La llegada de Cristóbal Colón a América en 1492 provocó que otros muchos exploradores quisieran seguir sus pasos, convencidos de que el nuevo mundo estaba repleto de oro, piedras preciosas y recursos escondidos. Aunque sonaba increíble, el culmen de todo ello era una ciudad llamada El Dorado repleta de riquezas inimaginables.
La idea de un reino indígena envuelto en oro, apenas se ponía en duda
Hacia 1560, la leyenda de El Dorado estaba ampliamente extendida y consolidada entre los conquistadores de España en el continente americano. La idea de un reino indígena envuelto en oro, apenas se ponía en duda. Todos creían fehacientemente que existía una tierra donde el oro era tan abundante, que se usaba en remplazo de la piedra, la madera y el hierro. Con oro se hacían herramientas, vasijas, armas, adornos y hasta vestidos. Se trataba, ni más ni menos, de una vida donde ésta era la materia prima más común.
El mito de El Dorado
Además, los conquistadores estaban seguros de que los indígenas no entendían el valor del oro. Por lo tanto, tomarlo, intercambiarlo, robarlo o quitárselo por la fuerza, no consideraban que fuera tarea muy difícil. Por eso muchos se pusieron manos a la obra en busca de El Dorado.

Sin embargo, lo realmente difícil era cómo encontrar ese reino, ubicado en un lugar remoto e inaccesible, y cómo sortear los peligros de la travesía de las selvas y montañas de Sudamérica.
El problema fue que en Sudamérica el mito era diferente y parecía que todo había sido un problema de comunicación y de traducción, según explica la BBC.
El mito original de El Dorado no hablaba de una ciudad perdida y oculta entre los árboles y montañas, sino de un gobernante que era tan rico, que se cubría de oro de pies a cabeza
El mito original (como el del Triángulo de las Bermudas o el monstruo del lago Ness) de El Dorado no hablaba de una ciudad perdida y oculta entre los árboles y montañas, sino de un gobernante que era tan rico, que se cubría de oro de pies a cabeza (con accesorios y pintura) y después se metía a un río sagrado para limpiar su cuerpo. Pero la historia va más allá.
El pueblo Muisca, detrás de la leyenda
De acuerdo con la BBC, el mito viene de una historia real sobre los Muisca, que hacen vida en el centro de Colombia desde el año 800 d.C. hasta nuestros días, y fue explicado por Juan Rodríguez Freyle en su libro Conquista y descubrimiento del nuevo reino de Granada, publicado en 1636.

Rodriguez Freyle escribió que, cuando el líder del pueblo Muisca moría, se debía realizar una ceremonia para elegir a un nuevo “dorado”, quien debía convertirse en el nuevo líder de la comunidad y, generalmente, era un familiar del anterior, quien terminaba el rito en un río sagrado, rodeado de los sacerdotes y cubierto de plumas y ornamentos de oro, con el cuerpo cubierto por un polvo dorado. El elegido después debía hacer una ofrenda, lanzando gemas y las piezas de oro en el agua.
Las civilizaciones antiguas de Colombia tenían una gran habilidad para manejar y moldear el oro para crear adornos, joyería y ornamentos, que comenzaron a llegar a Europa alrededor de 1530
La historia de Rodriguez Freyle suena como el argumento de alguna película, pero la BBC explica que muchas investigaciones arqueológicas apoyan su relato de la ceremonia, además de que revelan que las civilizaciones antiguas de Colombia tenían una gran habilidad para manejar y moldear el oro para crear adornos, joyería y ornamentos, que comenzaron a llegar a Europa alrededor de 1530.
El oro para el peublo Muisca
Para los Muisca, el oro no significaba riquezas o prosperidad (era un símbolo de los dioses) y por eso se utilizaba como una ofrenda. Sin embargo, en Europa, el oro tenía un valor diferente y así fue como el mito comenzó a crecer.

En Europa, no podían creer que tanto oro se usara para crear todo tipo de objetos del otro lado del mundo, donde además lo lanzaban al agua como si no valiera nada.
El explorador Jiménez de Quesada lideró un ejército en busca de la tierra de los Muiscas y, aunque llegaron y se sorprendieron con la gran cantidad de oro y el detalle de los objetos, muchos de ellos perdieron la vida y no lograron encontrar una ciudad perdida y cubierta en oro por todos lados (porque no existía)
Fue en 1537 cuando las leyendas de El Dorado llevaron al explorador Jiménez de Quesada a liderar un ejército para recorrer Perú y los Andes en busca de la tierra de los Muiscas y, aunque llegaron a su hogar y se sorprendieron con la gran cantidad de oro y el detalle de los objetos, muchos de ellos perdieron la vida y no lograron encontrar una ciudad perdida y cubierta en oro por todos lados (porque no existía).
Hoy, una gran cantidad de oro de los Muiscas se encuentra en el Museo del Oro en Bogotá, pero se dice que todavía existen personas que saquean las zonas arqueológicas y que se lanzan a la aventura para conseguir algunas piezas, esperando encontrar una pista para llegar a la ciudad perdida.

La investigación arqueológica
La verdadera historia detrás del mito ha sido reconstruida como un rompecabezas en años recientes utilizando una combinación de textos históricos antiguos e investigación arqueológica.
Muchos aspectos de esta interpretación de los eventos han sido validados por una minuciosa investigación arqueológica, la cual también revela la habilidad excepcional y la escala de producción de oro en Colombia al momento de la llegada de los europeos, en 1537.
"Para los Muisca de hoy, como para nuestros ancestros, el oro no es más que una ofrenda. El oro no representa riqueza para nosotros"
Dentro de la sociedad Muisca, el oro, o más específicamente una aleación de oro, plata y cobre llamada tumbaga, era muy apreciada, no sólo por su valor material sino por su poder espiritual, por su conexión con las deidades y su habilidad para mantener el balance y la armonía dentro de la sociedad.

"Para los Muisca de hoy, como para nuestros ancestros, el oro no es más que una ofrenda. El oro no representa riqueza para nosotros", afirma Enrique González, descendiente de Muiscas.
Todos los objetos tienen la misma "firma química" y marcas de manufactura, está claro que estaban destinados específicamente a las ofrendas divinas
Asimismo, los objetos de oro, como la colección de tunjos (ofrendas generalmente planas, con figuras antropomórficas) que se encuentran en exposición digital en el Museo Británico, fueron hechas utilizando un proceso por el cual se creaban delicados moldes de arcilla sobre modelos de cera, de los que se sacaban las piezas de oro.
Como todos los objetos tienen la misma "firma química" y marcas de manufactura, está claro que estaban destinados específicamente a las ofrendas divinas. Es posible que se hicieran apenas unas horas o días antes de ser depositadas en el lago.