Dudas: ¿merecen la pena las versiones de bajo consumo de los coches?

Me pregunto sobre la eficacia de estas versiones «ecológicas» y otros derivados similares, así como de los modos de conducción que se pueden configurar en algunos modelos.

Luis Miguel Vitoria. Twitter: @aliciautopista

Dudas: ¿merecen la pena las versiones de bajo consumo de los coches?
Dudas: ¿merecen la pena las versiones de bajo consumo de los coches?

¿De verdad unos y otros coches son más austeros y eficientes? Y si fuera el caso, ¿por qué no aplican las mismas medidas técnicas a todos los coches por igual? 

Respuesta de nuestro experto técnico Luis Miguel Vitoria

Comenzando por la última cuestión, los fabricantes de coches ofrecen versiones de todo tipo, digamos que al gusto o las necesidades de cada cual: desde un vehículo muy eficiente a otro que no lo es tanto, o bien que se sitúa en el polo opuesto y prima las prestaciones, dejando gasto y emisiones de lado.

En particular, las versiones «ecológicas» cumplen varias misiones: asegurar beneficios económicos a su propietario, y al mismo tiempo medioambientales, y rebajar la media de emisiones de la marca, para cumplir con el estándar global que la Unión Europea exige a todos los fabricantes. Incluso una más: son versiones de imagen «políticamente correcta», que comercialmente expresan el buen hacer de sus responsables para con el entorno.

Convertir un modelo en «ecológico» no requiere, por lo general, gran complejidad técnica: se rebaja unos milímetros la altura del chasis y se carenan o «chapan» los bajos parcial o totalmente, cambian las llantas y hasta se tapa la parrilla —en ciertos casos, con lamas internas móviles—, para optimizar su factor aerodinámico o refrigerar, según se precise. También se montan cubiertas de baja resistencia al avance —el contrapunto es que frenan en distancias superiores, pues su agarre es menor—, se alargan los desarrollos finales del cambio, sobre todo de las dos últimas marchas, y se instalan aceites de motor y transmisión de distintas viscosidades para evitar fricciones, fugas térmicas y consumos innecesarios.

En idéntica línea, los mecanismos de parada y arranque de motor (los cada vez más popularres Start/Stop o Stop/Start, llámalo como quieras) para semáforos y detenciones —obligan a baterías de mayor densidad y, aunque muchos no lo crean, bajan el gasto—, habituales en los modelos antes citados. También detienen equipos auxiliares con consumo eléctrico, al estilo de la climatización.

Por otra parte, algunos fabricantes ofrecen una gestión de sus vehículos a priori no «ecológicos» que permite distintos formatos de marcha: más deportivo, normal, más económico... Por gasto, las diferencias no son drásticas, pero están ahí, de modo que podemos modular una respuesta más vivaz del acelerador y el cambio —si fuese automático—, en ocasiones con mayor resistencia de dirección y firmeza de suspensión, o bien todo lo contrario. 

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