La costa cantábrica está repleta de pueblos pesqueros con casitas que se amontonan una sobre otra, desde el puerto (o muelle) hasta la colina, lugares en los que parece que no pasa el tiempo. Lejos del estrés, de la multitud.
Lo más recomendable y práctico es hacerlo en coche, recorriendo tortuosas carreteras secundarias y tomarse todo el tiempo del mundo para parar a admirar vistas y pasear por pueblos llenos de cuestas
Para aquellos con ganas de hacer un viaje por toda la costa del norte de España, lo más recomendable y práctico es hacerlo en coche, recorriendo tortuosas carreteras secundarias y tomarse todo el tiempo del mundo para parar a admirar vistas y pasear por pueblos llenos de cuestas. No obstante, si no se dispone de mucho tiempo, quizá sea interesante saber cuáles son las paradas imprescindibles. ¡Para eso estamos! Ésta es una selección con siete de los pueblos más bonitos de la costa cantábrica.
1. Hondarribia (Guipúzcoa)
En la frontera con Francia, Hondarribia ve todos los días cómo el río Bidasoa se convierte en mar. Es un pueblo cantábrico situado a solo veinte kilómetros de San Sebastián. Su casco histórico es una de las joyas del País Vasco y ha sido declarado Conjunto Monumental.

Hermosas casas señoriales y palacios con balcones de hierro forjado, dan una idea del pasado glorioso del pueblo, al igual que ocurre con su Castillo de Carlos V y, por supuesto, la parte que da al agua, el barrio de la Marina, donde vivían los pescadores, lleno de casitas tradicionales con balcones cubiertos de flores.
2. Bermeo (Vizcaya)
Este pueblecito de pescadores fue fundado en el siglo XIII y, durante más de un siglo (de 1476 a 1602), la villa ostento el título de Cabeza de Vizcaya.

Esa combinación de pueblo de pescadores y pasado señorial se ve todavía al pasear por sus callejuelas: los restos de la muralla (el Portal de San Juan sigue en pie), las iglesias de Santa Eufemia y Santa María (ambas Monumentos Histórico-Artísticos), la Torre Ercilla que se alza sobre un alcantilado, … y, por supuesto, los barquitos que descansan en el agua, esperando su próxima incursión pesquera.
3. San Vicente de la Barquera (Cantabria)

Lo más especial de San Vicente de la Barquera es el hecho de ser capaz de ser un pueblo de Cantabria costero y montañés, todo a la vez, sin que a nadie le parezca raro.
La iglesia de Santa María de los Ángeles es uno de los mejores ejemplos de gótico montañés
La iglesia de Santa María de los Ángeles es uno de los mejores ejemplos de gótico montañés, pero tiene mucho más: el puente de la Maza, el Santuario de la Barquera, el Castillo del Rey… todo con los Picos de Europa de fondo y metido en pleno Parque Natural de Oyambre.
4. Llanes (Asturias)
Con un casco antiguo declarado conjunto Histórico-Artístico, Llanes es medieval y marinero, perfecto si se busca playitas escondidas o lanzarse a la naturaleza a hacer alguna ruta de senderismo con bonitas vistas.

Se aconseja pasear por el casco histórico, bajar al puerto a ver las casitas de los pescadores y sus barquitas en el agua tranquila, asomarse a sus acantilados y beber sidra.
5. Lastres (Asturias)
Otro pueblo marinero que cuenta con la peculiaridad de haber sido el último puerto dedicado a la pesca de la ballena en Asturias.

Cuenta con callejuelas solo aptas para gente a la que no le importe subir cuestas, casas blasonadas que se mezclan con las de estilo marinero, laberintos que llevan sin que se sepa a miradores sobre el mar… Aquí el mejor consejo es olvidar el mapa y dejarse llevar, sin miedo a perderse. Al final, está siempre el truco básico de orientación en pueblos de este tipo: cuesta abajo te encontrarás con el agua.
6. Cudillero (Asturias)
Cudillero compite con Lastres por el puesto de pueblo más bonito de la parte de la costa cantábrica de Asturias. Situado en un lugar idílico (una especie de anfiteatro natural), las casitas de colores se amontonan una sobre otra, trepando hasta lo más alto de la colina, desde donde se puede mirar hacia abajo y suspirar de alegría.

La visión desde el puerto hacia arriba es también bella, llena de colores y naturaleza, de un pueblo que parece diseñado para protagonizar postales.
7. Ribadeo (Galicia)
La ruta se acaba en Galicia, pero sin perder Asturias de vista. Solo el río Eo separa a Ribadeo de la comunidad vecina, y las vistas nunca decepcionan. En Ribadeo toca, como siempre, pasear.

Las casas de Indianos (emigrantes retornados, pero los que volvían con dinero) llaman bastante la atención, y la Torre de los Moreno, de 1905, con toques modernistas y neoclásicos, es de los puntos más especiales del pueblo. El faro de la Isla Pancha es también muy pintoresco. Por supuesto, hay que hacer una escapada a la Playa de las Catedrales.
Fuente: Goldcar.