El universo tendrá que esperar un poco más

La NASA retrasa, una vez más, el lanzamiento del super telescopio espacial James Webb debido a las complicaciones derivadas de la pandemia de la COVID 19. La próxima fecha que se baraja es el 31 de octubre de 2021.

Mundo Geo

El lanzamiento del telescopio espacial Webb se retrasa hasta octubre de 2021.
El lanzamiento del telescopio espacial Webb se retrasa hasta octubre de 2021.

Se veía venir. El anuncio el pasado martes de que la NASA retrasaba, una vez más, el lanzamiento previsto del super telescopio espacial James Webb no ha sorprendido a nadie. El lanzamiento estaba previsto inicialmente para marzo de 2021, pero dificultades técnicas y problemas políticos, incluidas las complicaciones derivadas de la extensión de la COVID-19 en Estados Unidos, ha llevado a las autoridades responsables a postponer la puesta en órbita para no antes del mes de octubre de 2021.

"El éxito de la misión es crucial, pero la seguridad de nuestro equipo es la principal prioridad", ha declarado a The New York Times Stephe Jurczyk, administrador asociado de la NASA.

En su anuncio, la NASA ha asegurado que el retraso no supondrá un incremento de los costes de una misión cuyo presupuesto alcanza casi los 9.000 millones de dólares. "Según nuestras previsiones, el programa completará el trabajo que falta por hacer dentro del cronograma previsto y sin necesidad de nuevos fondos", declaró Gregory Robinson, director del Programa Webb de la NASA.

Tampoco el retraso en la misión afectará a la capacidad del telescopio Webb para trabajar con el telescopio Hubble, cuya vida se incrementará según la agencia hasta la década de 2030.

El telescopio, llamado James Webb en honor del que fuera director de la NASA en los años 60 del siglo pasado, es el sucesor del Hubble. "Webb ha sido diseñado sobre el increíble legado del Hubble y el Spitzer, y su exploración de cada una de las fases de la historia cósmica", ha declarado Eric Smith, científico del programa.

Más lejos, más profundo

Con una capacidad de captar la luz siete veces mayor que el Hubble, el telescopio espacial James Webb ha sido diseñado para ver más lejos en el espacio y más profundo en el pasado del universo. En sus capacidades están puestas muchas de las esperanzas de resolver misterios como cómo y cuándo emergieron las primeras estrellas hace unos 13.000 millones de años tras el Big Bang.

El espejo principal del Webb tiene un diámetro de 6,5 metros, comparados con los 2,4 metros del Hubble. Su misión es explorar un segmento de la historia cósmica comprendido entre los 150 millones hasta los mil millones de años después de que todo empezase, lo que se conoce en el argot científico como la época de reionización, cuando las nuevas y brillantes estrellas fueron cubiertas por la nube de gas de hidrógeno que tuvo lugar al final del Big Bang.

Todos los instrumentos del telescopio espacial James Webb han sido diseñados para estudiar la luz infrarroja, vital para descifrar los secretos del universo 

Los astrónomos teorizan cómo durante esta época una generación de estrellas compuestas de hidrógeno y helio, los elementos creados durante el Big Bang, ardieron y explotaron, sembrando las semillas del cosmos y de nuevos y diversos materiales. Pero nadie ha podido todavía observar las llamadas estrellas Population 3, es decir, aquellas primeras estrellas. De hecho, no existen ya en el universo moderno. Por eso los astrónomos tienen que buscarlas en el pasado.

Y para hacerlo es necesario que el telescopio espacial Webb pueda observar una luz diferente a la que el Hubble puede ver. Porque la expansión del cosmos ha desplazado aquellas primeras estrellas y galaxias tan lejos de nosotros que su luz se mueve en longitudes de onda más largas, de la misma manera que la sirena de una ambulancia cambia a un registro más bajo a medido que se aleja de nosotros.

telescopio james webb
Dado el tamaño del espejo, las maniobras de despliegue se realizarán en un proceso de 180 movimientos y en un espacio de seis meses. iStock 

Al volverse la longitud de onda más larga, la luz que estaba en el rango visible para los humanos es desplazada hacia el infrarrojo del espectro electromagnético. Es lo que se conoce como "desplazamiento hacia el rojo", y significa que para ver los puntos más remotos del pasado debemos mirar a objetos que hoy resultan invisibles para nosotros. Pero no al telescopio Webb.

Los objetos más lejanos que podemos detectar se ven con luz infrarroja porque esta puede atravesar el polvo interestelar que bloquea la luz visible. Además la luz visible que viaja desde una estrella lejana se distorsiona en su trayecto hacia nosotros.

Como todos los telescopios espaciales, el JWST tiene una ventaja sobre sus contrapartes establecidos en la Tierra. Al no haber una atmósfera que distorsione su visión, las estrellas no centellean en el espacio. Todos los instrumentos del James Webb han sido diseñados para estudiar la luz infrarroja, vital para entender el universo.

Sin embargo, para poder hacerlo, el telescopio tiene que ser capaz de mantenerse a temperaturas muy bajas y evitar el calor del espacio exterior. Para hacerlo, el Webb desplegará un paraguas del tamaño de una pista de tenis que le mantendrá a salvo del Sol y en una sombra permanente.

El paraguas protector consiste en cinco finas capas de un material llamado kapton. Dado su tamaño, el paraguas protector, al igual que el espejo, se lanzarán plegados. Dada la dificultad de comprobar su funcionamiento en la Tierra, ambos serán desplegados en el espacio a lo largo de seis meses en una serie que implica 180 movimientos.

Fuente: The New York Times