El Servicio Geológico de Estados Unidos registró el pasado viernes 29 de mayo un total de 11 pequeños temblores en el área al oeste de Yellowstone. El más potente alcanzó una magnitud de 3,1 en la escala Richter, y el menor de 1,6. Todos ellos han tenido lugar a una profundidad de unos 4,8 kilómetros y se suman a los 34 temblores del pasado mes.
"Yellowstone es una de las áreas sísmicas más activas de Estados Unidos", han declarado las autoridades del parque en su página web. "Entre 700 y 3.000 temblores tienen lugar cada año en este área; la mayoría pasan inadvertidos".
Los terremotos en Yellowstone suelen ocurrir en grupos, según fuentes del parque.
"El fenómeno está relacionado con el transporte de fluídos a lo largo de las muchas pequeñas fracturas en las rocas poco profundas situadas sobre el magma, un modelo que parece repetirse en volcanes alrededor del mundo", afirman los responsables del parque.
Un fenómeno común en Yellowstone
Los temblores de este tipo son algo habitual Yellowstone. El parque natural alberga en su subsuelo uno de los dos supervolcanes de Estados Unidos. El otro se encuentra en Long Valley, California.
La caldera de Yellowstone tiene un tamaño de 54 por 72 kilómetros y se encuentra a tan solo 4,8 kilómetros bajo la superficie
Con ello, el hecho de que la tierra tiemble en las inmediaciones del supervolcán de Yellowstone resulta siempre inquietante. Los geólogos estiman, sin embargo, que la probabilidad de que Yellowstone entre en erupción en los próximos mil años es de una entre 730.000 (el 0,00014%). La cifra es un cálculo realizado a partir del intervalo de tiempo que pasó entre las dos últimas erupciones en esta zona.
Yellowstone ha experimentado tres grandes erupciones en los últimos 2,1 millones de años que han dado lugar a las tres calderas de magma actuales. La última erupción tuvo lugar hace 174.000 años.
¿Y si el supervolcán entrase en erupción?
¿Qué pasaría si, pese a todo, el supervolcán de Yellowstone entrase en erupción? En el improbable caso de que tuviese lugar, se calcula que el volcán entraría en erupción con una potencia similar a 1.000 bombas atómicas como la arrojada sobre Hiroshima. El área de destrucción directa causada por la onda expansiva sería de aproximadamente 60 kilómetros de radio alrededor del parque.
Pero el mayor problema serían los millones de toneladas de cenizas que el volcán lanzaría al aire. Estas cenizas aumentarían primero la temperatura del planeta como un invernadero, para enfriarla después en el equivalente a un invierno nuclear. Se provocaría lo que se conoce como un "invierno volcánico" prolongado, una nube de ceniza que trastoca el clima e impide a la civilización de tener suficiente acceso a los recursos naturales y a la comida.
La NASA tiene un plan
Con el fin de evitar que ocurra un escenario tan apocalíptico, la NASA lleva años estudiando muy seriamente la posibilidad de enfriar Yellowstone.
¿Cómo? Un volcán del tamaño de Yellowstone es, esencialmente, un generador gigantesco de calor, equivalente a seis plantas industriales de energía. En la actualidad, Yellowstone filtra a la atmósfera aproximadamente el 60-70% del calor que produce a través del agua que se cuela por las grietas de la cámara del magma. El resto se acumula dentro de la lava, lo que actúa como combustible para disolver más y más gases volátiles y rocas circundantes.
Cuando este calor alcanza un determinado umbral, una erupción es inevitable. Pero si se pudiera extraer más calor, entonces el supervolcán nunca entraría en erupción.
La NASA estima que si lograra reducir en un 35% el calor que se genera dentro de la cámara de magma, Yellowstone dejaría de ser una amenaza
La alternativa, según la NASA, estaría simplemente en aumentar la cantidad de agua que se filtra hacia el interior del supervolcán.
"Construir un gran acueducto cuesta arriba en una región montañosa sería costoso y difícil con la crisis del agua a nivel internacional; no creo que a la gente le agrade la idea de desperdiciarla para enfriar un volcán", asegura Brian Wilcox, del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA en el Instituto de Tecnología de California, en declaraciones a BBC Future.
En cambio, la NASA propuso perforar hasta 10 kilómetros hacia las entrañas del supervolcán y bombear el agua a alta presión. El líquido en circulación volvería a la superficie en forma de vapor, a una temperatura de alrededor de 350 °C. Así, lentamente, día por día, se extraería calor del volcán.
El plan, sin embargo, no está exento de riesgos. De hecho, la perforación del volcán podría desencadenar la erupción que desea prevenir.
En otras palabras, podría despertar al monstruo que duerme hace miles y miles de años. Por eso, la idea es perforar el supervolcán desde sus laterales, que se encuentran incluso fuera de los límites de Yellowstone.
Según Wilcox, los beneficios de esta estrategia a largo plazo no solo incluirían la posibilidad de domar al volcán, sino también que garantizaría en términos cotidianos una nueva fuente de suministro de energía eléctrica.
Fuente: BBC / USGS / Science Alert / Business Insider