Año 2013. La amenaza de dominar el asfalto parece ya real. El desafío que nos abren estos dos colosos es mayúsculo; tan grande como sus carrocerías y su pletórica exhibición tecnológica. La batalla, desde luego, no puede empezar con más épica. Ya desde que Porsche decidió extender su concepto emocional a un animal llamado Panamera, y desde que Audi apostó a crear un «A8 coupé», sospechamos que el automóvil se acercaba mucho a la perfección. Y ese día hoy parece sin duda parece haber llegado, aunque de inicio genere alguna incertidumbre…
Y es que seguro que si comienzas imaginando carrocerías de 5 metros de longitud y más de 2 toneladas de peso, con suspensión neumática de serie, rápido pensarás primero en clave sólo limusina: auténtico perfume burgués. Pero si ya te empiezo a hablar de motores V8 de más de 400 CV de potencia, chasis 10 milímetros rebajados, tracción integral, arquitecturas mixtas de aluminio, diferenciales vectoriales, dirección y estabilizadoras activas o hasta frenos carbo-cerámicos… tus recelos empezarán seguro a diluirse: aroma rácing, muy rácing. Dudas que, definitivamente, desaparecerán al conocer que, lejos de «simples» A7 y Panamera, estamos, además, ante un «S» de Audi y un GTS de Porsche. Espadas en todo lo alto: llega la berlina total.
De poder a poder
La magnitud, y agresividad, de estos dos emperadores primero se ve (en tomas de aire, faldones o difusores), y pronto se oye. Es arrancarlos y escuchar ya el ronroneo del Audi S7 pero, sobre todo, el rugido del Porsche Panamera, con explosiones luego en la reducción y bramidos en aceleración amplificados con lo que llaman «Sound Symposer», dos mariposas que se abren en los escapes. Es el concepto de lujo indiscreto de Porsche, que por ahí impone ya más que un Audi S7 comedido, incluso al comenzar a rodar. Y no es que el Audi sea impasible, ni mucho menos, porque el arrastre a lo 911 que percibimos en su arrancada por anchura de neumático y fricciones de transmisión dejan sentir que, debajo, hay algo también muy especial. Pero tras esos primeros metros, el Audi S7 filtra más y pisa con mayor suavidad, con una amortiguación que trabaja siempre con leyes más flexibles: es, a cambio, el concepto de representación de Audi.
El Porsche Panamera, por su parte, nunca esconde su esencia de marca. O casi nunca, porque, pasado el primer aviso en forma de rugido, es iniciar el paso con pausa y poca velocidad en este GTS y la sonoridad es tan baja que hasta escuchamos el «tic-tac» de su lujoso reloj de aguja. Simple fachada, porque es subir ya el ritmo y apreciar que, aunque el alerón emerge a 90 km/h como en el Audi S7, el GTS nos deja sentir más la conducción, tanto por movimiento de carrocería como por transparencia de rodadura. A gran berlina de lujo, sin duda duelo para Audi. Pero toca explorar límites mecánicos... y dinámicos.
Soltando las fieras
Para ello hay, primero, que tener valor; y, segundo, mucha recta si es que pretendemos exprimir todo lo que hay bajo el capó: dos motores V8 de inyección directa, aunque, eso sí, antagónicos. Mientras Porsche sigue optando al tradicional atmosférico de alta cilindrada (4,8 litros), eso sí con cambios en la admisión –variable- y nuevos árboles de levas para subir 30 CV frente a los S y 4S (430 CV totales), Audi recurre a la sobrealimentación. Y con dos turbos de doble caracola, uno por bancada, ubicados dentro de la V. Con 4,0 litros, se queda en 420 CV para sustituir en los grandes «S» de Audi al anterior V10 de origen Lamborghini. Y con nota, aunque enfrente tenga un rival durísimo.
Siendo los dos una verdadera proeza en empuje, y también progresividad, el Audi S7 se siente siempre más lleno… al menos al volante. Con más par, la sensación en Audi es de más explosividad, pero siempre con una curva muy plana de entrega que deja sentir sus posibilidades de potenciación, ya por encima con una versión potenciada hasta 100 CV en el Audi S8. Junto al cambio S-Tronic de doble embrague y 7 marchas, es poderosísimo, hasta el punto de batir en prestaciones a un radical RS5 de 450 CV… ¡y casi 300 kg menos!
