El reciente descubrimiento en Córdoba, entre La Rambla y San Sebastián de los Ballesteros, de una sorprendente y hermosa escultura íbera, enterrada durante unos 2.500 años, ha supuesto un doble aldabonazo. Por una parte, el de la sorpresa de los grandes tesoros por descubrir, prácticamente a ras de suelo, y, por otra, el altísimo nivel escultórico alcanzado durante el periodo íbero. En efecto, la elasticidad y fiereza de la leona, que acaba de cazar a un carnero —¿o se trata de una leona de Berbería con un muflón?— intimida y conmueve al tiempo.

El asombro de su contemplación nos lleva a la pregunta obligada, ¿quiénes fueron esos íberos portentosos de los que tan poco conocemos?
En primer lugar, no fueron ellos, sino que, básicamente, fuimos nosotros, pues somos parcialmente descendientes —con mil mezclas posteriores eso sí— de aquellos remotos pueblos que habitaron el sur y el este peninsular durante la primera Edad del Hierro.
Más que un pueblo que se identificara como íbero y que procediera de algún lugar determinado, en verdad se trataron de muchos pueblos —llamados íberos por los griegos— que habitaron —que habitamos— toda la franja mediterránea y lo que hoy es Andalucía. El periodo íbero se extiende casi setecientos años, aproximadamente desde el 700 a. de C. hasta el inicio de nuestra era, cuando fuimos por completo romanizados.

Moría entonces Iberia, para dar nacimiento a Hispania, con la totalidad de los pueblos iberos —también de los celtas y celtíberos— romanizados, convirtiéndonos a partir de entonces en hispanorromanos. En efecto, tras la Segunda Guerra Púnica, en el siglo III a.de C. Roma comenzó a conquistar el territorio peninsular hasta dominarlo por completo dos siglos después, tras su esforzada victoria en las Guerras Cántabras.
Con el periodo íbero se desarrolla la primera Edad del Hierro, heredera, de alguna forma, de las viejas culturas del bronce. Y nace bajo la influencia intensa de los pueblos mediterráneos, en especial fenicios y griegos, sin despreciar a otros pueblos itálicos, como etruscos y sardos.
Múltiples pueblos una cultura única
Los íberos no fueron un único pueblo, sino que dividieron su territorio entre múltiples pueblos, bautizados por los romanos como, por ejemplo, edetanos, indiketas, bastetanos o turdetanos, por citar tan solo algunos de ellos. Aunque fuimos pueblos diferentes, compartíamos rasgos culturales —cerámicas, ritos, armas, urbanismo— que permiten afirmar que existió una cultura común íbera identificable por quienes nos visitaban. Constituimos sociedades aristocráticas y guerreras, vivíamos en ciudades fortificadas —oppidum— y enterrábamos a nuestros muertos, tras incinerarlos, en necrópolis monumentales en las que los honrábamos con ajuares funerarios y ritos periódicos.
Aunque cada día conocemos algo mejor nuestro pasado íbero, aún nos queda mucho por descubrir y conocer. Por eso, nos parece de especial valor la iniciativa de la Junta de Andalucía que, con el objetivo de divulgar el conocimiento histórico y patrimonial del legado íbero, ha creado tres rutas que recorren algunos de sus paisajes y monumentos más característicos.
Estas rutas son:
- El Viaje al Tiempo de los Íberos, en Jaén
- Los Últimos Linajes Íberos, en Córdoba
- El Valle de la Muerte, en Granada
Vamos a adentrarnos en el mundo de los íberos, sumergiéndonos en su tiempo y en su cultura. Y, para ello, realizaremos las tres rutas, comenzando por la granadina. Las ciudades de los muertos serán nuestro primer destino, porque casi siempre se conoce mejor una cultura por el rastro que dejan los muertos que por el del hogar de los vivos.
Realizamos el viaje en coche. Yo, procedente de Córdoba; Julián Dueñas, director de la revista GEO, y José Barea, fotógrafo, que madrugaron para salir desde Madrid. Primer destino: la necrópolis íbera de Basti, en las cercanías de la actual Baza...
Así comenzaba Manuel Pimentel su texto introductorio de un periplo que nos llevaría por tres provincias andaluzas y nueve yacimientos arqueológiocos de primer orden. Más de 3.000 kilómetros recorridos, decenas de encuentros con los arqueólogos responsables, alcaldes y concejales de turismo y cultura que amable y desinteresadamente nos ofrecieon su tiempo y conocimiento.
El resultado ha sido la publicación de 82 páginas y 89 fotografías recogidas en los números 6, 7 y 8 (abril, mayo y junio) de GEO, distribuidos del siguiente modo:
- GRANADA: Yacimientos de Basti (Baza), Tútugi (Galera) y ya en la provincia de Jaén, la cámara sepulcral de Toya, en la localidad de Peal de Becerro.

- CÓRDOBA: Yacimientos de Torre Paredones (Baena), Cerro de la Merced (Cabra) y Cerro de la Cruz (Almedinilla).

- JAÉN: Yacimientos de Puente Tablas (Jaén), Cástulo (Linares) y Cerrillo Blanco (Porcuna).

Puedes ver un breve estracto de nuestra entrevista con Manuel Pimentel en nuestro canal de Youtube o en la sección web Un café con...
Puedes conseguir los reportajes completos en https://bit.ly/3uVPa1s