El Hubble, testigo de nuestra basura espacial

El telescopio espacial Hubble es nuestro mejor observador del espacio exterior, pero no sólo de las maravillas del universo, sino que es testigo de la inmensa nube de basura espacial que hemos creado alrededor de nuestro planeta.

Daños en el Hubble debido a la basura espacial. Foto: ESA
Daños en el Hubble debido a la basura espacial. Foto: ESA

Durante sus 30 años en órbita alrededor de la Tierra, el telescopio espacial Hubble de la NASA/ ESA ha sido testigo de la evolución de los vuelos espaciales, con un cielo cada vez más lleno de satélites, el lanzamiento de la Estación Espacial Internacional e impactos y explosiones que han dado lugar a nubes de desechos en rápido movimiento.

El propio Hubble ha sufrido el impacto de estos residuos, acumulando minúsculos cráteres en sus paneles solares, que dan cuenta de una vida larga y agitada en el espacio.

En 1993 se lanzó el transbordador de la primera misión de mantenimiento de Hubble.

Esa fue una de las primeras oportunidades en la historia de la exploración espacial de ver las consecuencias en un satélite de pasar más de dos años en órbita. El equipo descubrió cientos de cráteres de impacto en la superficie de una pequeña sección del panel, con tamaños que iban de micras a milímetros de diámetro. 

Nueve años más tarde, los paneles volvieron a sustituirse y regresaron a la Tierra, después de haber sumado casi una década de impactos.

Este conjunto de paneles ahora está expuesto en ESTEC (Países Bajos), aunque un pequeño fragmento viajó hasta el control de misiones en ESOC (Alemania), donde se encuentra la Oficina de Desechos Espaciales.

Residuos espaciales que proceden de la Tierra

Los cráteres de impacto se estudiaron para determinar su tamaño y profundidad, pero también para buscar posibles nuevos residuos. Dado que se conocía la composición química de las células solares, los objetos impactados podrían haber dejado en los cráteres elementos o materiales extraños.

Los cráteres encontrados en los paneles solares de Hubble contenían pequeñas cantidades de aluminio y oxígeno, indicadores claros de actividad humana

La presencia de metales como el hierro o el níquel sugerirían que un impacto era de origen natural: fragmentos de asteroides y cometas conocidos como micrometeoroides. Sin embargo, los cráteres encontrados en los paneles solares de Hubble contenían pequeñas cantidades de aluminio y oxígeno, indicadores claros de actividad humana en forma de residuos del encendido de motores de cohetes sólidos.

El equipo de desechos espaciales, como parte de un esfuerzo mayor con socios tanto de la industria como del ámbito científico, fue capaz de identificar la forma y el tamaño de estos cráteres con modelos de encendido de cohetes de la época, y acabó encontrando una coincidencia entre los cráteres observados y los esperados.

Y seguimos llenando el espacio de satélites

En la actualidad se están lanzando algunos satélites cuya órbita no se puede modificar. Así, al finalizar su vida útil no se pueden maniobrar, sino que pueden insertarse en altitudes relativamente bajas para que, con el tiempo, la atmósfera terrestre los atraiga y acaben desintegrándose. Estas altitudes incluyen la región en la que se halla Hubble.

Además, el número total de satélites operativos que se van a desplegar en esta región parece llamado a aumentar rápidamente. Ciertas constelaciones de internet de banda ancha, la mayor de las cuales está previsto que contenga miles de satélites, tienen la vista puesta en esta región.

Misión: retirada de desechos

Para evitar la formación de más basura espacial por colisiones, el Programa de Seguridad Espacial de la ESA está desarrollando tecnologías de “evasión automatizada de colisiones” que, al automatizar el procesos de toma de decisiones en tierra, harán que la evasión de colisiones resulte más eficiente.

Pero ¿qué hacemos con la basura que ya está en el espacio? Por primera vez en la historia, la ESA ha puesto en marcha una misión de retirada activa de desechos, que eliminará de forma segura un objeto actualmente en órbita. El objetivo de la misión ClearSpace-1 será una pieza del cohete Vespa, de 100 kg, que quedó en órbita tras el segundo vuelo del lanzador Vega de la ESA en 2013.

Con una masa de 100 kg, su tamaño es similar al de un satélite pequeño. Además, su forma relativamente simple y su construcción robusta hacen que sea un primer candidato ideal, antes de pasar a capturas mayores y más difíciles en misiones posteriores, que con el tiempo también incluirán capturas multiobjeto.

Distribución de la basura espacial. ESA