Comparativa Diesel: Citroën C4 Picasso vs Ford C-Max y Renault Scénic

Son los monovolumen más vendidos en nuestro país. Es el formato familiar por excelencia. El saliente C4 Picasso se marchó liderando el mercado y el nuevo llega con la misma decisión. Lo enfrentamos a sus rivales más fuertes: el versátil Scénic y el dinámico C-Max.

Lorenzo Alcocer Fotos: Mikael Helsing

Comparativa Diesel: Citroën C4 Picasso vs Ford C-Max y Renault Scénic
Comparativa Diesel: Citroën C4 Picasso vs Ford C-Max y Renault Scénic

 

La máxima expresión son las versiones de 7 plazas que los tres modelos tienen, pero hoy toca centrarnos en las versiones cortas de 5 asientos. Espacio interior y modularidad suponen la mejor base para el transporte de personas y cosas. Y de esto, el pionero Renault Scénic hace su fuerte. Dispone del habitáculo con más posibilidades para configurarlo en función del número de pasajeros y bultos a transportar, simplemente por el hecho de poder también desmontar (no sin cierta dificultad y esfuerzo físico que pudiera hacer renunciar a muchas personas a hacerlo) sus butacas traseras deslizables independientes... que debes dejar en algún lugar, tenlo en cuenta. Éstas son de la misma an­chura y se prestan para colocar hasta tres si­llas infantiles, determinante para quien dis­fruta de familia numerosa. El Scénic también ha hecho escuela con los generosos cajones cavados bajo el piso del habitáculo o el suelo plano posterior, algo que quizá solo agradez­cas, pero bendecirás, en tus viajes de verano, donde aprovechas hasta el último centímetro cuadrado para repartir también por el habitá­culo todo eso que va y vuelve contigo de va­caciones por si acaso.

 

En este aprovechamiento del espacio, el Ford C-Max se sitúa en el extremo opuesto, pero simplemente porque no es tan sibari­ta con este tipo de detalles; sí con otros, es­pecialmente de seguridad. Sus butacas tra­seras son desmontables (también ardua y pesada tarea la de extraerlas), pero no des­lizables de serie. Por solo 250 euros puedes pedirlas deslizables, pero entonces no son desmontables. Más determinante es que la plaza central es claramente más estre­cha que las laterales. Por esto, considera al C-Max como un 2 1 plazas posterior, porque un adulto se acomoda mal (además no tiene el piso completamente plano como sus riva­les) y si eres o aspiras a ser familia nume­rosa, no admite bien una tercera silla infan­til (también es el más estrecho). Pero nada de esto altera una atmósfera en la que por ergonomía, espacio y sensación de espacio, aun con los "ojos cerrados" sientes y perci­bes al C-Max como un amplio y desahogado monovolumen.

 

Pero es el nuevo C4 Picasso el que se lleva la palma. Lo dice el metro y lo percibi­rán todos los ocupantes, también por la lumino­sidad de su habitáculo, algo que sicológicamente desprende más centímetros de habitabilidad. Es el modelo con más superficie acristalada, cuan­do además en estos acabados tope de gama, el C4 Picasso ofrece de serie un parabrisas panorá­mico que llega hasta las cabezas de los pasaje­ros delanteros. Sus butacas traseras, las tres de la misma medida, son deslizables, que no desmon­tables, pero se pliegan e integran muy cómoda­mente en el piso, enrasando con el del maletero. Éste llega a ser el más grande del lote si adelan­tamos los asientos traseros (similares maleteros con los asientos retrasados), dejando a nuestra disposición una enorme y diáfana cueva de 630 litros. Y como el Scénic, el C4 Picasso parece otro queso gruyére, con huecos, cajones y guanteras que aprovechan como ninguno el espacio por todos los rincones.

 

Por ti

Moverte y conducirlos te lleva a sentir la misma racionalidad con la que están sus habitáculos 'paridos'. Si antaño podías discutir la posición al volante en este tipo de coches, ahora la integración resulta tremendamente natural. En todo caso, los cuadros relojes centrados de los dos modelos franceses te llevan a tener que asimilar algo diferente. El C4 Picasso, ahora algo más bajo y sujeto de amortiguación, se ha acercado también a las sensaciones dinámicas de un vehículo compacto, como ya lo parecen Scénic y especialmente C-Max.

 

Ya nos sorprendió hace tres años y seguimos reafirmando lo comentado siempre que volvemos a encontrarnos con un C-Max: por sensaciones y eficacia es el monovolumen más dinámico del segmento. Parecen no existir “tolerancias” entre lo que ordena el conductor y la posterior reacción del coche. Su tren delantero es muy rápido y obedece a los cambios sin apenas balanceo. Surge muy fácil su guiado, con poco giro de volante (sólo 2,5 vueltas entre topes), y cuanto más rápido vamos y más curvas aparecen, su superioridad pasa a estar en otro nivel. Su calidad de amortiguación es inmejorable. Bien sujeto en compresión y ex­tensión, también gestiona baches y badenes con suavidad. En trazados abiertos transmite una alta estabilidad lineal, pero quizás el poco "juego central" de la dirección obliga a pequeñas correc­ciones de muñeca cuando sus rivales mantienen despreocupadamente su trayectoria lineal.

 

El nuevo C4 Picasso ha perdido centímetros exteriores (hasta 8 de altu­ra) y kilos, pasando a ser un monovolumen con una dinámica menos "aparatosa" que antes, tam­bién por una amortiguación que contiene perfec­tamente los más evidentes balanceos laterales y longitudinales del Picasso saliente. No es tan reactivo como el Ford, pero toma esta apreciación como una puesta a punto seguramente más "fa­miliar" que la del C-Max. El C4 Picasso también se siente ligero y fácil de guiado entre curvas y muy bien aplomado y despreocupado en recta. Que no sea tan incisivo en fuertes apoyos y su ESP entre, llegado el caso, comedidamente en es­cena, no lleva a alertarte, sino a advertirte que llegas antes a su límite de adherencia. Es un có­modo rodador y ahora con un tacto más infor­mativo y, repito, menos "voluminoso".

 

Diría que el Scénic está en un punto intermedio. Su pisada resulta agradable y su guiado tan natural como en un coche bajo y ligero. No llega a la reactivi­dad y direccionalidad del tren delantero del C-Max, pero también creo que se aguanta un poco más que el Picasso.

 

Si piensas en familia, estas versiones mecáni­cas deberían ser el pun­to mínimo de partida. C4 Picasso y C-Max com­parten motor, el reconocido 1.6 Diesel de 115 CV desarrollado por ambos grupos. Curioso que en el C-Max se sienta también más reactivo de res­puesta y hayamos medido mejores prestaciones, como mejores consumos en el C4 Picasso. Pero el agrado general es el mismo. Es una mecánica fina y silenciosa, económica y solvente, que em­puja muy bien y solo no debes descuidar el bajo régimen. La caja de cambios del Ford resulta más gratificante, como más gratificante el exquisito dispositivo Stop-Start por alternador reversible del C4 Picasso, anticipativo, rápido y silencioso como ninguno. El 1.5 dCi 110 del Scénic resulta igualmente fantástico. Es un motor agradabilísi­mo, suave y moderadamente contundente para mover con celeridad al Scénic. Por su menos par fruto de su menos cilindrada, en 5ª y 6ª pierde el ritmo de sus rivales y debes estar más pendiente de una caja de cambios agradable de utilizar.