Peugeot 206 SW 2.0 HDI / Skoda Fabia 1.9 TDI

Con la fiebre desatada entre todos los fabricantes por buscar conceptos nuevos, la apuesta práctica por los familiares continúa mostrándose como una opción segura. En este segmento no es muy habitual, pero estos dos modelos presentan mucha brillantez en sus planteamientos.

Peugeot 206 SW 2.0 HDI / Skoda Fabia 1.9 TDI
Peugeot 206 SW 2.0 HDI / Skoda Fabia 1.9 TDI

Salvando estas medidas en el interior encontramos conceptos similares. En cuanto a lo positivo nosotros valoramos mucho los asientos de ambos contendientes, con buenas dimensiones y muy bien realizados. En ambos la postura se consigue fácilmente y se adapta mejor a diferentes alturas, y eso a pesar de que el Peugeot no dispone de reglaje en profundidad del volante. El salpicadero es frío el del Skoda, pero muy bien realizado, mientras que el del Peugeot es más "latino", pero la calidad percibida de los plásticos desmerece el conjunto. Puestos en marcha, tendríamos que hacer un "mix" para conseguir el máximo confort acústico. A bajo régimen nos quedamos claramente con el Peugeot, mientras que rodando a alta velocidad es el Peugeot el que muestra un nivel sonoro excesivamente elevado. No es sólo el motor, también influye el ruido de rodadura y el ronroneo que nos llega desde un peor aislado maletero. Las suspensiones nos tratan en ambos casos con el mismo esmero, ya que ninguno de los dos va excesivamente duro. De las excelencias del motor TDI ya hemos hablado, aunque también de su excesivo carácter. Nos sigue maravillando su rendimiento, con unos consumos hasta ahora inasequibles para sus rivales, y una capacidad de andar también superlativa, pero le pierde su carácter excesivamente turbo, su sonido poco refinado, sus pocos bajos y la notable patada a partir de 2.000 rpm. El motor HDI de Peugeot —en este caso la versión dos litros de 90 CV y no el nuevo e inquietante motor 1.4 de 16v de similar rendimiento probado ya en el C3—, es todo suavidad y buenos modos, con una potencia que llega de forma más agradable y convincente. No tiene nada que hacer con el Fabia en prestaciones, prácticamente en ninguna medición —la diferencia de potencia pesa como una losa— pero si analizamos los consumos, vemos que son bastante buenos también. Un vehículo con esta filosofía se presenta inicialmente proclive a hacer kilómetros y además hacerlos con más carga de lo habitual. Por lo tanto es importante averiguar cómo se comportan cargados. Sin carga los dos presentan un excelente comportamiento muy similar al de las versiones que les sirven de base. Equilibrados, frenan bien y son nobles en sus reacciones. Sin embargo con carga descomponen ligeramente la figura, más el Peugeot, que se muestra bastante más sensible al peso que gravita sobre el eje posterior. Levanta el morro, perdiendo entonces capacidad direccional, lo que llega a complicar la inserción del vehículo en curvas rápidas a poco que el firme no esté inmaculado. En el Fabia se nota también este fenómeno pero no es tan acusado, y eso a pesar de que su voladizo posterior es ligeramente mayor. Injustamente tratados por el comprador, los modelos de estas características están llamados a tener en nuestro país una mayor aceptación. Es cierto que los vehículos monovolumen son rivales de cuidado, pero en cuanto analicemos realmente nuestras necesidades nos daremos cuenta que estos modelos, sobre todo los del segmento inferior del mercado, resultan muy apropiados en todos los sentidos, incluido el estético. Salvando estas medidas en el interior encontramos conceptos similares. En cuanto a lo positivo nosotros valoramos mucho los asientos de ambos contendientes, con buenas dimensiones y muy bien realizados. En ambos la postura se consigue fácilmente y se adapta mejor a diferentes alturas, y eso a pesar de que el Peugeot no dispone de reglaje en profundidad del volante. El salpicadero es frío el del Skoda, pero muy bien realizado, mientras que el del Peugeot es más "latino", pero la calidad percibida de los plásticos desmerece el conjunto. Puestos en marcha, tendríamos que hacer un "mix" para conseguir el máximo confort acústico. A bajo régimen nos quedamos claramente con el Peugeot, mientras que rodando a alta velocidad es el Peugeot el que muestra un nivel sonoro excesivamente elevado. No es sólo el motor, también influye el ruido de rodadura y el ronroneo que nos llega desde un peor aislado maletero. Las suspensiones nos tratan en ambos casos con el mismo esmero, ya que ninguno de los dos va excesivamente duro. De las excelencias del motor TDI ya hemos hablado, aunque también de su excesivo carácter. Nos sigue maravillando su rendimiento, con unos consumos hasta ahora inasequibles para sus rivales, y una capacidad de andar también superlativa, pero le pierde su carácter excesivamente turbo, su sonido poco refinado, sus pocos bajos y la notable patada a partir de 2.000 rpm. El motor HDI de Peugeot —en este caso la versión dos litros de 90 CV y no el nuevo e inquietante motor 1.4 de 16v de similar rendimiento probado ya en el C3—, es todo suavidad y buenos modos, con una potencia que llega de forma más agradable y convincente. No tiene nada que hacer con el Fabia en prestaciones, prácticamente en ninguna medición —la diferencia de potencia pesa como una losa— pero si analizamos los consumos, vemos que son bastante buenos también. Un vehículo con esta filosofía se presenta inicialmente proclive a hacer kilómetros y además hacerlos con más carga de lo habitual. Por lo tanto es importante averiguar cómo se comportan cargados. Sin carga los dos presentan un excelente comportamiento muy similar al de las versiones que les sirven de base. Equilibrados, frenan bien y son nobles en sus reacciones. Sin embargo con carga descomponen ligeramente la figura, más el Peugeot, que se muestra bastante más sensible al peso que gravita sobre el eje posterior. Levanta el morro, perdiendo entonces capacidad direccional, lo que llega a complicar la inserción del vehículo en curvas rápidas a poco que el firme no esté inmaculado. En el Fabia se nota también este fenómeno pero no es tan acusado, y eso a pesar de que su voladizo posterior es ligeramente mayor. Injustamente tratados por el comprador, los modelos de estas características están llamados a tener en nuestro país una mayor aceptación. Es cierto que los vehículos monovolumen son rivales de cuidado, pero en cuanto analicemos realmente nuestras necesidades nos daremos cuenta que estos modelos, sobre todo los del segmento inferior del mercado, resultan muy apropiados en todos los sentidos, incluido el estético.