Ya son más de tres años los que el Mazda CX-5 lleva en el mercado, registrando un pleno éxito desde el principio, con su enfoque un poco a caballo entre SUV y monovolumen. Su puesta al día, paralela a la del Mazda6, se aprecia exteriormente en lo estético, con la nueva parrilla-escudo delante, luces y grupos traseros LED. Se ha renovado igualmente el interior, con mayor sensación de calidad, freno de estacionamiento eléctrico que libera espacio y sistema MZD Connect que incluye pantalla táctil de 7 pulgadas y mando multifunción rotatorio HMI en la consola central.
Mazda subraya un esfuerzo en el aislamiento acústico que parece no tan notorio como en el Mazda6. No es menos cierto que un SUV, más alto y con más superficie frontal (el coeficiente Cx es de 0,33), debe producir más ruido aerodinámico.
El equipamiento también ha sido refinado, aunque en este modelo no puede obtenerse el Head Up Display que permite ver las señalizaciones más esenciales sin apartar la vista de la carretera. Pero sí hay climatizador bizona desde le versión de entrada Style, y un montón de otros detalles, como las llantas de aleación de 17”, control de crucero, ordenador de a bordo, testigo de presión de neumáticos, sensor de luces y lluvia, respaldo trasero abatible en tres sectores, cristales traseros oscurecidos, 4 elevalunas eléctricos y diversas ayudas a la conducción, como el control de estabilidad DSC, sistema de asistencia a la frenada, asistencia al arranque en pendiente o retrovisor interior anti-deslumbramiento.
Ya en la versión Style , encontramos los faros LED direccionales, control de ángulo muerto y alerta de vehículos detrás, además de los sensores de parking delante y detrás. Y en la superior Luxury aparecen los faros adaptativos, equipo de sonido Bose, cámara de retro-visión, asientos delanteros calefactables, llantas de 19” y navegador, éste último opcional por 400 € en las terminaciones anteriores. Como contraste, la rueda de repuesto (de emergencia) es siempre un accesorio opcional.
Los eficientes motores gasolina 2.0 y Diesel 2.2 se mantienen, debiendo considerarse entre lo más positivo del modelo. La novedad mecánica es un 2.5 de gasolina y 192 CV, siempre en terminación Luxury con tapicería de piel y techo solar, y combinado con cambio automático de 6 marchas y tracción 4X4. Es el único CX-5 que lleva el ingenioso regenerador/acumulador de energía eléctrica i-ELOOP. La versión, en todo caso, resulta un añadido marginal, pues su precio de 36.235 € en una gama que arranca en 23.625 (con la promoción básica) augura pocas ventas. Algo similar puede decirse del Diesel de 175 CV. El Diesel de 150 CV, la opción mecánica más demandada, se ofrece desde 25.875 € en versión Style, y si es 4X4 se encarece en 3.100 €. El cambio automático de 6 marchas, que supone una cierta merma de prestación y aumento de consumo de combustible, supone un suplemento de 2.050 €.
Pese a las apreciables mejoras, lo más destacable de este modelo ya regía en su versión lanzada a finales de 2011. Nos referimos a su ligereza de peso, anchas vías, rápida dirección (2,7 vueltas de volante) y lograda suspensión, que le confieren una dinámica actitud en carretera próxima a un turismo. También es de destacar su amplitud interior y maletero (la capacidad real comprobada por nuestro Centro Técnico es de 530 litros), ambos de enfoque típicamente familiar. E igualmente la suavidad y rendimiento de sus motores, especialmente el Diesel, con índice de compresión inusualmente bajo y que logra unos consumos reales muy reducidos. El de gasolina 2.0 (de 165 CV con cambio manual y 160 como automático) también ofrece una gran suavidad y elasticidad de uso, registrando consumos de combustible razonables.