Un nuevo estudio publicado en Conservation Letters utiliza décadas de datos de seguimiento para documentar que al menos cinco millones de aves migratorias, que representan alrededor de dos docenas de especies de ambos hemisferios, dependen de un punto caliente del Atlántico Norte de casi 600,000 kilómetros cuadrados para su alimentación.
Los ecologistas han sospechado durante mucho tiempo que el Atlántico Norte sirvió como una zona de alimentación crítica para las especies de aves marinas migratorias, pero carecían de datos sobre los patrones de sus viajes para justificar la protección de estas aguas internacionales. Las aves marinas migratorias son "uno de los taxones más amenazados hoy en día", dice Tammy Davies, científica conservacionista de BirdLife International y autora principal del estudio.
Las aves se ven perjudicadas por la contaminación, la sobrepesca y las operaciones de pesca industrial que atrapan a los animales junto con sus capturas

Diecisiete de las 21 especies estudiadas, incluidas los frailecillos del Atlántico, los charranes árticos y los petreles de las Bermudas, se enfrentan a la disminución de las poblaciones. Las aves se ven perjudicadas por la contaminación, la sobrepesca y las operaciones de pesca industrial que atrapan a los animales junto con sus capturas. Aunque sus zonas de reproducción en tierra tienden a estar protegidas, sus sitios de alimentación suelen estar en alta mar, más allá de la jurisdicción de cualquier país.
Algo fantástico
Al analizar los patrones de migración rastreados por satélite de las aves individuales, los investigadores quedaron atónitos por su gran número y diversidad, así como por la firmeza con la que se utiliza esta parte del océano durante todo el año. "Lo que es sorprendente es la cantidad de especies que se congregan en esta área y las distancias que algunas aves marinas hacen para viajar al sitio", apunta Davies. "Hay aves en el remoto Atlántico Sur que viajan 13.000 kilómetros para buscar vida aquí. Claramente, hay algo fantástico que está haciendo que estas aves realicen estos viajes".

Ese "algo fantástico" es probablemente un buffet entregado por las corrientes oceánicas convergentes, sugiere un estudio complementario publicado en Progress in Oceanography. Éste combinó datos satelitales por computadora con la observación de aves desde un barco que cruzó el Atlántico Norte en 2017.
Los investigadores incluso notaron diferentes especies en diferentes corrientes
"Creo que todavía hay mucho que aprender yendo y mirando", dice el ecologista de la Universidad de Glasgow Ewan Wakefield, autor principal del estudio de Oceanografía.
Dentro del punto caliente, las aves marinas se aferraron a estas corrientes ricas en alimentos, indica Wakefield. Los investigadores incluso notaron diferentes especies en diferentes corrientes, muy probablemente impulsadas por preferencias dietéticas y variaciones en los comportamientos de forrajeo, como el buceo.
Los investigadores esperan que estos nuevos datos lleven a la Convención Internacional para la Protección del Medio Marino del Atlántico Nororiental a designar este punto caliente de aves marinas como Área Marina Protegida, y tal vez sentar un precedente para otras zonas en alta mar.
Fuente. Scientific American.