El urogallo común (Tetrao urogallus) es un ave forestal de distribución paleártica boreal de la familia de las Tetraónidas, que se distribuye desde el suroeste de Europa al este de Siberia. En las últimas décadas, las poblaciones de la mayor parte de los países en los que están presente han sufrido un deterioro, que en España resulta especialmente grave.
Se reconocen 12 subespecies de Tetrao urogallus, de las cuales dos están presentes en España: Tetrao urogallus cantabricus, en la cordillera Cantábrica, y Tetrao urogallus aquitanicus, en los Pirineos franceses, andorranos y españoles.
Menos de 1.500 ejemplares sobreviven en España, donde han experimentado uno de los más acusados declives de entre todas nuestras aves
Su área de distribución ocupa una superficie de unos 2.000 km2 en la cordillera Cantábrica y unos 5.700 km2 en los Pirineos, en zonas de montaña con bosques maduros, heterogéneos y diversos.
La situación del urogallo en España
Sin embargo, menos de 1.500 ejemplares sobreviven en España, donde han experimentado uno de los más acusados declives de entre todas nuestras aves, sobre todo en el área cantábrica, donde se considera que la población está en el umbral de un proceso regresivo que podría abocarla a la extinción.

Los últimos datos apuntan a que los bosques de Castilla y León, Asturias y Cantabria acogen alrededor de 290 ejemplares de urogallo cantábrico. Un informe del Consejo de Administración Forestal (FSC), SEO/BirdLife y la Fundación Biodiversidad indica que esta ave galliforme se encuentra en peligro de extinción desde septiembre de 2018, tras registrarse una disminución del 45% de su población en los últimos 20 años.
Asimismo, la presencia de los urogallos puede servir de parámetro indicador del estado de conservación de un ecosistema y de su biodiversidad.
El cambio climático también se presenta como una causa probable del declive de su población
Entre sus principales amenazas se encuentran la fragmentación de la población, la pérdida de hábitat favorable, el aislamiento de ejemplares, la depredación, la competencia con otros herbívoros, la colisión con tendidos eléctricos no señalizados y vallados ganaderos peligrosos, así como otras causas derivadas de la actividad humana, como la caza ejercida sobre la especie durante décadas, actualmente prohibida. El cambio climático también se presenta como una causa probable del declive de su población.
Repasamos siete curiosidades sobre esta imponente ave que una vez fue uno de los animales autóctonos más conocidos de toda Europa.
1. El gallo de los bosques
El urogallo común (Tetrao urogallus) es un ave galliforme, apodado el “gallo de los bosques”. Existen algunas diferencias entre machos y hembras. Los urogallos macho, más grandes y corpulentos que las hembras, pesan entre 3 y 4 kilogramos y miden entre 75 y 90 centímetros de alto. Cuentan con un plumaje oscuro con cuello coloreado en azul verdoso y una cola larga que despliegan en abanico en época de celo. Las hembras llegan a pesar entre 1,2 y 2 kilogramos y miden entre 52 y 68 centímetros de alto. A diferencia de los machos, a las hembras les cubre un plumaje pardo anaranjado y rojizo.
2. Reliquia de la época glaciar

El urogallo es una reliquia de la era glaciar que se fue aislando en las regiones más altas y frías de Europa y, en España, fue poco a poco desapareciendo hasta quedar reducido a la Cordillera Cantábrica asturiana y los Pirineos.
3. Hábitat peculiar
El urogallo precisa de un entorno muy peculiar. Vive en bosques de conífera tranquilos, claros, con abundante desarrollo de vegetación herbácea y abundancia de bayas, aparte de árboles donde dormir, con ramas fuertes y bien horizontales, así como agua potable y hormigueros.
4. Una alimentación de lo más variada
El urogallo se alimenta de las plantas que tiene a su disposición según la época del año y el lugar donde habite, ya que come un menú diferente en cada estación. Durante el invierno, las hojas de acebo y los tallos verdes de arándano forman parte de su dieta. En primavera, se alimenta de comida rica en proteína y fibra que encuentra en los brotes de distintas plantas.
Los polluelos son insectívoros hasta que cumplen cuatro semanas de edad, basando su dieta en hormigas, saltamontes o escarabajos
Durante el verano, consume principalmente arándanos y otras bayas (moras, frambuesas o fresas) y, en los meses de otoño, come bellotas y frutos de serbales, majuelos endrinos y escaramujos. Sin embargo, los polluelos son insectívoros hasta que cumplen cuatro semanas de edad, basando su dieta en hormigas, saltamontes o escarabajos.
5. Un animal solitario

El urogallo es solitario. El macho ocupa un territorio al que es fiel durante muchos años. Sólo en la época de celo el urogallo llama a las hembras a su dominio.
Los machos efectúan sus exhibiciones de celo que se desarrollan en lugares concretos del bosque, llamados cantaderos, que representan el punto de referencia espacial alrededor del cual los urogallos desarrollan la mayor parte de su ciclo vital
Entre finales de marzo y primeros de junio, los machos efectúan sus exhibiciones de celo que se desarrollan en lugares concretos del bosque, llamados cantaderos, que representan el punto de referencia espacial alrededor del cual los urogallos desarrollan la mayor parte de su ciclo vital.
6. El canto nupcial del ostentoso urogallo
Al urogallo le encanta encaramarse ostentosamente a la copa de algún árbol o bien a algún peñasco. Desde ahí, puede practicar su ritual. En una sola mañana, es capaz de "cantar" más de cien veces la tonadilla de su reclamo; en su punto culminante el urogallo ya no percibe su entorno. Mientras, ha intercalado hasta más de cien veces sus saltos y aleteos. Las gallinas se acurrucan ante él y se dejan montar. Después se retiran y preparan el nido, donde pueden depositar entre 6 y 8 huevos, que incuban durante 26 días.

Cada día, ponen un huevo y los incuban tan concienzudamente que algunas han perecido al caer cualquier árbol vecino al ser talado. También las amenazan el jabalí, los perros salvajes y el azor, que las pueden derribar. Aparte, casi la mitad de los polluelos perece en las primeras semanas de su vida.
7. Dócil y amigo de los humanos
Los urogallos son unas aves bastante dóciles y que aceptan la presencia humana. En el pueblo de Tarna, concejo de Caso, en Asturias, cerca del límite con León, durante el verano del año 2007, se paseaba por sus calles un urogallo que los vecinos llamaban "Mansín", ya que incluso se dejaba tocar por el vecindario. A inicios de julio, como nadie le prestó la atención debida, falleció entre las fauces de un perro del pueblo.