Aunque la posibilidad de que Venus pudiera haber albergado vida es algo que la comunidad científica lleva discutiendo décadas, la detección de fosfina, un gas de origen biológico, en su atmósfera ha devuelto la cuestión a la actualidad. Astrónomos de las universidades de Cardiff, Manchester, Cambridge y el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) acaban de anunciar el hallazgo en la revista Nature.
Desde que las primeras sondas lanzadas por la Unión Soviética se posaran sobre su superficie, tenemos constancia de que nuestro vecino más cercano es un auténtico infierno, con temperaturas en su superficie superiores a los 450º C y una presión atmosférica noventa veces superior a la de nuestro planeta.
Su atmósfera, sin embargo, es algo más acogedora. Tanto que incluso en Moscú llegaron a plantearse futuras colonias que aprovecharían este entorno, con temperaturas similares a las de la Tierra, para establecer una estación espacial similar a la existente.
Debido a estas condiciones más “amigables”, se ha especulado durante décadas con la posibilidad de que en esa zona, en una franja situada a entre 48 y 60 kilómetros de la superficie de Venus, existiera algún tipo de vida.
La fosfina descubierta ahora es un gas incoloro y extremadamente venenoso, y se considera un marcador biológico concluyente
Que las sospechas no iban mal encaminadas se confirma ahora, tras el anuncio del equipo de astrónomos.
La fosfina descubierta es un gas incoloro y extremadamente venenoso, y se considera un marcador biológico concluyente, ya que, según sabemos hoy en día, solo se puede producir artificialmente en un laboratorio o de manera natural por ciertos tipos de microbios que viven en ambientes libres de oxígeno. En la Tierra se produce por microorganismos anaeróbicos, es decir, libres de oxígeno.
En 2019, se propuso buscar fosfina en la atmósfera de los exoplanetas como indicador de posible vida en ellos.
El grupo de expertos de primer nivel ha sido dirigido por la astrónoma Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff. En una nota de prensa que debía publicarse hoy, 14 de septiembre, pero que fue filtrada un día antes por error, se detalla que se han detectado cantidades significativas de fosfina. Este gas fue observado desde dos telescopios diferentes y por dos equipos de investigadores que no tenían inicialmente conexión entre sí: el telescopio James Clerk Maxwell, situado en Hawaii, y el complejo de radiotelescopios ALMA de Chile.
Tras meses de investigación, y a pesar de los enormes esfuerzos realizados por encontrar una explicación no biológica al fenómeno, los astrónomos no han logrado encontrar otra explicación alternativa que pueda explicar la gran cantidad de esta fosfina en la atmósfera de Venus.
“Esto significa que se trata de vida, o algún tipo de proceso físico o químico que no esperamos que ocurra en planetas rocoso”, explica el astrobiólogo Janusz Petkowski, coautor del estudio.
“Realmente revisamos todos los procesos posibles que podrían producir fosfina en un planeta rocoso. Si no se trata de vida, entonces nuestra comprensión de los planetas rocosos es muy deficiente”, señala.
Durante la investigación también se descartó que la fosfina proceda de algún tipo de interacción de la luz solar, ya sea por minerales lanzados hacia arriba desde la superficie por algún volcán o por relámpagos, ya que si bien podrían, en casos muy remotos, producir esta sustancia, la cantidad que llegarían a generar sería, como mucho, una diezmilésima parte de la cantidad de fosfina detectada por los telescopios.
El astroquímico Paul Rimmer, de la Universidad de Cambridge señala que los microorganismos terrestres solo necesitarían trabajar aproximadamente al 10% de su productividad para producir la cantidad de este gas detectado en Venus.
Todos estos descubrimientos no son, sin embargo, el paso definitivo para poder afirmar que existe vida extraterrestre, pero sí son un gran avance que deja esta posibilidad muy cerca de su confirmación. Ahora, los científicos planean observar constantemente la atmósfera de Venus para tratar de observar si se producen cambios en la cantidad de fosfina acumulada y al mismo tiempo tratar de descubrir si hay presencia de otros gases compatibles con la vida.
Con estos avances, no será nada extraño que en los próximos meses o años comencemos a conocer proyectos para enviar sondas u otro tipo de misiones a Venus para tratar de conocer más detalles sobre este cercano y a la vez desconocido vecino.
Planetas gemelos
Venus y la Tierra tienen un tamaño muy similar y comparten también masa y volumen. Por eso se consideran como "planetas gemelos". Pero dadas sus actuales condiciones, descifrar cómo era Venus en el pasado no es una tarea sencilla. Sabemos, por ejemplo, que su superficie actual es relativamente joven, entre 300 y 700 millones de años, y los datos recabados por las misiones espaciales que lo han visitado hasta ahora sugieren que, alguna vez, su atmósfera tuvo mucha más agua de la que contiene hoy.
Venus y la Tierra tienen un tamaño muy similar y comparten también masa y volumen
Venus podría haber albergado abundante agua líquida en su superficie, y haber tenido placas tectónicas y un clima templado y estable. Algunos estudios indican que el clima de Venus pudo haber sido incluso más estable que el de la propia Tierra primitiva, donde los vaivenes climáticos provocaron largos periodos de calor extremo en alternancia con otros tan fríos que llegaron a convertirla, en varias ocasiones, en una gigantesca "bola de nieve", con sus polos helados extendiéndose por toda su superficie hasta tocarse en el ecuador.
Existen varias teorías que tratan de explicar qué condujo a la drástica transformación de Venus. Algunas apuntan a un calentamiento gradual del Sol, que habría sobrecalentado el planeta después de haberle permitido disfrutar de un breve periodo de habitabilidad; otras hablan de la súbita aparición desde el interior, hace unos 4.000 millones de años, de todo un océano de magma y gases de efecto invernadero que lo habrían cambiado por completo, dejándolo en su estado actual.
Fuente: ABC/Digital Sevilla