rpm de las de cortan el hipo.

 

Peugeot RCZ-RCompararlo con otros buenos motores dos litros, este 1.6 THP no hace más que demostrar que el trabajo hecho por y para esta versión es global, sin dejar variable alguna al azar. Pongamos el motor OPC de Opel como ejemplo, una verdadera bestia que además ha llegado a rendir en banco más de los 280 CV que anuncia. En su curva de rendimiento, el de Opel pasa por 1.500 rpm con 20 CV y 6 mkg de par sobre la curva del motor Peugeot, diferencia que el de Opel administra prácticamente de principio a fin... Cuando a la hora de la verdad el RCZ-R acelera para llegar a kilómetros con salida parada nada menos que ¡un segundo! antes, llegando 7 km/h más rápido que el mismísimo Astra OPC.

 

Trabajo en equipo

A medida que lo conduces va quedando claro que ésa es la clave del éxito. Porque siendo bueno el rendimiento del motor, lo que hace deportivo a un deportivo son los caballos que mueve cada kilo, y esa favorable ecuación es lo que confiere a este felino una agilidad no ya de león, sino de pantera. Pero

hay más hasta llegar a la traca final, su chasis. El cambio no es sólo perfecto por tacto y precisión, también el embrague parece aguantar lo que le eches y los desarrollos suman inmediatez en la aceleración por cada salto de marcha sin la más mínima recaída mecánica.

 

Su velocidad máxima se interrumpe electrónicamente a 250 km/h... cuando apenas te quedarían 50 rpm extra para llegar al corte electrónico. Sin duda, no hay fórmula mejor para poder explorar debidamente cada caballo, cada aceleración, aunque el viaje "a secas" se puede convertir en una tortura... pero seguro que el verdadero aficionado encontrará en el sonido mecánico, el de escape y la citada válvula de descarga del turbo una razón para, tras la sesión de curvas, seguir deleitándose incluso a relajado ritmo de autopista.

 

Peugeot RCZ-REstructuralmente, el chasis de este Peugeot RCZ-R es una roca y ha asimilado de buen grado muelles un 14 y 44 por ciento menos elásticos que la versión de 200 CV —en la ciudad lo hacen verdaderamente incómodo—, combinados además con amortiguadores específicos y de más calidad, junto a cotas de convergencias, caídas y avance definidas bajo la fórmula secreta de Peugeot Sport, quienes tienen claro que para domar 270 CV con dos únicos puntos de tracción hace falta recurrir a mecánica clásica. Dicho y hecho, un autoblocante Torsen convierte el tren delantero del RC-Z en uno de los más incisivos y eficaces de cuantos tracción delantera hay en el mercado, tal vez con la excepción del Renault RS.

 

Entiendo que sabes qué implica este elemento: tracción asegurada, posibilidad de cambiar referencias al conducirlo al ataque para abrir gas a fondo antes de haber llegado al vértice, para que cuando llegues a él pueda hacer debidamente su función. Quienes confían su tren delantero en controles de tracción electrónico dejan al final inmensas huellas de caucho en el asfalto, se pierde "tiempo" y "feeling" de conducción, mientras que el RCZ-R las encadena con una eficacia descomunal. Evidente la presencia del Torsen como intermediario entre ruedas y dirección, el RCZ-R también tiende a ir "husmeando" el asfalto al abrir gas en recta o entre curvas, pero es verdaderamente sutil y exige menos esfuerzo y concentración de la que ya de por sí te obliga un coche que, a la hora de buscar sus límites, pide manos de hiero, mucha sensatez e ideas muy claras.

 

Reactivo y muy directo a las órdenes, su participativo tren posterior refleja que tras su puesta a punto hay gente que desarrolla coches por y para la competición. Pero tan bajo y cerca del suelo, con gran y muy buena rueda, elevada firmeza de amortiguación y un permisivo control de estabilidad, superar los ciertos límites podría suponer encontrarse con un violento latigazo sólo apto para manos expertas.

 

Toca frenar

Es un coche verdaderamente rápido, y si no estás al nivel te lo puede dejar muy claro. Como colofón, Alcon firma unos impresionantes frenos con pinza delantera flotante de cuatro pistones que hacen frenar a este deportivo en distancias de auténticos Porsche, aunque su resistencia no hace justicia al RCZ-R: el trato muy, muy duro implica no ya una dramática pérdida de eficiencia, sino un temblor de dirección que te obligará, momentáneamente, a dejar de pilotar el RCZ para pasar a conducirlo... Momento para degustar otro tipo de curvas, las suyas propias a través de los retrovisores exteriores y recordar que, además de excelente deportivo, el RCZ-R es también un bello y selecto coupé, con lo que ello representa en cuanto a equipamiento o en el plano funcional

 

En pocas palabras

Aceleración: Potencia, tracción, buen cambio y bajo peso, todas las variables a su favor para conseguir excelentes registros en este campo.

Cambio: Cortos recorridos, corta palanca y cortos desarrollos de cambio. Perfecto.

Frenada: Tras sus excepcionales cifras hay componentes de calidad, pero no son la guinda para un depredador de puertos: al final, acusan falta de resistencia.

Consumos: Pequeño gran motor capaz de ofrecer un moderado consumo, aunque puestos a correr de verdad, requiere mucho combustible

Adelantamiento: Hay sintonía entre los elementos principales que hacen muy deportivo a este deportivo. Baja cilindrada, pero muchísimo empuje y cortos desarrollos para ganar velocidad de forma muy espontánea.