Hace ya casi 80 años de las dos victorias de Bugatti en Le Mans, así que es el mejor escenario para probar este proyecto único basado en el Veyron, con elementos de la competición, incluidos los dos tonos de color azul imitando a los míticos coches de la marca que ganaron en el circuito de la Sarthe. Se llama Vision Gran Turismo y no es por casualidad, porque se trata de uno de los coches disponibles en el popular juego de videoconsola. Pero a diferencia de sus numerosas copias virtuales, este Bugatti es real, aunque no creemos que le importe a los jugadores de videoconsolas, porque incluso en ese mundillo es difícil ver algo tan espectacular.
Bugatti Veyron Vision Gran Turismo: ¡a 400 km/h!
Lo que también es difícil es encontrar un coche más rápido, porque en algunas secciones del circuito virtual de 13,5 km, el Bugatti Vision Gran Turismo llega a ponerse a más de 400 km/h. ¿Y el coche de verdad también? No. No vamos a marear la perdiz: el prototipo ni siquiera se acerca a las cifras que han calculado sus creadores, y de las que por ahora sólo podrán disfrutar en sus monitores los adictos a la Play Station. Tampoco puede remediarlo su potente motor de 16 cilindros, que tras el zumbido de su motor de arranque le ruge con fuerza al hormigón armado en el que su furia acústica rebota enseguida.
Las 24 Horas de Le Mans lleva organizándose aquí desde 1923, y desde entonces Bugatti ha celebrado dos victorias: en 1937 y 1939, para ser exactos. En aquellas ocasiones se envió al Tipo 57C Tank a hacer la faena, y llegó a alcanzar una velocidad media de 136,99 km/h, por lo que debe servir ahora como modelo para el Vision Gran Turismo. Sin embargo, en el equipo y el director de diseño Achim Anscheidt no se han quedado anclados en el pasado, y se han negado a recurrir a un look retro. En realidad, lo único que tienen en común los dos coches es la pintura, con dos tonos de azul distintos.
Todos los demás rasgos de diseño, como la rejilla del radiador con forma de herradura (que originalmente tenía forma de huevo) así como la vistosa línea que recorre todos los costados del vehículo, hacen referencia a otros hitos de la historia de la marca como, por ejemplo, el Tipo 57 SC. Sin duda, algunas de estas características deberá heredarlas el año que viene el sucesor del Veyron, del que solo se han fabricado 450 ejemplares.
Bugatti Veyron Vision Gran Turismo: potencia a millares
El Bugatti Veyron dispone de 1200 CV, quizás insuficientes para el público de Bugatti, por lo que ya se ha presentado su sustituto, el Chiron, con más potencia y rasgos que se ensayaron en este prototipo. Sin embargo, lo más relevante es que el nuevo Bugatti se conducirá de un modo tan poco espectacular como el aspecto del Veyron. Así que, en teoría, lo único que habrá que hacer será poner la palanca de selección en la posición D, pisar el acelerador (vale, con un poquito más de cuidado que en un Golf), y listos. ¿En teoría? No: también en la práctica, porque al fin y al cabo gran parte del encanto del Veyron está en su sencillez (al menos, para el usuario).
Bugatti Veyron Vision Gran Turismo: al volante
Pero bueno, eso último no lo veremos hoy en el Circuito Bugatti: el Vision Gran Turismo abandona con parsimonia la calle de boxes y, atravesando la combinación de curvas derecha-izquierda-derecha, sube a la famosa curva Dunlop. El asiento deportivo aprieta un poco, y su volante recortado resulta un poco extraño: recuerda un poco a K. I. T. T., el coche fantástico de los 80. Por suerte, Bugatti no lo ha instalado sólo para hacerse el interesante: sus formas y sus materiales hacen buen juego, y el motor de ocho litros, también. Sin embargo, le falta algo de acústica tremendista, porque los cuatro turbocompresores, a la vista de la poca velocidad a la que avanzamos, no parecen animarse a generar presión. De este modo, tampoco hemos podido admirar el ruidoso soplido al soltar el acelerador, que se produce al soltar la presión de más.
Parte de la autenticidad del Bugatti Vision Gran Turismo está en el calor que desprende. Poco a poco, el motor y la caja de cambios van calentando el interior, también decorado con dos colores, y el chasis cruje un poco. Para el interior, los diseñadores se han decantado por fibra de carbono mate que no deslumbre a los pilotos.
Por cierto: el terciopelo que tanto abunda aquí dentro se ha tomado prestado del que se emplea en la fabricación del calzado de los pilotos de la F1, gracias a su enorme resistencia. Para afianzar su papel de laboratorio sobre ruedas, a la marca le gusta experimentar con materiales.
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