Soberbio, pero no consigue dejar atrás a un Porsche Panamera GTS… que engaña. Porque tan suave y armónico es a cambio su V8 atmosférico, que parece correr menos cuando casi calca en rendimiento al Audi S7. E incluso le aventaja en inmediatez, aprovechando sus 10 kg menos y un gran cambio PDK, también de doble embrague y 7 marchas, con desarrollos iniciales más cortos y más rápido tanto en su uso secuencial como en automático, donde baja hasta 4 marchas en un pestañeo a golpe de kick down. Quizás imponga más el V8 biturbo de Audi, pero gusta más de estirar el sinfónico atmosférico de Porsche, con 7.200 rpm más deportivas de corte que las 6.500 del S7.
En cuanto a consumos, mejor también correr… pero en este caso un tupido velo. Y es que ambos son muy altos, ya que ni el nuevo sistema de desconexión selectiva de cilindros del Audi S7 ataja en la práctica el gasto: puede pasar de V8 a V4, pero sólo al rodar casi por inercia y con muy baja carga de gas. ¿Para eso queremos un Audi S7? Evidentemente, no.
Hay grandes y potentes atletas, más ágiles por tamaño que el Audi S7 y el Porsche Panamera GTS; y también hay berlinas de representación más elegantes y refinadas. Sin embargo, pocos coches combinan estos dos mundos con tanta grandeza.
Objetivo: dominación
Nos quedamos mejor con que son rapidísimos, sí, pero ¿y de cintura? Pues es increíble de lo que son capaces. Hora ya de botón Sport: baja la altura de carrocería, la suspensión se endurece y tanto aceleradores como cambios ganan ahora inmediatez. Todo a punto… en el Audi S7 algo falla. Aplomadísimo en carretera abierta, entre curvas cuesta de inicio sentirse a gusto con él. Sus frenos tienen tanta mordiente que carecen de progresividad y, con tanta electrónica, resulta algo artificial en muchas reacciones, como con una dirección activa muy pesada y dispuesta a corregir levemente trayectorias.
Sin embargo, poco a poco cojo el tono a este especial Audi S7personalizándolo con el sistema Drive Select. Ensayo y error, y termino con motor/cambio y dirección en modo «Confort» (me parece más natural y dosificable), y con suspensión, sonido y diferencial trasero deportivo opcional en modo Dynamic, éste muy eficaz al inducir el giro y hacer más incisivo el comportamiento en retención y aceleración. Puede ser cuestión de gustos, pero así me acabo haciendo con un S7 muy sujeto y rápido, con gran motricidad con su segura tracción Quattro y siempre por su sitio apoyado en grandes neumáticos 265/35 R20. Eso sí, llegado al límite, las dos toneladas se dejan sentir con más inercias que en su rival, y con un discreto chirrido de neumáticos a modo de aviso.
Y es que el Porsche Panamera GTS es mucho, mucho coche. Qué lección. Dice Porsche que no es el Panamera más potente, pero sí el más deportivo. Y creo que no se equivocan. Con menos poderío mecánico que el Panamera Turbo, es en cambio más equilibrado, con un tacto que roza la perfección y un hecho casi insólito. A más velocidad, parece hasta ir mejor: no suena más, las iniciales vibraciones de dirección desaparecen al coger temperatura y, con los frenos de serie del Turbo, no flojea ni con el trato más duro, mejor incluso que el Audi S7 con carbo-cerámicos.
En modos Sport o Sport Plus, este Porsche Panamera GTS mejora además en precisión y agilidad, pero sin una transformación tan radical como en el Audi S7. A los mandos es siempre más directo y natural, con menor balanceo en el apoyo, y un tren delantero instantáneo y con 35 kg menos de peso que el Audi S7. Sin duda, una berlina de otra galaxia.
El Porsche Panamera GTS da tanta confianza que retardas cada vez más la entrada en curva, sin necesidad de cortar la trazada o anticipar el giro por temor a tanta masa. Me parece que es como ir en el vagón de una montaña rusa, consciente de que, a pesar de la alta velocidad, al final terminará cogiendo el carril y cerrando trayectoria ayudado también por una trasera que redondea mejor y que, al límite, se insinúa más que el Audi, pero con nobleza. Puede que no sea un Porsche 911, pero lo que sí es cierto es que parece físicamente imposible ser hoy en día más ágil con tanto volumen de carrocería. Y el Audi S7, de momento, no llega a tanto. La corona, al final, para el Porsche Panamera GTS. Qué lujo.