Ford Focus TDCI 100 CV 4p Ghia

El Focus es uno de esos coches que va a más con el paso del tiempo. Hay pocos así en el mercado: en general, suelen ir a menos. Pero el Focus mejora porque la base de partida es muy difícil de superar. La llegada del motor TDCI 100 CV establece una nueva referencia en motores Diesel para la categoría y, sobre todo, reverdece los laureles de uno de los compactos que más y mejor se venden. Combinado con la carrocería de cuatro puertas nos ofrece una mezcla de lo más atractivo. Veamos por qué.

Ford Focus TDCI 100 CV 4p Ghia
Ford Focus TDCI 100 CV 4p Ghia

Si el motor es bueno, qué decir del bastidor, posiblemente el mejor de la categoría. Juntos son realmente difíciles de batir. Si nos gustaba mucho la versión normal de tres o cinco puertas, esta berlina de cuatro no les anda a la zaga. El Focus se muestra segurísimo en todos los terrenos, agarrado al asfalto como si fuera parte de él y noble de reacciones como si se tratara de un coche de juguete y lo llevásemos cogido por el techo. En autopistas y carreteras buenas gozamos de un elevado confort, sin oscilaciones ni cabeceos desagradables. En vías más complicadas descubrimos un medido equilibrio entre ese confort y la eficacia dinámica. La suspensión es más bien dura, con lo que el Focus se muestra ágil y vivaz, con un paso por curva sensacional y muy rápido, con un límite de adherencia altísimo que permite pasárselo muy bien jugando a colocar el tren trasero, que, si se le obliga, se mueve un poco gracias al mayor peso de esta carrocería. Al tiempo, es un vehículo muy fácil de conducir y en ningún momento se notan mermas en el confort por mucho que las curvas se entrelacen o el asfalto se deteriore. La dirección, rápida y directa, facilita el trabajo en esas zonas viradas. El conjunto del bastidor es notable y, desde luego, deja un sabor de boca inolvidable. Sólo los frenos, algo escasos, podrían ser mejores: las distancias de frenado no son su mejor argumento. A pesar de esta pega, cabe pensar en lo bueno de la unión: con el motor antes descrito y con este chasis ejemplar, el Focus es casi un deportivo y resulta divertido, veloz y muy eficaz en todos los sentidos, incluido el del consumo. Pero, con todo, la gran baza de este Focus de 4 puertas (largo) frente a sus hermanos de tres y cinco puertas es el espacio. Esta carrocería mide 4,36 metros y permite ganar mucho hueco en las plazas traseras y, sobre todo, en el maletero, el gran beneficiado de esta configuración, que eleva su capacidad hasta los 500 litros. La boca de carga, un tanto elevada, no nos gusta mucho, pero el aumento de capacidad se agradece mucho. Es verdad que, a nuestro juicio, el formato tres cuerpos destroza la bonita línea de los Focus normales, pero es el precio que hay que pagar por aumentar la capacidad de carga. El interior, con ese aire moderno y audaz de todos los Focus, está realmente bien acabado y es muy cómodo. Los materiales no son de primera calidad, pero cumplen. A cambio, la factura es impecable, con lo que la sensación general es muy buena. El asiento del conductor, en el acabado Ghia, cuenta con reglaje eléctrico de la altura, lo que, sumado a las demás posibilidades de modificar volante y asientos, permite encontrar siempre la postura más correcta para conducir. En el equipamiento destaca la presencia de airbags de conductor, pasajero y lateral, ABS, aire acondicionado y equipo de sonido. Para las opciones quedan el control de tracción, el climatizador automático, el navegador por satélite, las llantas de aleación y los faros de xenón. Es una pena que no haya por ningún lado control de estabilidad, un elemento ya muy extendido entre sus rivales. En conjunto, si buscamos un coche de precio moderado, grandes dotes para la carretera y buenas prestaciones, este Focus es una opción que no debemos descartar. Pese a los años que lleva ya en el mercado, mantiene intacta su capacidad seductora y, lo que es mejor, la incrementa con nuevas virtudes, como este gran motor TDCI combinado con una carrocería de mayor capacidad.